matanzas.–A nadie llamó mucho la atención la mujer que cargaba una jaba de nailon y anunció, casi con excusas, que quería hacer un pequeño donativo.
Fue en el lobby del Hospital Faustino Pérez, en la mañana del sábado 6 de agosto, apenas unas tres horas después de la primera y letal explosión en la Base de Supertanqueros.
Dijo llamarse María Caridad Rodríguez Ortega y, luego de colocar su aporte sobre una mesita, explicó que se trataba de algo muy modesto, solo unos cuantos medicamentos que suelen utilizarse en pacientes con quemaduras graves. Combinados con otros, ayudan a prevenir y tratar infecciones.
Pasados unos minutos se le vio conmovida por la reacción de las enfermeras de la sala donde dejó el preciado donativo. «Se pusieron muy contentas y no sabían cómo agradecer».
Luego contó que el gesto nació de su hermana, residente en España, quien al enterarse de lo ocurrido le pidió que fuera hasta el Faustino con las medicinas que había enviado para la familia.
«Ve rápido y dona esos medicamentos», me dijo muy preocupada.
Historias como las de esta familia se han repetido, una y otra vez, a lo largo de estos días, marcados por el heroísmo y la tristeza, pero también por la voluntad de un pueblo que siempre da pelea, y por la solidaridad internacional, sobre todo de México y Venezuela.
Son muchos los que quieren ofrecer algo y encuentran la manera. Las expresiones de apoyo tienen las más diversas formas y llegan de todas partes a modo de respaldo y para aliviar el dolor de los demás.
A más de una persona hemos escuchado decir que en los momentos difíciles los cubanos se unen como nunca, que es entonces cuando aparecen las mayores muestras de afecto y solidaridad. Y así, solo de ese modo, es posible explicarse esta aventura humana contra un siniestro de tal magnitud.
COMENTAR
Arsenio dijo:
1
18 de agosto de 2022
09:09:13
Responder comentario