
Tras sobrevolar Argentina durante varios años, los buitres del sistema financiero internacional están a punto de dar un zarpazo contra la economía de la nación sudamericana, con impredecibles consecuencias regionales y globales.
La decisión del poder judicial de estados Unidos de dar su apoyo a un grupo de carroñeros que se venían enfrentando al Gobierno argentino, no solo es un riesgo para la estabilidad de ese país, sino un terrible precedente sobre el poder que ha alcanzado el capital financiero-especulativo.
Desde la Patagonia hasta los Urales, el fallo de Nueva York da un mazazo sobre la soberanía de todos los estados, que ven cómo los derechos del capital se ponen por encima de un país y el futuro de sus habitantes.
Aunque con nombres distintos, los sicarios de Argentina hoy son los mismos que jugaron con los subprime (créditos basura) en el 2008, hasta llevar al mundo a una de sus peores crisis desde la década del 20 del siglo pasado. Los mismos que causaron la quiebra de naciones enteras en la Vieja Europa —como Irlanda, Grecia y Portugal—, cuyos costos han ido a parar a los trabajadores y no a los banqueros especuladores.
Y lo que es aún peor, el fallo demuestra cuán desprovistos se encuentran los pueblos ante el sistema creado para proteger el dinero y su circulación por una economía globalizada.
La Asamblea General de la ONU, el organismo que representa a todas las naciones soberanas del mundo, se pronuncia mayoritariamente en contra del bloqueo de Estados Unidos a Cuba, o a favor de que Reino Unido se siente con Argentina a discutir el problema del enclave colonial de las Islas Malvinas. Pero no se mueve ni una hoja.
Sin embargo, un solo juez en un tribunal de Estados Unidos puede hacer tambalear las finanzas de un país de más de 40 millones de habitantes. A su lado tiene todos los organismos creados para blindar al capital después de la II Guerra Mundial, como son el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), por solo mencionar los más conocidos.
Es sencillamente el resultado de un modelo de civilización que pone a las finanzas por encima del ser humano. El resto son consecuencias.
UN NUEVO CAPÍTULO DE UNA VIEJA HISTORIA
Los fondos buitres es la punta del iceberg de un problema histórico de la economía argentina y la de buena parte de los países en desarrollo, en especial de América Latina y el Caribe: la deuda externa.
Estadistas como el Comandante en Jefe Fidel Castro vislumbraron con décadas de anticipación las consecuencias de este fenómeno para el desarrollo de los pueblos del Tercer Mundo.
“El cobro de esta deuda y el sistema injusto de relaciones económicas es la más flagrante y más brutal violación de los derechos humanos que puedan concebirse”, dijo en agosto de 1985 en una cumbre en La Habana para analizar el asunto. “¿Puede tener porvenir un continente en esas condiciones? ¿Puede tener justificación semejante sistema?”, se preguntaba.
En el caso de Argentina, solo el periodo de dictadura entre 1976 y 1983 dejó una factura de más de 44 mil millones de dólares, que se triplicó en la vorágine neoliberal hasta los 144 mil millones.
El gobierno de Néstor Kirchner a partir del 2003 tuvo que reconstruir un país en crisis, que vivió una quiebra total en el 2001 a causa de las recetas que implantaron los mismos que hoy exigen que se les pague a los fondos buitres.
Desde entonces y gracias a la continuidad de los cambios conducidos por su esposa, Cristina Fernández, el país ha vivido más de una década de recuperación sistemática de la economía, del empleo y los servicios sociales.
En medio de las dificultades y las pocas salidas que tenía Argentina, el Gobierno apostó por cumplir con sus compromisos de deuda con los canjes del 2005 y luego en el 2010, a los que ingresó cerca del 92 % de los bonistas independientes.
El Ejecutivo ha destinado en la última década más de 174 mil millones de dólares para honrar esos pagos —incluso a costa de sus reservas internacionales— y aún tiene una deuda que supera los 200 mil millones.
Por contradictorio que parezca, ese esfuerzo descomunal que anualmente supera los gastos en cualquier otra esfera de la sociedad, se hace con el objetivo de garantizar el financiamiento externo del desarrollo del país y la entrada de divisas.
Ahora, una minúscula parte de los bonistas —el 8 % dominado por los fondos buitres— amenaza con echar por tierra el sacrificio y llevar el país a la cesación de pagos y a un bloqueo del mercado de capitales internacional contra Buenos Aires.
Ni para los buitres ni para los tribunales de Nueva York tiene la menor importancia los efectos que podría tener en la economía argentina una situación de esa clase. Sobre todo en momentos en que el Gobierno enfrenta problemas como la inflación de los precios y la devaluación de su moneda.
La propia presidenta ha denunciado las presiones y manipulaciones internas de algunos sectores para capitalizar a su favor la situación de los fondos buitres. Una nueva muestra de la guerra económica que están ensayando las derechas en nuestra región contra los procesos de cambio.
UNIDOS O DOMINADOS
Hace más de 60 años, el líder argentino Juan Domingo Perón lanzó una advertencia sobre América Latina y el Caribe: “El año 2000 nos hallará unidos o dominados”.
Aunque ya va caminando la segunda década del siglo, la disyuntiva no ha desaparecido.
La reacción regional a la arremetida de los fondos buitres es un ejemplo de cuánto ha cambiado América Latina y el Caribe desde los años de “la larga noche neoliberal”, cuando los economistas decían sin tapujos que el problema era que “sobraba” la mitad de la población.
Los nuevos actores de una integración regional de nuevo tipo como son la Celac, Unasur, Mercosur y el Alba han dado su apoyo incondicional al Gobierno argentino para enfrentar la arremetida de los fondos buitres y han alertado sobre las implicaciones para todos los países del Sur.
Sin embargo, aún está pendiente la consolidación de un esquema financiero regional alternativo al que proponen los centros de poder a través del BM y el FMI, que sea beneficioso a los objetivos de desarrollo de los pueblos y no de las trasnacionales.
Las opciones parecen infinitas y están en la agenda desde hace varios años. Falta dar el impulso final al prometedor Banco del Sur, así como a un Fondo del Sur que funcione como depositario de las reservas internacionales, cuantiosas entre los países que se adhieren a la iniciativa.
Existen experiencias en mecanismos de compensación regional para evitar el monopolio del dólar como es el caso del SUCRE, entre las naciones del Alba. Asimismo, Argentina y Brasil tienen un sistema similar para el pago en sus monedas locales que ha sido poco utilizado.
También resulta vital una mirada allende las fronteras, pues los problemas latinoamericanos y caribeños son los mismos que enfrentan otras regiones emergentes. En ese sentido, el protagonismo de los países del grupo BRICS y sus iniciativas para romper la dependencia del sistema financiero dirigido desde Wall Street son dignos de tener en cuenta.
De la misma manera que se ha hablado de dotar a la región con instituciones propias e independientes para analizar temas como derechos humanos y políticas sociales, el caso de los fondos buitres hace evidente la necesidad de contar con un mecanismo autónomo de solución de controversias, que rompa la dependencia de plazas centrales como Nueva York o Londres.
Son solo algunas de las medidas que podrían funcionar en un futuro cercano como el mejor de los espantabuitres.















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Ivan dijo:
1
1 de julio de 2014
02:59:26
Ezequiel dijo:
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1 de julio de 2014
08:09:00
Latiguillo dijo:
3
1 de julio de 2014
10:21:44
Ricardo A. Zavi dijo:
4
1 de julio de 2014
10:54:51
gallitodepelea dijo:
5
1 de julio de 2014
11:31:58
Alfonso Cayetano dijo:
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16:16:58
Luciano dijo:
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Sergio G Gallo dijo:
8
1 de julio de 2014
19:34:11
he ctor dijo:
9
2 de julio de 2014
10:23:15
Marisa dijo:
10
23 de marzo de 2015
00:59:56
Marisa dijo:
11
23 de marzo de 2015
01:04:58
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