ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Internet

Leí, muy sorprendido, las declaraciones que hiciera hace solo unos días el general ruso Leonid Ivashov, antiguo jefe de la Oficina de Asuntos Extranjeros del Ministerio de Defensa y actual presidente de la Academia de Estudios Geopolíticos de Rusia, quien respecto a la intromisión de Occidente en lo que ocurre en Ucrania, advirtió: "Yo presumo que el Ministerio de Exteriores entiende que estamos en guerra y que las guerras tienen sus leyes. Después de la guerra de información, ellos preparan una operación terrestre y naval en Ucrania".

De esta forma, el militar lanzaba una advertencia clara y precisa sobre las consecuencias dramáticas que podrían desprenderse de la crisis ucraniana.

Y recordaba: "Parece hoy que responsables clave en el seno de la Unión Europea, así como el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, están consagrados al estudio de la doctrina del doctor Goebbels. Ellos presentan todo en un sentido contrario al de la realidad. Esta fue una de las fórmulas que la propaganda nazi empleó con éxito. Ellos acusan de agresión a la parte que quiere defenderse. Eso es lo que nosotros vemos en Ucrania y en Siria hoy en día. Se trata de un proyecto occidental de una guerra de nuevo tipo. En los dos casos vemos un enfoque claramente antiruso".

El general destacó que "navíos estadounidenses entran en el Mar Negro y navegan cerca de Ucrania. Ellos envían a sus marines y carros de combate a Europa".

Y vislumbraba que "el escenario podría desarrollarse del modo siguiente: fomentar las protestas de los opositores para llevar a Ucrania al borde de la ruptura y culpar a Yanukovich y a Rusia por este tema para poder decir después que la OTAN no puede permanecer con los brazos cruzados y debe, por consiguiente, enviar sus tropas para restablecer el orden".

Hasta aquí la advertencia del alto militar de Moscú.

Ahora bien, qué ha pasado en los últimos días.

El poder mediático occidental se ha dado banquete en lo que a manipular informaciones se refiere; y con ello, vinieron las amenazas de Estados Unidos y algunos gobiernos europeos, los mismos que incentivan a los grupos violentos que han quemado a Kiev, desmantelado los monumentos históricos vinculados con Rusia y desatado una campaña xenófoba contra los ciudadanos rusos que viven en ese país.

Desde Washington, tanto el presidente Barack Obama como su secretario de Estado, John Kerry, han amenazado a las autoridades rusas con aplicar sanciones.

Washington anunció este jueves restricciones a la entrega de visas y el congelamiento de activos de aquellos ucranianos o rusos que considera responsables de la situación en Ucrania, mientas los mandatarios de la Unión Europea, reunidos en Bruselas, suspendieron las negociaciones bilaterales sobre las visas, como primera sanción política contra Moscú.

"Esta decisión es la prolongación de nuestras gestiones, enfiladas para que Rusia y quienes son los responsables por la situación en Crimea, las paguen", precisó Obama en la Casa Blanca.

No olvidar que los Estados miembros de la OTAN y la Unión Europea se fijaron como meta, a partir de la desaparición de la Unión Soviética, ir incorporando cada vez más estados de Europa oriental a la alianza atlántica para debilitar a Rusia y someterla poco a poco.

En su libro La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, publicado en 2007, la periodista e investigadora canadiense, Naomi Klein, demuestra con lujo de detalles cómo se trató de poner de rodillas la economía rusa para sojuzgar el país, principalmente para apoderarse de sus materias primas, a través de "consejos" estadounidenses y de la falsa teoría de las bondades de un capitalismo sin freno, pero bajo control de los intereses financieros de Estados Unidos.

La nueva dirección rusa de la última década y media ha emprendido una verdadera batalla para recuperar su economía, hacer posibles altos niveles sociales en la población, defender la soberanía e integridad territorial y recuperar su papel en la arena internacional.

En lo militar, uno de los objetivos alcanzados fue la creación de las Tropas de Defensa Aeroespacial, que tienen bajo su control todos los radares de la Defensa Antiaérea nacional, los de alerta temprana sobre ataques con misiles y los sistemas de exploración orbital tanto con ayuda de medios terrestres como por satélite. Los armamentos incluyen los sistemas S-300 y el Sistema de Defensa Antimisiles de Moscú, dotado de interceptores de misiles balísticos intercontinentales.

El objetivo de Occidente es llegar a Rusia para desestabilizarla —como en los peores tiempos de la guerra fría— o en última instancia agredirla de ser necesaria la confrontación directa.

Pero se enfrentan a obstáculos como el de un país poderoso, un gobierno firme y decidido, una política fuerte y una diplomacia de vanguardia, junto a una poderosa fuerza militar.

En esta nueva crisis —a partir de la no aceptación por Kiev de las condiciones que impone la Unión Europea para su asociación—, Rusia puso sobre la mesa un préstamo de 15 mil millones de euros y bajó el precio de sus productos energéticos, a favor de que Ucrania no volviera a caer en los difíciles momentos de la década de los noventa.

Pero Occidente incentivó a los grupos profascistas, a los incendiarios, a los antirusos y ahora tratan de aumentar la presión internacional, cuando Rusia asume una posición firme de defensa a sus ciudadanos en la región de la República Autónoma de Crimea.

Acusa Washington a Moscú cuando el Parlamento y el gobierno rusos adoptan decisiones encaminadas a proteger a sus ciudadanos o velar por la tranquilidad en la región de Crimea, donde tiene instalada una base naval importante en el puerto de Sebastopol, en el Mar Negro.

Además, más del 58 % de la población de Crimea es de origen ruso, aproximadamente un millón de personas.

Resulta importante retrotraerse a las invasiones y los bombardeos norteamericanos y de la OTAN a Iraq, Afganistán o Libia, y preguntarse cuántos ciudadanos norteamericanos o europeos vivían en esos países, para defender siquiera sus vidas ante la cruzada antiterrorista que usaron como justificación.

¿POR QUÉ CRIMEA?

Poblada por algo más de dos millones de habitantes, 58 % de ellos rusos, 32% ucranianos y 10 % tártaros, la República Autónoma de Crimea se ha convertido en el centro de balance de las tensiones creadas por Occidente en la intención de acercar sus fronteras —y cohetes— a la Federación Rusa.

Crimea, desde el año 1774 perteneció a Rusia, hasta que en 1954, por decreto del Presidio del Consejo Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la región pasó a la República Socialista Soviética de Ucrania (integrante hasta 1991 de la URSS). De este modo, tras la desaparición de la Unión Soviética, Crimea acabó formando parte del Estado ucraniano.

Ocupa un territorio de 26 mil 100 kilómetros cuadrados, y primero la Unión Soviética y luego Rusia han tenido allí una base de su flota militar en el Mar Negro, con asiento en la ciudad de Sebastopol, la urbe más importante y punto estratégico hacia el este de Europa y el oeste de Asia.

Los acuerdos entre Rusia y Ucrania, establecen el derecho de Moscú a mantener esa base hasta el año 2042.

Antiguamente, Crimea, cuyo nombre se origina de Kymeria o Cimeria (país de los cimeros) era conocida por los griegos como Kersonesos Taurikos, luego latinizado Chersonesus Taurica, nombre derivado de tauri, una tribu que descendía de los cimerios.

En la Segunda Guerra Mundial, Crimea fue ocupada durante cuatro años por Alemania y más tarde fue liberada por las tropas del ejército rojo.

Con la desintegración de la URSS en 1991, la posesión de Crimea se convirtió en un foco de tensión entre Rusia y Ucrania. Incluso, el Soviet ruso aprobó una resolución anulando la transferencia de Crimea a Ucrania realizada en 1954. Por su parte, en 1992, el Soviet Supremo de Crimea proclamó la región como una república autónoma.

No obstante, el gobierno ucraniano insistió en retener a Crimea dentro de la estructura administrativa de ese país.

En enero de 1994 se celebraron las primeras elecciones para la presidencia en Crimea, y cinco de los seis candidatos apoyaron públicamente su reunificación con Rusia, incluido el vencedor, Yuri Meshkov.

Actualmente su población está integrada por tres grupos principales: las etnias ucranianas del norte, las rusas en el sur y los tártaros, en el centro.

Crimea conecta con el resto de Ucrania por el istmo de Perekop, de una anchura de 5 a 7 km. En el extremo oriental se encuentra la península de Kerch, que está directamente frente al itsmo de Taman, en tierras rusas y entre ambas se localiza el estrecho de Kerch, que une el mar Negro con el mar de Azov.

Las actuales autoridades de la República Autónoma de Crimea desconocen al gobierno de facto de Kiev. Proponen la realización de un referéndum el próximo 16 de marzo para que los electores decidan su futuro estatus y la relación con Rusia y Ucrania.

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