Un Mundial sin sorpresas chiqui… ¡ticas!

Ahora sí cabe hacer la recomendación en voz alta: rompan todos sus pronósticos y no busquen más tapados en Brasil, porque Costa Rica, señores, es la gran revelación de este Mundial.

Todos, sinceramente creo que todos, dábamos por hecho que no sobreviviría, entre tanto campeón, en el “grupo de la muerte” más avieso que haya deparado jamás un sorteo. Pero los ticos nos han dejado con la palabra en la boca. Como dijo el capitán Bryan Ruiz, protagonista de su último triunfo: “Los muertos son otros”. Y en San José ahora mismo festejan con pitos y flautas su clasificación a octavos junto a Ho­landa, Chile y Colombia, tras apenas dos jornadas.

No es para menos. Esa gesta histórica cobra aún más realce si se atiende que en el camino el equipo ha dejado contra las cuerdas a dos ri­vales de alcurnia como Uruguay e Italia —obligados a “matarse” entre sí por el otro boleto—, con un efecto colateral destacable: la temprana eliminación de Inglaterra, otro peso pesado mundial.

Detrás del éxito costarricense, sin embargo, no hay más receta que el entusiasmo desbordante y la convicción en sí mismos de sus jugadores, aderezados con el tino y la buena mano del colombiano Jorge Luis Pinto para imprimirles desde el banquillo el rigor táctico necesario, con la solidaridad y el esfuerzo colectivo por bandera.

Aunque si algo distingue a esa amalgama es la habilidad camaleónica que le prodiga a Costa Rica para ajustarse sobre el campo a cada rival y su estilo. Ya el primer día había sido más Uruguay que Uruguay al oficiar una remontada vibrante (3-1) y ayer fue más Italia que Italia para defender su portería.

Ganó por la mínima, parapetada tras cinco defensas y un portero solvente como Keylor Navas, si bien el chileno Osses pudo pitarle un penal a favor, cuando un derribo clarísimo de Chiellini a Campbell precedió el segundo gol “tecnológico” sobre la raya que firmó Bryan Ruiz de cabeza.

El gran mérito de los ticos, no obstante, fue cortocircuitar el juego contrario y, sobre todas las cosas, frenar a Pirlo. Al punto de que el “cerebro” italiano —un auténtico manual de centrocampismo con piernas— apenas entró en contacto con el balón y en la primera mitad solo pudo repartir la mitad de los pases que dio ante Inglaterra.

Aun así, las mejores ocasiones para la squadra azzurra nacieron de sus botines, con el mano a mano que Balotelli quiso transformar de vaselina y echó fuera, y otro fogonazo del propio SuperMario que despejó Navas. En la segunda parte, el seleccionador Prandelli efectuó con forzada audacia los tres cambios que supuestamente debía, dándole entrada a Cassano, Insigne y Cerci; pero con un buen planteamiento y el calor en Recife como aliado Costa Rica acabó celebrando otra sorpresa ma­yúscula.

No fue la única de la jornada, porque en el otro duelo de vencedores por el grupo E, Francia arrancó bailando a Suiza al ritmo de La Mar­sellesa, Suiza se sumó luego al baile y los goles acabaron lloviendo en la Arena Fonte Nova como el confeti. Siete en total, de la factura más diversa, incluyendo el primero de tiro libre para este Mundial.

Y eso que Benzema le regaló un penal al arquero Benaglio, Cabaye falló incomprensiblemente después contra el palo y el árbitro holandés Björn Kuipers le escamoteó un golazo al propio Benzema, al pitar el final del partido, cuando se colaba en la portería suiza. Ya saben para que el ariete francés —con tres tantos en el torneo— durmiera acompañado ayer en la cima de los goleadores por el alemán Müller, los holandeses Van Persie y Robben, y el ecuatoriano Enner Valencia, que se encargó de reactivar a su equipo con un doblete ante Honduras.

Resultados. Grupo D: Italia, 0-Costa Rica, 1 (Bryan Ruiz, min. 44). E: Suiza, 2-Francia, 5 (Dzemaili, 81; Xhaka, 87-Giroud, 17; Matuidi, 18; Valbuena, 40; Benzema, 67; Sissoko, 73); Honduras, 1-Ecuador, 2 (Costly, 31-E. Valen­cia, 34, 65).