El Mundial de Voleibol concluye mañana. Ha sido una guerra entre 24 contendientes por tres sitios en el podio, y no siempre las selecciones favoritas en el blanco y negro del papel llegan a cumplir su sueño, mientras otras caen del cielo para ocupar lugares destacados.
Eslovenia y Polonia, las dos sedes del evento, están en la semifinal de hoy ante Italia (3:00 p.m., hora de Cuba) y Brasil (12:00 del mediodía), respectivamente.
Los polacos, bicampeones del orbe, debieron apretar el paso para ganarle (3-2) a Estados Unidos, en cuartos de finales, y su partido frente a los auriverdes se considera una final adelantada. Brasil tuvo la mayor oposición en el choque con Cuba, el cual llegó hasta los cinco sets, pues pasaron por 3-0 sobre Japón, Catar e Irán, y ante Argentina cedieron en un parcial. Polonia dispuso por blanqueada de Bulgaria, México y Túnez, pero halló dos veces a Estados Unidos, en eliminatoria (3-1) y en cuartos de finales (3-2).
Dueños de tres oros consecutivos (2002-2006-2010) y dos de plata (2014-2018), me inclino por la fogosidad sudamericana, ante una Polonia, reina en 2014 y en 2018, que también se ha visto convincente.
Del Italia-Eslovenia habría que empezar por revisar la historia de los eslovenos, quienes se desprendieron de Yugoslavia el 25 de junio de 1991, tras un conflicto llamado La guerra de los diez días. De 1994 a hoy han tenido lugar ocho campeonatos mundiales, y no aparecen en los podios de premiación; incluso, la propia Yugoslavia solo conquistó una plata en 1998. Pero jugaron bien a domicilio, derrotando a Camerún y Alemania por 3-0, perdieron (2-3) con Francia, y vencieron (3-1) a Alemania y a los ucranianos. Italia despachó por 3-0 a Canadá, Turquía y China, a Cuba (3-1) y a Francia (3-2).
Eslovenia tal vez no pueda con la Italia monarca de 1990, 1994 y 1998; pero está en casa, ya en su mejor actuación histórica. Cuidado bambinos.
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