ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Carteles de guerra soviéticos Foto: Sputnik

El 7 de noviembre de 1917, según el calendario gregoriano, se produjo, en la Rusia de los zares, un hecho que conmovió al mundo y tuvo especial repercusión en todos los rincones habitados del planeta.

Por primera vez los explotados, los humildes, los ignorados, con la clase obrera al frente, toman el poder político y transforman la maquinaria explotadora de la minoría en poder popular. Se iniciaba lo que los clásicos Marx, Engels y Lenin venían anunciando desde mediados del siglo XIX: la Dictadura del Proletariado.

Ella intentaba iniciar la desaparición de las desigualdades sociales, de la explotación colonial y nacional, del reparto equitativo de las riquezas, de justicia y bienestar para las mayorías.

En medio de una feroz guerra imperialista, de la que la Rusia de los zares era partícipe, la clase obrera supo desentrañar su carácter imperialista mostrando que ese conflicto evidenciaba una nueva fase del capitalismo explotador que ahora trataba de trascender fronteras y convertir al Mundo en zonas de  influencias para elevar las ganancias del  capital transformando así, el sistema capitalista en mundial.

La Revolución Socialista de Octubre es por tanto el suceso más trascendental de la primera mitad del siglo XX y puede afirmarse, sin dudas, que marcó una nueva etapa en la historia de la Humanidad. El período de tránsito hacia un nuevo modo de relaciones socio-económicas y políticas, el ejercicio del poder de las masas explotadas y oprimidas.

A finales del siglo XIX el capitalismo avanzaba hacia una nueva fase, que se distinguía por un crecimiento sin precedente de las fuerzas productivas. Los principales países capitalistas de entonces fueron testigos de un inusitado crecimiento tecnológico que abarcó todas las esferas de la economía, particularmente en los Estados Unidos, Alemania y Japón.

Estos avances contribuyeron a que los elevados resultados productivos fueran más eficientes y de un costo menor, aprovechando además, la mano de obra barata y las materias primas extraídas de las colonias, así como el crecimiento de la acumulación financiera en grandes y poderosos bancos. Todo ello puso de manifiesto que los  mercados de cada país  no eran capaces ya de consumir toda la producción nacional, por lo que se hacía necesario un mercado fuera de fronteras, cada vez con más urgencia.

Foto: Granma

La búsqueda de áreas de influencia fue entonces el signo más elocuente de ello. El reparto de todo un continente —el Africano— en la Conferencia de Berlín, entre 1884-1885; las guerras por las áreas de influencia en Asia promovidas por Japón, Gran Bretaña y Francia; la Doctrina Monroe en América Latina; las intervenciones en el Caribe, especialmente la Guerra hispano-cubano-norteamericana; fueron las principales manifestaciones de esos cambios en el capitalismo, ahora ya en su fase madura.

Desde la teoría sería Vladimir Illich Lenin quien, en 1915, en su magistral obra «El imperialismo fase superior del capitalismo», haría una importante contribución a la teoría marxista sobre esta nueva fase del capitalismo, definiendo con precisión sus rasgos y características, resaltando además la desigualdad con que cada uno avanzó hacia esa fase.

A ello agregó la identificación con un adjetivo de cada uno de ellos: rentista clásico al británico, prestamista al francés, pobre al italiano, militar-feudal al ruso, de ascenso y rápido desarrollo al de Estados Unidos, Alemania y Japón.

Tres elementos esenciales se ponen en evidencia. El primero es el surgimiento de los monopolios, el segundo la fusión del capital financiero e industrial, y el tercero es la necesidad de la búsqueda de áreas de influencia. Ello llevará a frecuentes disputas a través de guerras de rapiña entre ellos por el dominio de esas áreas. El imperialismo es por esencia guerrerista y necesita sistemáticamente reafirmar su dominio hegemónico global.

Puede señalarse como conclusión que la Primera Guerra Mundial fue el suceso que puso en evidencia este cambio en las relaciones de los países capitalistas, y su resultado, aunque efectivamente desaparecieron viejos imperios, cambiaron el mapa de Europa y el mundo colonial, no era más que consecuencia de una nueva fase en el sistema capitalista.

Por el contrario, la Revolución Socialista de Octubre ofrecía al mundo otro panorama: era justamente el intento de poner fin al dominio capitalista y sustituirlo por nuevas relaciones, con la toma del poder por el pueblo.

Se iniciaba el fin de la explotación del hombre por el hombre, del sistema colonial, de todo tipo de discriminación-social, de género, etc...,en fin de igualdad y progreso social.

La Revolución Socialista de Octubre abrió una nueva era para la historia universal iniciando la historia contemporánea. El hecho de que 74 años después se haya derrumbado aquel modelo no oscurece en nada esa verdad histórica. Se abría la era del Socialismo.

¡Gloria eterna a Vladimir Illich Lenin y a quienes lograron con su sudor, su inteligencia y hasta con su propia vida, el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre!

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Max Tejeda dijo:

1

3 de diciembre de 2024

18:27:45


Puedes entonces explicar en otro articulo, si tan trascedental y necesario fue ese cambio, por qué no perduró?