Según Fred R. David, la administración estratégica se define como «el arte y la ciencia de formular, implementar y evaluar decisiones multidisciplinarias que permiten que una empresa alcance sus objetivos» (David, 2013). Tal condición multidisciplinar implica la amplitud de los alcances en un concepto que necesita vigilancia y autoevaluación continua, así como replanteos permanentes en atención al entorno.
En términos prácticos, esta multidisciplinariedad implica la obligación de integrar «la administración, el marketing, las finanzas y la contabilidad, la producción y las operaciones, la investigación y el desarrollo, y los sistemas de información, para lograr el éxito de una organización». (Idem)
Para el autor, pese a que el término se suele confundir con la planeación estratégica, esta trabaja con plazos largos y «busca optimizar las tendencias de hoy para el mañana», en tanto la administración estratégica enfoca su acción en «crear y aprovechar oportunidades nuevas y diferentes para el futuro». Dicha proyección es desarrollada sobre la base de los siguientes «nueve términos clave: ventaja competitiva, estrategas, declaración de la visión y misión, oportunidades y amenazas externas, fortalezas y debilidades internas, objetivos a largo plazo, estrategias, objetivos anuales y políticas».
Para Torres Hernández (2014), la administración estratégica es concretada a través del manejo de tres grandes conjuntos: la planeación (cuyo alcance incluye plan, programa, proyecto, actividad y tarea); el diagnóstico (que incluye entorno externo, ambiente interno, oportunidades, amenazas, fortalezas y debilidades) y los conceptos específicos para el acto de administrar (giro o actividad exacta en la que se opera, visión, misión, objetivos, ideales, estrategia, táctica y políticas).
El arte de la administración estratégica implica comprender que los conjuntos y sus integrantes conforman variables, interdependientes entre sí, que interaccionan y generan cantidades de información que es imprescindible vigilar y estudiar de manera continua; estimulan o retrasan el desarrollo de la empresa u organización en el corto, mediano o largo plazo, ya sea propiciando un crecimiento y mejora, o una crisis y extinción. Aunque proveniente del mundo empresarial, esta estructura de pensamiento, diseño, acción y control –con los ajustes pertinentes– tiene alta aplicabilidad en las más diversas instituciones, asociaciones y organizaciones; con ello son puestos a prueba el liderazgo, la gestión de recursos humanos, el manejo de la información, del talento e innovación, la cultura organizacional, etc.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
David, Fred R. Conceptos de administración estratégica. México: Pearson Educación, 2013.
Torres Hernández, Zacarías. Administración estratégica. México, D.F.: Grupo Editorial Patria S.A., 2014.
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CCordobes dijo:
1
3 de abril de 2023
17:59:43
GREGORIO SAEZ F dijo:
2
3 de abril de 2023
20:20:55
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