ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Estudios Revolución

SANTIAGO DE CUBA.—«Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», escribió el Apóstol José Martí, pero ahora se presiente que toda la gloria del mundo cabe también en el pequeño cofre de cedro familiar arropado por la bandera cubana, cuya simple inscripción Fidel Castro Ruz (sin grados ni cargos) aprieta pechos en la noche, en la plaza Mayor General Antonio Maceo Grajales.
No en vano esa estrella de la historia patria que reunió decenas de mandatarios de naciones hermanas y a más de un millón de cubanos en La Habana, que unió a todo un pueblo en torno al cortejo fúnebre que reeditó en sentido contrario la caravana de la libertad, concentra aquí a otros tantos dignatarios y amigos, y a cientos de miles de orientales.
«¡Yo soy Fidel!», es el grito salido de lo más profundo de los corazones que vibran con el Himno Nacional, porque solo un Comandante en Jefe invicto que convoca con su ejemplo, es capaz ante la muerte de multiplicarse en hombres, mujeres y niños dispuestos a continuar su obra y a hacer suyas sus ideas.
De testigos, junto a sus familiares, a su hermano y compañero de todas las batallas Raúl Castro Ruz, está el otro hermano negro identificado fielmente en pensamiento y acción que ilumina el recinto desde el Teatro Heredia, Juan Almeida Bosque, y también a galope tendido y con el brazo llamando al combate, el Titán de Bronce.
Por eso, el dolor, la tristeza y el silencio acumulados desde tan dura noticia al final de la noche del 25 de noviembre, ahora se transforma en bandera y la determinación de honrar a tan grande símbolo con el compromiso expresado en nombre de la clase obrera por el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte de Nacimiento.
Lo imitan en representación de todos los campesinos cubanos el presidente de las ANAP, Rafael Santiesteban Pozo; por los integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana su presidente, general de división José Antonio Carrillo Gómez, y por el millón y medio de cederistas el coordinador nacional de los CDR, Carlos Rafael Miranda Martínez.
Sentimientos semejantes exponen a título de las mujeres cubanas la secretaria general de la FMC, Teresa Amarelle Boué; Miguel Barnet Lanza, presidente de la Uneac a nombre de los escritores y artistas cubanos; la presidenta de la FEU, Jennifer Bello Martínez, por los estudiantes del país, y Susely Morfa González, primera secretaria de la UJC, hace llegar el mensaje de los jóvenes.
Al Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, corresponden las palabras centrales, y después de exponer sobradas pruebas de la fe infinita de Fidel en la victoria, basta decir: «¡Juremos defender la patria y el socialismo!».
Tu nombre es pueblo, canción en la voz de Sara González, es coreada por todos al final del homenaje póstumo al Comandante en Jefe. En la multitud cantaba también el otrora estelar lanzador Braudilio Vinent cuando le preguntamos y  con voz entrecortada afirma: «No le vamos a fallar, porque fue para mí, y creo que para todo nuestro pueblo, un gran padre, un hombre con quien este país tiene una deuda infinita».
Muy cerca de él la estudiante de enfermería Denia Regüiferos Naranjo, lleva con letras rojas y negras en su rostro: Yo soy Fidel. Ella confiesa a Granma: «No lo conocí personalmente, pero sé de tanto que ha hecho en Cuba, y su obra, su ejemplo, bastan para amarlo e imitarlo».
A provincias vecinas parten muchos, pero la plaza sigue colmada de jóvenes que seguirán en la vigilia que ya comienza, custodiando las cenizas del Comandante que como ha dicho Raúl, este domingo se reunirán con Martí, con los mártires del Moncada, el Granma, la lucha clandestina y el Ejército Rebelde, con Frank País, los próceres de las luchas independentistas, con Mariana Grajales y nuestros internacionalistas, en el cementerio de Santa Ifigenia.

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