Holanda conquista la “Fortaleza” de Memo

Los duendes del fútbol suelen ser caprichosos, así que en los Mundiales desde luego pueden darse partidos así. Le había pasado un día antes a Chile, en penales, contra su “bestia negra” Brasil, y ayer le tocó a México, que en seis minutos, los que van del 88 al 94, volvió a padecer ante Holanda su particular “maldición de los octavos”.

Por sexta ocasión consecutiva cayó el Tri en esa instancia, y lo hizo de la forma más cruel, cuando acariciaba ya el triunfo. Si los partidos durasen 80 minutos habría ganado con total merecimiento, porque hasta ese momento había jugado mejor, mucho mejor. Audaz en su propuesta, brioso en el empeño, sin renunciar al ataque ni pedir tregua ante la Holanda más mecánica que se recuerde.

No está acostumbrado el actual equipo de Van Gaal a llevar el peso de los partidos y bajo el calor intenso que llovía en Fortaleza —tan intenso que el árbitro portugués Proença debió autorizar dos pausas para hidratarse— prefirió basar su apuesta de nuevo en la teoría del error ajeno.

Por eso México había establecido la ventaja 1-0 en el marcador, con el zurdazo seco y lejano de Giovani que tomó por sorpresa a la zaga oranje y al arquero Cillessen, mientras su público comenzaba a cantar otra vez, alegre y confiado, en la grada.

Pero los partidos duran una hora y media, más el descuento que añada el árbitro. Y ya sin fuerzas, tras el denodado esfuerzo, México terminó parapetándose tras la figura de su portero Memo Ochoa, otra vez inmenso bajo los tres palos, en el mismo estadio que brindó un auténtico recital de paradas ante la canarinha en la fase de grupos: cuando no le bastaba la pericia para atajar, lo acompañaba la suerte.

La suerte, sin embargo, es un recurso efímero y volátil, y Holanda dispone también de excelentes individualidades, de manera que Van Gaal dio entrada al joven Depay —al que parece reservar el papel de “revulsivo” en el banquillo—, Robben pasó del modo “velocista” al modo “correcaminos” y, ¡beep, beep!, la oran­je comenzó a aparecer por todos lados. Hasta que Sneijder pescó un balón suelto en el enésimo corner para firmar el empate y el propio Robben se inventó un penal de Márquez que el cazador Huntelaar no falló, como dicta la tradición holandesa en el oficio. Por un momento, el pasmo se dibujó en los rostros mexicanos y su socorrida frase cada cuatro años cobró todo el sentido del mundo: jugando como nunca, perdieron como siempre.

Se frustraba así el duelo de CONCACAF en cuartos, porque Costa Rica logró un histórico pase, al imponerse contra viento y marea —otra vez con gol de Bryan Ruiz— a la batalladora Grecia, tras acabar con diez por la expulsión del defensor Oscar Duarte y sufrir un agónico empate en el descuento. Si en el fútbol también se gana con carácter, los ticos sacaron a relucir el suyo a raudales y vencieron en la tanda de penales. Borges, Ruiz, González, Campbell y Umaña dijeron ¡adentro!, ejecutando con acierto todos sus cobros, mientras en la Arena Pernambuco se agigantaba la figura de Keylor Navas. Un portero formidable. ¡Pura vida!

El día antes, también desde los once pasos, Brasil había derrotado a Chile por los pelos y los palos, con una perspectiva inquietante, eso sí: tener que enfrentarse ahora a Co­lombia, que venció a la garra charrúa en el mítico Maracaná. El dolor de cabeza para Scolari, obviamente, es que la canarinha no convence si Neymar no marca, y el equipo de Pékerman es mucho más que el talentoso James Rodríguez. En su segundo gol ante los uruguayos, de hecho, trenzaron más pases de los que ha podido hacer Brasil en ninguna jugada hasta ahora. Será entonces un duelo tremendo, a no ser que los caprichosos duendes decidan lo contrario.

Resultados del fin de semana.

Octavos: Brasil, 1-Chile, 1 (3-2 en penales) (David Luiz, min. 18 - A. Sánchez, 32); Colombia, 2-Uru­­guay, 0 (J. Rodríguez, 28, 50); Holanda, 2-Méxi­co, 1 (Sneijder, 88; Huntelaar, 90+4 de penal-Dos Santos, 48); Costa Rica, 1-Grecia, 1 (5-3 en penales) (Ruiz, 52 - Sokratis, 90+1).