
No fue esa una observación caprichosa. Apreció en dicho intervalo el completamiento de un ciclo del devenir de la especie humana, en tanto el mundo cambió radicalmente al estallar la conflagración europea en 1914 y volvió a hacerlo al entrar en crisis el sistema socialista en el Viejo Continente a partir de1989.
De manera que en este 2014 se cumple un siglo del inicio de lo que posiblemente resultó el siglo más breve de la era moderna, aunque quizá el más atribulado e intenso a escala global.
Todo comenzó el 28 de junio de 1914 con el famoso pistoletazo de Sarajevo, que cortó la yugular del príncipe heredero del Imperio Austro-Húngaro, Francisco Fernando. Aun-que, en verdad, todo fue incubándose desde mucho antes. El atentado solo fue la chispa que puso en movimiento los grandes intereses de la época e hizo insostenible el precario orden establecido. El tránsito del capitalismo a la fase imperialista, proceso que se había iniciado ya a finales del siglo XIX y una de cuyas manifestaciones políticas se reflejó en tierras cubanas con la intervención norteamericana en la guerra de independencia prácticamente ganada por los mambises, implicaba por fuerza un nuevo reparto del mundo.
Y esa voracidad imperial se desató apenas dos meses después de que el joven serbio Gavril Pincip descargara su Browning sobre el Archiduque en una calle de la capital de Bosnia y diera muerte también a su esposa Sofía, en un episodio rodeado de detalles rocambolescos, puesto que una hora antes la comitiva real había sido blanco de un bombazo mientras otro de los complotados trataba de suicidarse con una cápsula de cianuro vencida.
Como un torbellino los eventos se sucedieron. Viena exigió la humillación de Bel-grado, al suponer, como era cierto, que la cúpula militar serbia estaba detrás del atentado. Alemania, que formaba con el Imperio Austro-Húngaro la Triple Alianza (también figuraba Italia pero en un primer momento se desentendió del pacto), respaldó la exigencia mediante un ultimátum. Rusia, aliada de Serbia y de Francia y Gran Bretaña en virtud de la Triple Entente, rechazó la presión y movilizó a sus tropas. El 28 de julio Austria-Hungría apoyada por Alemania declaró la guerra a Serbia. Entonces se pusieron en marcha las alianzas: Rusia aliada de Serbia declaró la guerra a Austria-Hungría. El primer día de agosto Alemania aliada de Austria-Hungría declaró la guerra a Rusia y dos días más tarde a Francia. La penetración alemana en Bélgica con vistas a la invasión de Francia, decidió a Gran Bretaña a declarar la guerra a los alemanes, el 4 de agosto.
Como era de esperar, las élites de las potencias responsables a lo largo de los cuatro años, tres meses y 14 días que duró una guerra que involucró a 32 naciones sin contar los territorios coloniales, atizaron de una manera burda e interesada los sentimientos nacionalistas e hicieron creer a las tropas y sus familias que se jugaban el orgullo patrio, mientras el complejo militar industrial sacaba los mayores dividendos del conflicto.
Todavía hoy ciertos espíritus afines al sonido de los tambores bélicos celebran la aparición y desarrollo de nuevos armamentos para la época: aviones de combate, cañones, ametralladoras, fusiles, torpedos y gases, primeras armas de la guerra química.
Al final la Entente se impuso a la Triple Alianza. Alemania perdió, el Imperio Austro-Húngaro desapareció, y Estados Unidos entró en el conflicto solo en 1917, para que sus oligarcas se enriquecieran sin que su territorio sufriera el más mínimo daño.
La atrocidad tuvo nombres y apellidos, los de 9 millones 272 mil víctimas mortales, los 6,5 millones de inválidos y los 8,1 millones de huérfanos.
El siglo que comenzó en Sarajevo fue testigo de otras barbaries: la Segunda Guerra Mundial mucho más cruenta que la primera, el uso de armas atómicas contra la población civil, la utilización masiva de armas químicas y bacteriológicas, y la depredación del ambiente.
Pero también fue el siglo de la Revolución de Octubre, de la descolonización, de la Revolución Cubana, de la derrota imperialista en Vietnam.
Cuando cayó el Muro de Berlín, el siglo XX prácticamente quedó atrás y se anticipó un siglo XXI con el cuento del fin de la Historia y las ideologías, la imposición de un pensamiento único y el triunfo de la pax americana, falacias que a estas alturas se han hecho trizas.
Un nuevo siglo en el que muchos estamos empeñados, a pesar de tanta infamia, en construir un mundo humanamente posible para todos.
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