"Realmente me quedé mudo al escuchar aquello. Yo estaba dentro de
la lista de 14 compañeros preseleccionados para cumplir tan
importante misión, había expresado mi total disposición, pero no
esperaba que fuera finalmente escogido."
De veras, apunta, asumíamos una gran responsabilidad, pues el
Comandante en Jefe Fidel Castro había aprobado la participación de
científicos y técnicos cubanos, junto a sus homólogos soviéticos, en
las expediciones de ese hermano país a la Antártida. Uno de los
impulsores de esa experiencia fue el doctor Antonio Núñez Jiménez,
quien visitó la región en noviembre de 1982.
Tras salir de la capital cubana por vía aérea el 7 de febrero de
1983 y cubrir la agotadora ruta Habana-Moscú-Leningrado-Odesa-El
Cairo-Djibuti-Aden-Maputo, Valentín y Julio permanecieron dos días y
medio en la capital mozambicana.
Finalmente el 14 de febrero, y luego de más de ocho horas de
vuelo, el avión detuvo sus motores sobre la pista de hielo del
aeropuerto de La Bichorka, perteneciente a la estación Maladiozhnaya,
donde permanecerían nueve meses y un día. ¡Hombres del caribeño
trópico llegaban por primera vez a las inmediaciones del Polo Sur!
Desde lo alto de la escalerilla, la visibilidad no rebasaba los
cien metros. Soportar aquel clima tan agresivo y el inhóspito
paisaje era un verdadero reto, a lo cual habría que añadir la
lejanía de la familia, el adaptarse a los largos pe-riodos de días
consecutivos sin noches, o de noches seguidas sin ver siquiera una
simple claridad.
Para que se tenga una idea de lo difícil de moverse allí, baste
decir que la distancia del aeropuerto al campamento central en línea
recta era de diez kilómetros.
Sin embargo, como ese camino estaba lleno de peligrosas grietas
dentro del hielo, por donde podían caerse no solo los hombres, sino
también los equipos, era necesario hacer el recorrido dando un rodeo
de aproximadamente 27 kilómetros, y a veces más.
Narra Valentín que se entregaron al trabajo con mucha intensidad,
porque además de hacer las observaciones meteorológicas
correspondientes, debían también acumular la mayor experiencia sobre
cómo hacer más llevadera la estancia en ese apartado rincón del
planeta, a fin de transmitirles esos conocimientos a los futuros
grupos de cubanos que viajarían allí.
"Vivíamos en una suerte de contenedor muy grande, conformado por
planchas de aluminio y materiales sintéticos, montado sobre pilotes,
para que oscilara cuando el viento estuviera muy fuerte. Estos
albergues tenían entre ocho y diez dormitorios amplios. Por vía
satelital, hablábamos por teléfono casi todas las semanas con
nuestras familias."
Incluso, precisa, al final de nuestra estancia logramos
sintonizar Radio Habana Cuba. Escuchar diferentes emisoras
internacionales era nuestra principal fuente de información. Nada de
ver televisión o recibir periódicos frecuentemente, pues la entrada
y salida de los aviones y barcos solo podía hacerse fundamentalmente
entre diciembre y febrero, cuando llegaba el verano austral y las
condiciones del tiempo eran menos adversas.
Casi siempre soportaban de 25 a 30 libras de ropa y la
alimentación era a base de carnes con mucha grasa para proporcionar
energía y ayudar a mantener el calor.
Acerca de las características climatológicas de la Antártida, el
meteorólogo Rigoberto Ayra Gutiérrez (permaneció en el Continente
Blanco durante nueve meses en 1985) explicó que, entre lo más
notable, sobresalen los valores muy bajos de humedad relativa y las
grandes variaciones en los registros de temperaturas máxima y
mínima. Personalmente, pudo medir una diferencia de 46,6 grados
Celsius de una a otra.
También mencionó la frecuente ocurrencia de repentinos cambios de
tiempo, y el predominio de vientos superficiales muy fuertes,
capaces de alcanzar y sobrepasar la fuerza de huracán.
Según el criterio autorizado de los especialistas, el estudio de
la Meteorología Polar es esencial para comprender mejor el complejo
proceso del cambio climático global y sus consecuencias.
Baste señalar, por ejemplo, que el derretimiento de los grandes
témpanos de hielo, además de provocar un aumento del nivel del mar,
influirá en los ecosistemas marinos y en la composición química del
agua.
Al adentrarnos en el Año Polar Internacional (2007-2008), la
comunidad científica mundial enfoca su atención hacia el estudio de
estas regiones del globo terráqueo. Para orgullo de los cubanos,
hace más de 20 años, compatriotas nuestros pusieron su granito de
arena en este ahora priorizado tema de investigación del siglo XXI.
Expedicionarios cubanos que
trabajaron en la Antártida: |
· Valentín Fernández
· Julio Pérez
· Roberto Acea
· Jesús Nerey
· Rigoberto Ayra
· Orelio López
· José L. Cuevas
· Ramón Hernández
· David Berdellans |
La Antártida
constituye un enorme bloque de tierra emergida cubierto por un
grueso manto de hielo. Ocupa una superficie de alrededor de 14
millones de kilómetros cuadrados, pero durante el invierno el
mar adyacente se congela y su extensión aumenta hasta los 30
millones de kilómetros cuadrados. Esto le ha valido el nombre de
continente pulsante. Dentro de su fauna, sobresale el llamado
pingüino emperador, que vive en la parte más fría del territorio
y se reproduce en las condiciones medioambientales más extremas.
En julio de 1993, en la estación neozelandesa de Vanda, se
registró una temperatura mínima récord de menos 89,5 grados
Celsius, la más baja reportada hasta entonces en la Tierra.
Atesora el 80% del agua dulce del planeta. |