Para Alan Irwin, quien acuñó el concepto, «Ciencia ciudadana implica una forma de ciencia establecida y desarrollada por los propios ciudadanos».
Según el autor, el nacimiento y progresión de la ciencia ciudadana se produce en el marco de transformaciones de la sociedad que se verifican en ámbitos tan diversos como la comunicación, la complejidad de los procesos productivos, la propia ampliación de investigación/acción de la ciencia, los actuales contextos «de riesgo» y «problemas ambientales», así como la búsqueda de modelos de desarrollo sostenible.
El término impulsa un escenario que supone la articulación organizada, permanente y productiva entre expertos, comunidades y, en general, ciudadanos en el establecimiento de un diálogo mutuamente enriquecedor.
Ello demanda la implicación directa de la ciencia y los científicos en el enfrentamiento a problemáticas sustantivas para la vida en las comunidades; el despliegue en estas de tareas de apoyo a la investigación científica; la transmisión de conceptos, herramientas y metodologías en la comunidad; la presentación, escucha e integración de los saberes acumulados dentro de esta de las problemáticas citadas.
En términos prácticos, estas acciones pueden cubrir: apoyo en la recogida de datos (incluye reacciones y conductas de los propios participantes); formación de nuevos conceptos; definición de problemas; diseño y/o conducción de investigaciones; análisis de los resultados y su diseminación; elección de procedimientos para su correcto manejo o solución; así como la valoración del proceso global.
Puesto que la propuesta incluye a sujetos no-expertos en las tareas de organización, investigación, producción de conocimiento científico y comunicación del trabajo de la ciencia, es evidente que se propone reestructurar las relaciones entre instituciones científicas, academia, comunidad y poderes públicos. La lógica final de estos procesos debería generar: solución de problemas, fortalecimiento del conocimiento científico, diálogo entre saber tradicional y conocimiento científico formal; aumento del conocimiento y manejo de conceptos y herramientas de ciencia formal en las comunidades; aumento en las posibilidades de autoorganización y participación de la comunidad en la agenda pública; cambios en la percepción social acerca del rol de la ciencia en la transformación de experiencias comunitarias; así como al planteo e intensificación de un debate político abierto acerca de la interacción entre ciencia-naturaleza-sociedad.
Sobre esta base podemos afirmar que las particularidades, extensión, desafíos y beneficios de las prácticas de ciencia ciudadana están en relación de dependencia directa con las esencias políticas inherentes al sistema social donde se les promueva.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Irwin, Alan. Citizen science. A study of people, expertise and sustainable development. Taylor & Francis e-Library, 2002. Reimpresión del original publicado por Routledge (1995)
Vohland, Katrin et. al (eds.) The Science of Citizen Science. Suiza: Springer, 2021 (edición electrónica)
Arza, Valeria; Actis, Guillermina; Curutchet, Sofía; Castro, Leticia; y Velarde, Malena. Ciencia Ciudadana: beneficios y desafíos con ilustraciones de casos de Argentina. Centro de Investigaciones para la Transformación, Escuela de Economía y Negocios Universidad Nacional de San Martín, Documento de Trabajo N°71, diciembre 2021.
Blasco Ejarque, José Luís et. al. Ciencia ciudadana y nuevas relaciones de poder y control. NÓMADAS 55 | julio-diciembre de 2021 - Universidad Central – Colombia.
CONCEPTOS RELACIONADOS:
Auto-organización - Ciencia abierta - Comunidad - Gobernanza Políticas sociales - Saber/Poder - Solución de conflictos.
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