ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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París.–España, al igual que Cuba, amaneció ayer con dos medallas de oro, una en las velas y otra en el atletismo. La Mayor de las Antillas las alcanzó con Erislandy Álvarez, en el boxeo, y con el suceso más trascendental de estos Juegos Olímpicos: la quinta presea dorada, de forma consecutiva, de Mijaín López.

Sin embargo, hay voces muy autorizadas del país más grande de la península ibérica que, si bien no critican a sus atletas, sí lo hacen con los periodistas.

«Me pone enferma el paternalismo baboso empleado con los deportistas que no han conquistado medalla o alcanzado su objetivo. No es el papel del periodismo», escribió en x María Escuario, una destacadísima profesional de la crónica deportiva de la televisión pública española, con 40 años de experiencia y un exquisito legado.

Ciertamente, los periodistas que seguimos el deporte, nos involucramos tanto en la historia de los atletas que, en muchas ocasiones, terminamos confundiendo los roles. A veces parecemos más entrenadores que informadores, o lo que es peor, caemos en el papel de los directivos administrativos, quienes deben responder en un país por su encargo social.

Tengo que decir que nuestra profesión, al estar tan cerca de estrellas, nos da el privilegio de tocarlas con las manos, y no verlas de lejos, en el firmamento, como el resto de sus seguidores. Porque una cosa sí es cierta, no conozco a ningún colega que no sienta por un equipo. Mi amigo y comentarista de la Televisión Cubana, Reinier González, me dijo que «el periodista que no tenga equipo no sabe vivir el deporte».

Aquí vemos al resto de los cronistas del mundo saltar, emocionarse y disfrutar de los triunfos de los atletas de sus naciones, como si fueran los hacedores de esa victoria. Por supuesto, también han sufrido los reveses, y como ellos

–porque igual somos seres humanos– no nos recuperamos al tener delante al protagonista, en el momento en que debemos anotar nuestro gol, la canasta o dar el salto decisivo.

Claro que no justifico ninguna postura que no cumpla con la misión que tenemos de servidores públicos, pero entiendo que el sentimiento por la bandera es igual para el deportista que para el periodista. El reto nuestro es, aun así, realizar un trabajo objetivo.

A los cubanos nos pasa. París nos ha lanzado ese desafío. Acostumbrados a redactar textos de campeones, en estos Juegos solo hemos podido usar los adjetivos destinados a los dioses de las canchas en par de oportunidades.

Sin embargo, las miradas más críticas, a mi juicio, no han de caer en los deportistas. Ellos son los más sacrificados, son los que exponen su físico a metas que traspasan los límites del ser humano.

Una cosa es el análisis de las proyecciones, y si realmente estas se ajustaban a las realidades, y otra, emprenderla contra el atleta. Eso es válido para España, Cuba, o para Marte, si algún día se aparece con una delegación.

¿Cómo podría reaccionar un colega serbio ante las irregularidades arbitrales en el partido de su equipo de baloncesto, que estuvo a punto de dejar fuera al dream team de la nba estadounidense en la noche del pasado jueves?

Por supuesto que los árbitros, también seres humanos, no son perfectos y no están exentos de errores. Sin embargo, al ser más de uno en ese crucial choque, que finalizó por 94-91, se siembra la duda o el suspenso sobre lo que pudo haber ocurrido si no existieran esas marfiladas.

En fin, creo que cualquiera de nosotros tiene un deportista dentro, a lo mejor frustrado, pero queriéndose salir por encima del periodista. Entonces, la medalla de oro se gana por controlar a ese «adversario», porque si nos vence en ese duelo, como dice María, nos saca del papel y perdemos el juego.

Una cosa sí está clara, al menos del lado de nuestro grupo de prensa aquí: nosotros también somos del equipo Cuba. (o.s.s.)

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Miguel Ángel dijo:

1

10 de agosto de 2024

05:51:55


Compañero Oscar Sánchez Serra. Magnífica la aclaración, para mí y acredito que para muchas personas nuestros informadores, cronistas deportivos, narradores y otros son parte indisoluble de nuestro deporte revolucionario, de sus deportistas, que son los verdaderos héroes. En nuestro país, sufren las mismas carencias y necesidades del heroico pueblo cubano, se esfuerzan doblemente para alcanzar los éxitos. Los directivos tienen que responder por su función, los informadores son deportistas, cómo la mayor parte del pueblo, conocedor de as actividades deportivas.