MEDICINA             

(4 de abril de 2008)

Punción venosa sin dolor

La “ballesta” olvidada

Orfilio Peláez y Otmaro Rodríguez (Fotos)
pelaez@granma.cip.cu

Desde el invento en 1853 de la aguja hipodérmica por Alexander Wodd y su posterior empleo masivo en los laboratorios, los científicos pretendieron de manera infructuosa eliminar el dolor causado por las punciones en vena.

El equipo para puncionar la vena sin dolor tiene patente de invención otorgada por la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial.

Para ello han trabajado fuerte en los aspectos de filo y calibre, logrando atenuar la sensación dolorosa del pinchazo, pero sin encontrar aún la soñada aguja maravillosa.

Hace apenas seis años la revista británica New Scientist vaticinaba la posibilidad futura de extraer sangre sin dolor gracias a una minúscula aguja concebida por investigadores japoneses.

Quizás sorprenda entonces al lector conocer que desde 1995 el técnico en laboratorio clínico especializado Ramón Torres González, creó y aplicó en el Centro Internacional de Retinosis Pigmentaria Camilo Cienfuegos el llamado Dispositivo Auxiliar para Punción Venosa sin Dolor (DAPV), con resultados altamente satisfactorios.

Más de 10 000 pacientes tratados en el Centro Internacional de Retinosis Pigmentaria Camilo Cienfuegos se han beneficiado con el empleo del dispositivo creado por el innovador Ramón Torres González, quien aparece en la foto junto a la técnica de laboratorio María Elena Landrón.

Jubilado en el 2003 después de cuarenta años de trabajo, el retiro no le ha impedido seguir generando nuevas ideas y soluciones, incluso más allá de su campo profesional.

HISTORIA DE UNA INVENCIÓN

Según refiere Ramón, la idea de hacer el equipo surgió al comenzar su vida laboral en el capitalino Hospital Pediátrico Ángel Arturo Aballí a mediados de 1963. Tener que sacarle sangre o transfundir a tantos niños lo sensibilizó para siempre con ese propósito y no paró hasta alcanzarlo.

El DAPV es una suerte de "ballesta" donde se monta una jeringuilla plástica con su émbolo y aguja, la cual sale disparada hacia la vena escogida a través de un mecanismo de lanzamiento accionado una sola vez por el propio técnico.

Agujas, jeringuillas y otros dispositivos utilizados para la extracción de sangre en venas superficiales periféricas.

Las observaciones de muchos años, precisa, nos permitieron determinar que hay cuatro factores principales causantes del dolor en el momento de puncionar la vena : linealidad del pinchazo, levantamiento de la piel, distancia de penetración y velocidad con la que penetra la aguja. Esto último es fundamental pues mientras más rápido entre en la piel menor es el dolor.

Al garantizar el control de esos elementos, el dispositivo convierte a Cuba en el único país que dispone de un equipo para la extracción indolora de sangre, con posibilidades reales de extenderlo masivamente en el sistema nacional de salud.

Como señala su creador, el DAPV puede construirse en metal o plástico, trabaja con jeringuillas desechables de diferentes volúmenes, y tiene la posibilidad de aplicarse también para las donaciones en bancos de sangre.

Aplicado en una muestra superior a los diez mil pacientes sin reportes de dolor, las dos versiones del equipo (la original y la del multiuso) tienen sus respectivas patentes de invención reconocidas en la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, y han merecido importantes premios internacionales.

Baste mencionar por ejemplo la medalla de Plata obtenida en la 45 Exposición Mundial de Inventores, celebrado en Bélgica en 1996, en la categoría de instrumentos médicos, y la medalla de Oro ganada en el V Salón de Inventos e Innovaciones EUREKA 97, efectuado en Venezuela.

Pero tras más de una década de patentada, la "ballesta" de Ramón aún no ha sido validada por el MINSAP, pues la entidad encargada de ese proceso solo evalúa y registra equipos de producción en serie y no prototipos.

Bajo esa premisa ha sido imposible ponerla a prueba en la red asistencial de atención primaria y secundaria, a pesar de lo que puede representar en el mejoramiento de la calidad del servicio de laboratorio clínico.

Es cierto que la poca disponibilidad nacional de jeringuillas desechables limitó de manera objetiva la generalización del DAPV. Sin embargo, tal panorama debe cambiar a corto plazo cuando se termine en Santiago de Cuba la moderna fábrica que las producirá.

Como existe el diseño correspondiente, valdría la pena utilizarla por ahora en los bancos de sangre y contribuir a que un mayor número de personas tengan mejor disposición para donar.

Paradójicamente, mientras en el mundo muchos buscan un método para puncionar vena sin dolor, nuestro país lo tiene desde hace más de una década, aunque quizás no nos hayamos dado cuenta todavía.

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