(8 de
septiembre de 2007)
¿Qué es el socialismo?
Por
Armando Hart Dávalos
A propósito del debate
acerca del contenido del socialismo del siglo XXI se impone como una
necesidad teórica y práctica articular la tradición intelectual
latinoamericana y caribeña, el ALBA, símbolo de la alianza entre
Martí y Bolívar, con las ideas socialistas tal y como las
interpretan Hugo Chávez y Fidel Castro.
Durante el siglo XX se produjo tanta tergiversación
del pensamiento de Marx, Engels y Lenin y sus ideas sobre lo que
debía ser el socialismo que hoy se impone como una exigencia
práctica ir directamente a sus textos originales. Veamos lo que
señalaron Marx y Engels, así como ideas de Martí y Juárez sobre este
tema:
En el trabajo titulado Feuerbach. Oposición entre
las concepciones materialista e idealista, Marx y Engels dicen:
«Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse,
un ideal que ha de sujetarse a la realidad. Nosotros llamamos
comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas
actual (...)».
Federico Engels, en carta a Otto Von Boenigk de 21
de agosto de 1890, plantea: «La llamada "sociedad socialista", según
creo yo, no es una cosa hecha de una vez y para siempre, sino que
cabe considerarla, como todos los demás regímenes históricos, una
sociedad en constante cambio y transformación. Su diferencia crítica
respecto del régimen actual consiste, naturalmente, en la
organización de la producción sobre la base de la propiedad común».
En carta que dirige Federico Engels a José Bloch en
septiembre de 1890, plantea: «(...) la historia se hace de tal modo,
que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas
voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que
es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida;
son, pues innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las
otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que
surge una resultante —el acontecimiento histórico—, que a su vez,
puede considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo,
actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza
con la resistencia que le opone el otro, y lo que resulta de todo
ello es algo que nadie ha querido.
En carta dirigida por Engels a Carlos Kautsky en
septiembre de 1882, expone: «Las fases sociales y económicas que
estos países —se refiere a los que hoy llamamos subdesarrollados—
tendrán que pasar antes de llegar también a la organización
socialista, no pueden, creo yo, ser sino objeto de hipótesis
bastante ociosas. Una cosa es segura: el proletariado victorioso no
puede imponer la felicidad a ningún pueblo extranjero sin
comprometer su propia victoria».
En su carta a la Redacción de Anales de la Patria,
Carlos Marx expone: «A todo trance quiere convertir mi esbozo
histórico sobre los orígenes del capitalismo en la Europa occidental
en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a
que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera
que sean las circunstancias históricas que en ella concurra, para
plasmarse por fin en aquella formación económica que, (...) asegura
el desarrollo del hombre en todos y cada uno de sus aspectos. (Esto
es hacerme demasiado honor y al mismo tiempo, demasiado escarnio)
[...]
«Estudiando cada uno de estos procesos históricos
por separado y comparándolos luego entre sí, encontraremos
fácilmente la clave para explicar estos fenómenos, resultado que
jamás lograríamos, en cambio con la clave universal de una teoría
general filosófica de la historia, cuya mayor ventaja reside
precisamente en el hecho de ser una teoría suprahistórica».
Por su parte, Federico Engels escribe a José Bloch
en septiembre de 1890, lo siguiente: «...Según la concepción
materialista de la historia, el factor que en última instancia
determina la historia es la producción y la reproducción de la vida
real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo
tergiversa diciendo que el factor económico es el único
determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua,
abstracta, absurda.
En el primer punto de la Tesis sobre Feuerbach,
Carlos Marx plantea: «El defecto fundamental de todo el materialismo
anterior —incluido el de Feuerbach— es que solo concibe las cosas,
la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de
contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como
práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese
desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero
solo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no
conoce la actividad real, sensorial, como tal.
En carta a Werner Sombart de 11 de marzo de 1895,
Federico Engels escribe: «Pero toda la concepción de Marx no es una
doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de
partida para la ulterior investigación y el método para dicha
investigación».
Del mismo modo, solicito al lector estudie este
párrafo de José Martí: «Una cosa te tengo que celebrar mucho, y es
el cariño con que tratas y tu respeto de hombre, a los cubanos que
por ahí buscan sinceramente, con este nombre o aquél, un poco más de
orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración
de las cosas de este mundo. Por lo noble se ha de juzgar una
aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión
humana. Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:
—el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas— y el de
la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir
levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros
en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados».
Más adelante agrega: «Pero en nuestro pueblo no es
tanto el riesgo, como en sociedades más iracundas, y de menos
claridad natural: explicar será nuestro trabajo, y liso y hondo,
como tú lo sabrás hacer: el caso es no comprometer la excelsa
justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla. Y siempre
con la justicia, tú y yo, porque los errores de su forma no
autorizan a las almas de buena cuna a desertar de su defensa.
Estúdiese asimismo el siguiente párrafo de Carlos
Marx y relaciónese con uno de Benito Juárez que también reproduzco.
Dice Marx en la Crítica del Programa de Gotha escrita a fines
de abril principios de mayo de 1875: «En la fase superior de la
sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación
esclavizadora, de los individuos a la división del trabajo, y con
ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual;
cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera
necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en
todos sus aspectos, crezcan a chorro lleno los manantiales de la
riqueza colectiva, solo entonces podrá rebasarse totalmente el
estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir
en su bandera. ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según
sus necesidades!
El 11 de enero 1861, 14 años antes, Benito Juárez
escribió un texto recuperado posteriormente por los historiadores.
Señaló entonces:
«A cada cual, según su capacidad y a cada capacidad
según sus obras y su educación. Así no habrá clases privilegiadas ni
preferencias injustas (...)
«Socialismo es la tendencia natural a mejorar la
condición o el libre desarrollo de las facultades físicas y
morales».
Engels expresó, como subrayamos anteriormente, que
el marxismo es un método de investigación y de estudio, y Lenin, por
su parte, afirmó que era una guía para la acción. Con este método y
esta guía podemos abordar los problemas concretos de nuestro tiempo
pero como ellos mismos señalaron no existe una fórmula de aplicación
general para todas las situaciones y países. Nos corresponde a
nosotros, a partir del desarrollo concreto de nuestras sociedades y
de la tradición intelectual y política de nuestra región, encontrar
de manera creadora las vías y formas más adecuadas que abran cauce a
ese socialismo verdadero del siglo XXI al que aspiran nuestros
pueblos.
Cualquier análisis que realicemos debe partir de
nuestra historia y de los vínculos que a lo largo de los siglos se
han forjado entre los países latinoamericanos y caribeños y que
hacen de nuestra región la de mayor vocación hacia la integración
poseedora de un patrimonio espiritual de una riqueza impresionante.
En el siglo XXI, debemos inspirarnos en el
pensamiento luminoso de Marx, Engels y Lenin expresado en sus textos
originales, y relacionarlo en lo que tenga validez con el de
Bolívar, Martí y los próceres y pensadores de nuestra América. |
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