ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

En su primera comparecencia pública desde diciembre, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció –el pasado lunes– su renuncia al frente del Partido Liberal y, por tanto, como Jefe de Gobierno, tras diez años de gestión.

Aunque se declara un «luchador», y prometió permanecer como líder del Partido Liberal, pese a la frustración cada vez más profunda entre los votantes y la subida en las encuestas de su principal rival político, Trudeau no resistió el creciente coro de los miembros de su propia formación política que le pedían que abandonara el cargo.

Con su declaración, cierra un periodo de gobierno no exento de críticas y complejidades, pero sí con significativas transformaciones para su nación, en sus primeros años de gestión y como miembro del g-7. Por cierto, de los gobernantes que comenzaron con él en ese grupo, era el único en funciones. Obama, en Estados Unidos; Ángela Merkel, en Alemania; David Cameron, en el Reino Unido, y Shinzo Abe, en Japón, ya no tenían responsabilidad al frente de sus países.

Luego de meses de intensa presión dentro y fuera de su propio Partido, la dimisión, en diciembre pasado, de la influyente vice primera ministra y titular de Finanzas, Chrystia Freeland, reveló su profunda impopularidad. La principal diferencia entre ambos pasaba por el reproche de ella sobre los costosos programas sociales que el Primer Ministro intentaba seguir adelante, pese a las amenazas de Donald Trump de imponer fuertes aranceles a las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos.

Paul Wells, periodista político canadiense y autor de un libro centrado en su figura, dijo a la propia bbc que cree que Trudeau será recordado «como un primer ministro importante», por haber ofrecido un liderazgo genuino en temas como la reconciliación indígena y, hasta cierto punto, la política climática.

Los «rumores» alrededor de su administración comenzaron en 2020, cuando recibió críticas por elegir a una organización benéfica vinculada a su familia para gestionar un importante programa gubernamental. A ello se suma la reducción minoritaria de la cantidad de escaños parlamentarios liberales, por lo que empezaron a depender del apoyo de otros Partidos y, lógicamente, vino el debilitamiento de la propia identidad partidista.

También es atacado por el alza del costo de la vida para los canadienses con respecto al inicio de su trabajo, aunque resulta imposible, aun cuando ya su era parece estar condenada, analizar objetivamente el fenómeno, cuando la crisis mundial que vivimos en la actualidad dista muchísimo de la realidad del lejano 2015.

En medio de este contexto, sujeto al nuevo mandato en Washington, habría que ver hasta qué punto el siguiente Gobierno canadiense estaría más preparado para enfrentar las nuevas imposiciones trumpistas, o si hubiera sido preferible que siguiera Trudeau, a pesar de las rencillas internas.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.