PARÍS.-En medio de las descargas de adrenalina, por las competencias al más alto nivel en los Juegos Olímpicos, llegó la triste noticia del último remate de Mercedes Pomares.
«Conmocionada, y así estaré varios días. Mechu era la estrella que seguíamos, cuando mis compañeras y yo empezamos. Recuerdo que cuando fui a mi primer campeonato nacional, en Santiago de Cuba, le dije a mis entrenadores de Camagüey que quería usar el número cuatro. Ese era el de ella».
Entre sollozos, aquí en calidad de vicepresidenta de la Federación Internacional de Voleibol, Mireya Luis, la tricampeona olímpica y capitana de aquel legendario equipo de Morenas del Caribe, evocó a Pomares, a quien definió como una hermana.
«La seguía tanto que quería ser hasta zurda como ella, que se ganó ese epíteto de la zurda de oro, por la fuerza de su remate, por la entereza en el terreno, por el respeto que inspiraba Mercedes Pomares Primelles».
«Fue la líder de aquel equipo que, comandado por otro invencible, Eugenio George, ganó el primer título mundial, en 1978, y nos abrieron el camino a la próxima generación, de la cual ella fue maestra».
Mireya contó que «sus consejos nunca nos faltaron. Tampoco una jarana, para hacernos reír en los momentos más difíciles».
El deporte cubano pierde un símbolo, pero se queda su ejemplo. La zurda de oro será velada en La Habana y sus restos descansarán en su natal Majagua, en Ciego de Ávila
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