Este domingo se realizaron las elecciones presidenciales y legislativas en Nicaragua, en un ambiente tranquilo y seguro y con una afluencia a las urnas muy numerosa y organizada.
Aunque los resultados oficiales no se conocían al cierre de esta edición, tanto las encuestas preelectorales como las adelantadas por algunos medios de prensa acreditados, el Frente Sandinista, encabezado por el actual mandatario Daniel Ortega, presenta una clara ventaja.
En estos comicios quedarán elegidos el presidente y el vicepresidente, así como 92 diputados a la Asamblea Nacional y 20 al Parlamento Centroamericano (Parlacen).
Para la ocasión, el Poder Electoral invitó a acompañantes internacionales, personas altamente calificadas en términos electorales, con experiencia en comicios de África, Asia y especialmente en los últimos de Bolivia, según Sputnik.
La OEA no fue invitada como observador a estas elecciones por su pésima actuación en Bolivia, en 2019, donde orquestó un golpe de estado contra Evo Morales.
Ha sido verdaderamente absurdo que tanto el gobierno de Estados Unidos como la Unión Europea hayan descalificado los comicios nicaragüenses mucho antes de su realización.
Se trata, en ambos casos, de un gobierno y una institución que dicen ser defensores de los derechos democráticos de los pueblos, y, basado en noticias falsas y manejos políticos dudosos, son capaces de cuestionar un resultado electoral antes de que se produzca el derecho ciudadano de ejercer el voto, y el conteo de estos de manera transparente y con la anuencia de 232 acompañantes electorales procedentes de 27 países.
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