ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Alba es el único taekwondoca cubano doble medallista olímpico. Foto: Ricardo López Hevia

París.–No llegó Cuba al propósito que traía a estos Juegos Olímpicos, no se alcanzó un lugar entre los 20 primeros. Eso es cierto, pero si alguien duda de la hidalguía de los deportistas cubanos, si alguien quiere saber de qué están hechos, el cierre de Rafael Alba, con una medalla de bronce llena de honor, vale por todo el oro del mundo.

Salió en su primera pelea con el número cinco del ranking mundial, el turco Emre Kutalmis Atesli; después le tocó enfrentar al tercero de ese listado, el inglés Caden Cunningham, actual campeón europeo, con quien cedió en cerrado pleito. Siguió frente al campeón mundial y subcampeón olímpico, Abdoulrazak Issoufou, de Níger, y terminó ante el croata Iván Sapina, con quien se había medido en una final de Grand Prix.

El santiaguero cubrió ese exigente trayecto, para convertirse en el único taekwondoca cubano en ser doble medallista olímpico, pues a esta une su lauro, también de bronce, en Tokio-2020.

Esta, dijo, tiene un valor mucho mayor. «Los aficionados solo ven la parte linda del deporte, cuando el atleta gana, cuando nos paramos en un escenario lleno de luces y el público aplaude. Pero lo que no se ve es la parte que no tiene luces: las lesiones, los dolores. En mi caso, por ejemplo, dos operaciones, alejado de la familia, con estos Juegos arriba y el proceso de clasificación hasta el último momento, casi sin poder competir. Por eso, esta sabe a oro».

Alba volvió a amanecer aquí, y lo hizo como Agramonte, con la vergüenza de los cubanos, o como un Maceo, antes que abandonar su compromiso. No se rindió, porque en esa lucha le iba toda una vida de sacrificios y de consagración a los colores que defiende.

En el combate ante el británico, después de caer por golpes al peto en el primer asalto, pues no se marcaron puntos, salió a presionar, resintiéndose de sus lesiones. Sin embargo, obligó a decidir en el tercero, que caminaba por el mismo curso que el inicial.

«No podía caer otra vez sin puntos recibidos, entonces lo arriesgué todo tratando de marcar. O sumaba o perdía, había que intentarlo, y el joven inglés logró llevar los puntos a la pizarra».

Frente al de Níger no dio tregua, y en otro reñido duelo, salió airoso por 2-1. Ya en el umbral del podio, al croata le cayó encima toda la resiliencia y la capacidad de resistencia de la cubanidad con la que Alba enfrentó está lid. En la porfía por el bronce, como si estuviera disputando el mismísimo título, Alba no dejó de marcar y su adversario croata no pudo tocarlo. Resultado: 2-0.

«Ahora toca dedicarle tiempo a mi hijo, devolverle todo el que le tuve que quitar. Después pensaré qué hacer, pero me gustaría transmitir mis conocimientos», afirmó.

–¿Entrenador?

–Quién sabe, a lo mejor.

–¿Estás anunciado tu retiro del deporte activo?

–Sí.

Con esa probada entereza, el santiaguero deja la obra de más glamour del taekwondo cubano, una galería que recorre estás dos medallas olímpicas, dos pergaminos dorados en campeonatos mundiales, más uno de tercer lugar; una presea de oro en Juegos Panamericanos, y tres en los torneos continentales de este deporte.

Nos deja, además, la convicción de que por muchas que sean las dificultades, siempre se puede. «Solo hay que proponérselo y asumir el compromiso».

Foto: Ricardo López Hevia
Foto: Ricardo López Hevia
Foto: Ricardo López Hevia
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