MEDICINA             

(5 de noviembre de 2009)

El don de la perseverancia

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

El primer caso de muerte por cáncer en Cuba ocurrió el 4 de marzo de 1637. Se trataba de un ciudadano portugués nombrado Antonio Hernández, fallecido a consecuencia de una úlcera maligna de la región facial. Los registros parroquiales del suceso fueron conservados en los archivos de la Santa Iglesia Metropolitana, de San Cristóbal de La Habana.

Fotos : Raúl LópezEl nuevo bloque acogerá dos salones de operaciones y el local de esterilización central.

Casi trescientos años después, el VI Congreso Médico Nacional, celebrado en 1925, crea la Liga Contra el Cáncer para organizar todo lo relacionado con la práctica de la Oncología en la mayor de las Antillas.

Por iniciativa de la junta directiva de la Liga, el gobierno de turno dio luz verde al proyecto de construir, dentro del hospital Calixto García, un local donde pudieran ser atendidos los pacientes aquejados por esa enfermedad.

Hacer el diagnóstico de las biopsias es una de las funciones del moderno laboratorio de Anatomía Patológica. En la gráfica aparecen las doctoras Sirced Salazar y Sonia Franco.

El 19 de mayo de 1929 queda inaugurado el flamante Instituto del Cáncer, dirigido por el doctor Emilio Martínez. Así nació el primer centro médico que existió en el país para tratar las neoplasias malignas. Este año se conmemoran ocho décadas de aquel acontecimiento.

Según refiere el doctor Antonio Díaz Mirabal, profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, en 1945 tiene lugar la apertura del dispensario de la Liga Contra el Cáncer, ubicado en la calle F entre 29 y la entrada del Castillo del Príncipe, el cual acoge las consultas, el departamento de Radioterapia del Instituto, y las oficinas de la citada organización.

El 20 de abril de 1949 comienza a prestar servicios el nuevo hospital Curie, edificado al lado del dispensario. Fondos donados por la propia Liga Contra el Cáncer y los correspondientes a dos sorteos de la lotería nacional, hicieron posible su construcción. El Estado solo aportó el terreno.

OTROS TIEMPOS

Para el doctor Fernández Mirabal, es imposible hablar de la historia de la oncología en Cuba sin mencionar la obra de Zoilo Marinello.

"Él fue un entusiasta impulsor de las investigaciones científicas y siempre abogó por introducir los avances mundiales en la especialidad. Cuando en 1966 el Hospital Oncológico de La Habana se convierte en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), Marinello, que era su director, plantea de inmediato hacer un departamento de estudios experimentales".

Proyecta entonces siete líneas básicas de trabajo, entre las cuales figuran la quimioterapia citostática a partir del empleo de plantas de la flora cubana, y el uso de los radioisótopos en el diagnóstico y la terapia oncológica.

Una de las más trascendentales, subraya el profesor Fernández Mirabal, era la referida al papel de la inmunología en la lucha contra el cáncer.

Con muchos deseos de trabajar, un grupo de jóvenes asumió el reto de incursionar en ese prometedor perfil desde un pequeño laboratorio montado en el INOR. Allí laboraban entonces Agustín Lage, Rolando Pérez y Jorge Gavilondo, hoy reconocidas personalidades del mundo científico.

Aquello resultó la base del posterior desarrollo de los anticuerpos monoclonales, y de las más recientes vacunas terapéuticas contra varios tipos de tumores malignos, logradas básicamente, por el Centro de Inmunología Molecular. Buena parte de los fundadores de esa institución proviene del Oncológico, indicó.

Durante años el INOR obtuvo avances significativos en el desarrollo de la quimioterapia, la medicina nuclear y la oncología pediátrica, los cuales, junto a la aplicación de nuevas procedimientos quirúrgicos y tecnologías, posibilitaron que los resultados en el tratamiento del cáncer fueran comparables a los reportados por otros centros especializados del mundo.

Nombres como los de Lorenzo Alfonso, Juan Miguel Oliva, Gilberto Fleitas, Julio Santana, Guillermo Halley, Miguel Azcue, la doctora María Luisa Buch, la jefa de Enfermería Idalmi Infante, por mencionar algunos, han dejado aquí su impronta profesional y humana.

Sin embargo, el impacto del periodo especial y el recrudecimiento del bloqueo, influyeron en la caída de los servicios, perjudicados también por el deterioro de las diferentes áreas del edificio.

Como señala el doctor Esteban García, su actual director, desde hace algunos años están inmersos en un proceso inversionista de reparación y ampliación de sus instalaciones, el cual no ha estado ajeno a múltiples contratiempos. Todavía nos falta mucho para dar una atención de excelencia, apuntó.

En el transcurso de las casi últimas dos décadas y por los factores mencionados, los especialistas del Oncológico enfrentaron las más complejas situaciones en su abnegada labor de "acorralar" al cáncer y renovar las esperanzas de llegar a vencer tan terrible enfermedad.

Más allá del alto nivel científico y la sensibilidad de su colectivo, el don de la perseverancia ha sido esencial en esta permanente batalla por la vida.

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