PARIS. —A poco estuvimos de no ver a Erislandy Álvarez regalarle a la delegación cubana la primera victoria del buque insignia del deporte de la Mayor de las Antillas, en estos Juegos Olímpicos.
El boxeador caribeño liquidó, en poco más de tres minutos, a la altura del segundo asalto, a John Ume, de Papúa Nueva Guinea. Pero, además, los periodistas cubanos, mi tocayo Figueredo de Cubadebate, casi un práctico en el metro parisino; Norland Rosendo, de Juventud Rebelde, y mi compañero Ricardo López, con sus cámaras a cuestas, recorrimos medio París bajo tierra para llegar al cuadrilátero. Por un momento pensamos que no llegaríamos a tiempo, pero nos salvó el campanazo inicial.
Ya en la París Norte Arena, muy cerca del aeropuerto Charles de Gould, vimos a un Erislandy preciso en el golpeo, con buena defensa y un desplazamiento que siempre le permitió desembarcar sus puños con efectividad, dejando indefenso al contendiente africano, quien, a pesar de verse superado, nunca dio paso atrás.
Debuta Cuba en el boxeo.
— Periódico Granma (@Granma_Digital) July 27, 2024
63,5 kg, dieciseisavos de final.
Segundo asalto.
Erislandy Álvarez vence a John Ume por RSC.
«Tenía una gran responsabilidad: ser el primero de nuestro equipo en subir al ring, y eso me tenía algo tenso, pero no dude jamás de la preparación que hemos realizado», dijo Álvarez al finalizar el combate.
Preguntado hasta dónde podía llegar en estos Juegos, luego de un proceso clasificatorio muy tenso, respondió que «primero estaba seguro de venir a París, y ahora no tengo otra cosa en mente que ganar cada pelea».
Dicho así, entonces Álvarez tiene en mente el título olímpico. «Podemos lograrlo o no, pero mis compañeros y yo hemos venido con ese propósito, y para ello lo más importante es el combate del día, sea cual sea el nivel de los contrarios», aseguró.
Cuba llega aquí con un equipo al que le faltan dos púgiles que no hicieron el grado, pero también con mucha juventud. Erislandy es expresión de ella. «Estoy muy orgulloso de pertenecer al equipo Cuba de boxeo, es algo que solo el que está dentro y el que ama este deporte, sabe cuánto significa», expresó.
Las tribunas de la Paris Norte Arena aplaudieron el buen boxeo del cubano, pero cuando se ganó una ovación cerrada fue tras decretarse el RSC sobre su oponente. Lo fue a buscar a su equina, lo reconoció, y acto seguido lo invitó al centro del ring para levantarle el brazo en señal de que él, al estar aquí, también era un vencedor.








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