El 25 de enero de 1990 zarpó del oriental puerto cubano de Moa, el buque mercante Herman, luego de haber cargado en sus bodegas 10 toneladas de mineral de cromo con destino al puerto mexicano de Tampico.
Una vez que el práctico desembarcó y se alejó del buque en su lancha, el capitán le ordenó al timonel caer a estribor (derecha) con un rumbo entre 95 y 100 grados hasta la Punta de Maisí, y al jefe de máquinas, avante toda, por medio del telégrafo del puente.
El buque mercante Herman de 3 592 toneladas de desplazamiento y 79 metros de eslora - longitud de una embarcación desde la proa a la popa-, portaba el pabellón panameño y contaba con una tripulación cubana de once compañeros. Estaba arrendado por la Empresa de Navegación Caribe de Cuba.
Había buen tiempo, por lo que el capitán Diego Sánchez Serrano estimó el tiempo de llegada (ETA) a Tampico para el 31 de enero.
El buque navegaba el día 30 a la altura del Canal de Yucatán con la rutina habitual de trabajo de sus tripulantes, cuando detectaron a las 07:20 a.m. que un guardacostas los estaba siguiendo.
Sobre las 3:30 p.m. el guardacostas de Estados Unidos, Coast Guard 1320, Chincoteague, se aproximó por la banda de babor y empleando mangueras con agua a presión conminó al buque para que detuviera su máquina para efectuarle una inspección. El buque mantuvo su rumbo y velocidad.

El Capitán Diego Sánchez mantuvo comunicación con las autoridades cubanas, quienes respaldaron la decisión de los tripulantes de no dejar que abordaran el Herman los integrantes del guardacostas yanqui.
Entre las 5:14 p.m. y hasta pasado 16 minutos, cuando el buque se encontraba a unas 200 millas al este de Tampico, el guardacostas yanqui disparó cuatro ráfagas de ametralladora delante de la proa, pero el Herman continuó su rumbo. El guardacosta siguió al Herman a unos 1 000 metros de distancia.
A las 8:10 de la noche, el Capitán del Herman le comunicó por radio al comandante del guardacostas que el buque estaba arrendado por la Empresa Cubana de Navegación Caribe y la tripulación era de la isla.
Sobre las 8:40 p.m. el comandante del guardacostas yanqui le informa al Capitán del Herman que espera órdenes de su gobierno para utilizar las armas y detener el buque.
El capitán Diego Sánchez comunica a La Habana las amenazas de un inminente ataque al buque, que continúa navegando a una velocidad de 13,5 nudos –aproximadamente 25 km/h–, con rumbo a Tampico.
A su vez ordenó deslastrar el tanque número uno de proa, para que bajara la popa y ocultara bajo el agua la pala del timón. Con esta maniobra protegía, además, la maquina principal y el tanque de combustible por la banda de babor que quedaría por debajo del nivel de flotación.

También el Capitán del Herman cada vez que tuvo oportunidad de hacerlo, realizó maniobras de colisión contra el guardacostas yanqui, que durante la noche lo mantuvo iluminado en varias ocasiones con reflectores, y disparos de intimidación para que se detuviese.
El 31 de enero a las 06:08 de la mañana, cerca de las aguas territoriales mexicanas, el guardacostas yanqui atacó directamente al Herman, apenas a 80 metros de distancia, aproximadamente.
El puente de mando, la cubierta, el departamento de máquinas y la bodega número dos, recibieron una lluvia de proyectiles en ráfagas La vida de los 11 tripulantes estaba en grave peligro.
Pero eso no era todo. Cuando la nave cubana se acercaba a las dos torres de petróleo dentro de las aguas territoriales mexicanas,–07:00 a.m.–, el guardacostas intensificó su ataque con el propósito de hundirlo. A las 07:24 de la mañana, cesaron los disparos convencidos de que no podían hundir al mercante cubano, ni doblegar el coraje de sus heroicos tripulantes.

Por su parte, la Armada de México informó que cuando el Herman penetró en aguas territoriales fue sometido a una primera inspección por dos buques de patrulla de la Armada, sin hallarse evidencias de droga o de carga ilegal a bordo. Después de la boya de recalada del puerto de Tampico, los dos comandantes realizaron otra inspección, más minuciosa, la que no arrojó indicios sobre transporte de sustancias prohibidas.
En la cubierta y en la superestructura del buque Herman se podían apreciar unos 50 impactos de bala de grueso calibre que alcanzaron y dañaron el tubo de escape de diesel; un tanque de agua caliente y otros destrozos en la sala de máquinas.
También los proyectiles impactaron en el tanque de aceite del servomotor; los mamparos de la banda de babor, el de popa en el cuarto de plantas; la chimenea y los camarotes del Capitán y del segundo oficial.
De acuerdo con el testimonio del Capitán, el buque estuvo a punto de volar porque un proyectil de grueso calibre por poco impacta en los generadores de la máquina principal. Dejó un hueco a escasos 10 centímetros de esos equipos.
Afortunadamente los once intrépidos tripulantes del buque Herman no resultaron heridos en el vandálico ataque del guardacostas yanqui.
Cuando regresaron a Cuba en avión, nuestro Comandante en Jefe los recibió y luego habló en el multitudinario homenaje de recibimiento que le ofreció el pueblo en áreas aledañas al antiguo monumento al Maine.







Fuentes:
Periódico Granma, 1 de febrero de 1990









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Willson Mercado dijo:
1
30 de enero de 2020
09:14:49
Jesús fernandez dijo:
2
30 de enero de 2020
12:57:56
Yoelvy dijo:
3
31 de enero de 2020
09:00:49
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