Según Johan Galtung, debemos entender por violencia cultural «aquellos aspectos de la cultura, el ámbito simbólico de nuestra existencia (materializado en religión e ideología, lengua y arte, ciencias empíricas y ciencias formales –lógica, matemáticas–), que puede utilizarse para justificar o legitimar violencia directa o estructural». (Galtung, 2003).
En base a la definición anterior, las posibilidades de ejercicio de violencia cultural se encuentran distribuidas en todos los ámbitos de la vida en los que son empleados el lenguaje, los procesos de razonamiento e interpretación, y son practicados, en cualquiera de sus formas e intenciones, cualquier clase de acto comunicativo.
Para Oviedo Sotelo, la violencia cultural se manifiesta en el abanico de formas mediante las cuales son posibles la «denigración, degradación, burlas, minimización, desprecio u otorgamiento de estatus inferior a ciertos grupos humanos, en especial a aquellos más vulnerables o con menos poder». (Oviedo Sotelo, 2017).
Lo anterior significa que, si bien la violencia cultural puede ser ejercida a través de actos individuales dentro del espectro de las relaciones interpersonales, también se articula como parte de una estructura de relaciones asimétricas de poder entre actores de grupos o estamentos diferenciados.
De esta forma, anota el autor, la violencia cultural está vinculada, entre otros, «al machismo, el sexismo, la homofobia, la transfobia, la segregación cultural, el fanatismo religioso (especialmente el fundamentalismo), el racismo, la xenofobia, el edadismo, el capacitismo, el lateralismo, la marginación, el etnocentrismo y discriminaciones diversas».
Para Jiménez Bautista, quien, al analizar el concepto desde la óptica de los estudios sobre la cultura de paz –sigue la propuesta de Galtung–, la violencia cultural es una de las tres dimensiones de lo que este último identifica como el triángulo de la violencia, y que podemos comprender según lo siguiente: «se ha llegado a distinguir entre violencia directa (verbal, sicológica y física), violencia estructural y, más recientemente, violencia cultural y/o simbólica, de acuerdo con las características, ámbitos y dimensiones donde se desarrollan». (Jiménez Bautista, 2019)
A propósito de esta última, Jiménez Bautista propone que la entendamos como parte de un entramado del que participa «todo aquello que en el ámbito de la cultura legitime y/o promueva tanto la violencia directa como la violencia estructural». (Idem)
Para combatir esto, señala Galtung: «la humanidad debe tener grandes reservas de los tres ingredientes básicos de una cultura de paz o de paz cultural frente a violencia cultural: no violencia, creatividad, empatía». (Galtung, 1998).
TÉRMINOS RELACIONADOS:
Cultura de paz - Educación para la paz- Guerra – No violencia – Pacifismo
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:
Galtung, Johan. Violencia cultural. Gernika Gogoratuz. Centro de Investigación por la Paz. Fundación Gernika Gogoratuz, 2003.
Galtung, Johan. Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia. Bilbao, Bakeaz/Gernika Gogoratuz, 1998.
Jiménez Bautista, Francisco. Antropología de la violencia: origen, causas y realidad de la violencia híbrida.
En: Revista Cultura de Paz (Ecuador); Volumen 3. Enero 2019 - Diciembre 2019.
http://revistadeculturadepaz.com
Oviedo Sotelo, Daniel. 33 tipos de discriminación escolar. Analizando la violencia simbólica infantil desde la Investigación para la paz. Revista Científico-Pedagógica Kuaapy Ayvu (Paraguay) Año 8, n.° 8, 2017.
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Brenda Cardenas Soto dijo:
1
11 de marzo de 2023
20:28:28
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