Un equipo internacional de científicos, liderados por la Universidad de Bolina, Italia, descubrió restos fósiles de microbios procesadores de metano que vivían en un sistema hidrotermal bajo el fondo marino, hace 3 420 millones de años. Según lo expuesto por los autores del hallazgo, en la revista académica Science Advances, los referidos compuestos son la prueba más antigua de la existencia de ese tipo de vida en nuestro planeta, y constituyen una evidencia de que en aquella época remota la Tierra era más habitable de lo que se estimaba hasta ahora. Los microfósiles analizados proceden de una roca recogida en el llamado Cinturón de Piedra Verde, de Barberton, Sudáfrica.
Inaugurado el 8 de mayo de 1887, el Laboratorio Histobacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica de La Habana devino en una institución de relevante importancia en el desarrollo de las Ciencias Médicas en Cuba, a finales del siglo XIX. Su creación obedeció a la iniciativa personal del doctor Juan Santos Fernández Hernández, reconocido pionero de la Oftalmología en nuestro país, quien, interesado en aplicar en la Mayor de las Antillas los métodos y descubrimientos del sabio francés Louis Pasteur, envió a París a los doctores Diego Tamayo, Francisco Vildósola y Pedro Albarrán, a fin de que se entrenaran y llegaran a dominar algunos de aquellos procederes, avanzados para la época, en el campo de la Bacteriología. De acuerdo con lo reseñado por el fallecido doctor Pedro Marino Pruna, en su libro Historia de la Ciencia y la Tecnología en Cuba, tras el regreso de los tres médicos tuvo lugar la apertura del flamante centro, que radicó en la Quinta de Toca, en la avenida de Carlos III, lugar de residencia de Santos Fernández. Antes que en ningún otro país de América, en el laboratorio se logró producir el suero antirrábico en el propio año 1887, vacuna que era gratis para los pobres, y cuyo empleo redujo, de forma significativa, la mortalidad por esa enfermedad. También allí se obtuvo la vacuna contra la difteria.
Investigadores de la Universidad de Barcelona concluyeron un estudio, en el cual plantean que las marcas rojas presentes en el domo principal del conjunto de estalagmitas en la cueva Ardales, en Málaga, son, sin lugar a dudas, resultado de la actividad humana. A partir del análisis de pequeñas cantidades del residuo rojizo recolectadas en la superficie de ese tipo de formación, los expertos llegaron a la conclusión de que se trata de un pigmento a base de ocre aplicado intencionalmente. Los resultados preliminares del proyecto científico ponen de manifiesto la probable autoría neandertal de esas pinturas y han sido publicados en la prestigiosa revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences.
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