(1
de marzo de 2014)
Meteoritos
La irrupción de meteoritos en el
espacio terrestre puede provocar notables explosiones y abrir
cráteres con diámetros superiores a los 200 metros. Pueden
confundirse con rocas ordinarias y ser difíciles de detectar. Granma
ofrece hoy datos sobre la ocurrencia de lluvias de meteoritos
Orfilio Peláez
Atraídos por la fuerza de gravedad, cada año decenas de miles de
pedazos de roca desprendidos de la cola de los cometas, asteroides y
otros objetos penetran en la atmósfera terrestre a la notable
velocidad de hasta 70 metros por segundo, logrando llegar a la
superficie.

La gráfica corresponde al meteorito del tipo siderolito, encontrado
en febrero de 1996 por integrantes del Grupo Pedro Borrás, de la
Sociedad Espeleológica de Cuba, en el municipio capitalino de
Boyeros. Foto: Cortesía del entrevistado
Tales fragmentos reciben la denominación de meteoritos y
constituyen una valiosa fuente de información a la hora de buscar
nuevos datos sobre el origen del sistema solar, pues como plantean
los científicos, la Tierra y demás cuerpos celestes surgieron a
partir de un continuo proceso de choque de partículas, ocurrido hace
más de cuatro mil millones de años.
De ahí que su estudio arroje valiosas pistas para entender mejor
la génesis de aquel acontecimiento. Incluso hay teorías que les
atribuyen a estos la responsabilidad de haber transportado hacia
nuestro planeta los elementos químicos esenciales que dieron lugar a
la vida.
Los que alcanzan impactar el suelo terrestre lo hacen convertidos
en verdaderos proyectiles supersónicos, capaces de provocar notables
explosiones y abrir en algunos casos cráteres con diámetros
superiores a los 200 metros.
Pese a ser un fenómeno frecuente en el mundo, muchas personas no
lo consideran así porque al partirse en tantos fragmentos tienden a
confundirse con las rocas ordinarias del entorno y resultan muy
difíciles de detectar.
Asimismo, pueden penetrar y quedar ocultos en el subsuelo, o ir a
parar a las profundidades del océano, sin olvidar la lógica
transformación que sufren por la influencia combinada de la humedad,
oxidación y otros factores ambientales.
Estimados recientes indican que a nivel global han sido
encontrados fortuitamente sin ser vistos caer más de 31 000
meteoritos, distribuidos en todos los continentes. Sin embargo, la
cifra de los que esperan para ser localizados debe ser muy superior
a la mencionada.
Datos ofrecidos a Granma por el doctor en Ciencias Efrén
Jaimez Salgado, investigador auxiliar del departamento de Geología
Ambiental, Geofísica y Riesgos, del Instituto de Geofísica y
Astronomía (IGA) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente, dan cuenta de la ocurrencia de memorables eventos de
lluvias de meteoritos.
Vale destacar el notable caso reportado en la noche del 19 de
julio de 1912, cuando en la localidad norteamericana de Golbruck se
recogieron unas 14 000 rocas espaciales con un peso total de 218
kilogramos.
Otro ejemplo digno de mencionar ocurrió en una zona de Polonia,
donde el 30 de enero de 1968 fueron contabilizados más de 3 000
meteoritos en apenas unas pocas horas.
Si de hechos curiosos se trata, es oportuno hacer referencia al
meteorito NWA 7533 recuperado en el norte de África durante el
pasado 2013, el cual contiene minerales de hace más de 4 400
millones de años, y que como informó en su momento la revista Nature,
sus fragmentos muestran una composición química casi idéntica a la
de las rocas marcianas analizadas por el robot Spirit de la NASA.
También figura el reporte de la presencia de hierro de meteoritos
en joyas egipcias con más de 5 000 años de antigüedad. Los análisis
realizados en nueve cuentas de collar conservadas en el Museo Petrie,
de Londres, muestran concentraciones inusualmente altas de varios
metales, que son típicas de las rocas provenientes del espacio.
Entre los impactos significativos conviene citar el célebre
meteorito que cayó en la Tunguska siberiana el 30 de junio de 1908,
y más reciente el registrado sobre la región rusa de Cheliábinsk en
la mañana del 15 de febrero del pasado año, con un saldo de casi 500
personas lesionadas.
Casos confirmados en
Cuba
A pesar de la configuración larga y estrecha de nuestro
archipiélago, el territorio cubano no escapó al acecho de estos
"intrusos" del universo y según precisó el doctor Jaimez Salgado,
hasta la fecha está confirmada la presencia de seis meteoritos
verificados mediante diversos procedimientos, mientras hay un
séptimo pendiente de comprobar.
La relación la encabeza el encontrado en Mango Jobo, hoy
provincia de Artemisa, en 1938. Se trata de tres fragmentos
metálicos de 1 099, 344 y 162 gramos de peso, los cuales fueron
hallados juntos por el desaparecido arqueólogo cubano René Herrera
Fritot. Hoy permanecen bajo la custodia del Instituto de Geofísica y
Astronomía.
Siguiendo el orden cronológico aparece el localizado en agosto de
1974 en el capitalino reparto de Bacuranao, dentro de un lecho
arenoso, entre 6 y 8 metros de profundidad, y a unos 40 metros de la
costa. Su hallazgo estuvo a cargo del ingeniero Rafael Correa,
mientras el tercero se conoce como el meteorito de Lajas,
Cienfuegos, único que fue visto caer ante los ojos atónitos de los
campesinos que labraban la tierra en la finca Palmarito, el 10 de
junio de 1994.
En febrero de 1996 miembros del Grupo Pedro Borrás, de la
Sociedad Espeleológica de Cuba, divisaron un objeto metálico de
fuerte brillo partido en dos fragmentos, cuando iban por la
carretera de El Globo en dirección a la Cueva del Indio, en
Calabazar, municipio capitalino de Boyeros.
Los estudios hechos por el ingeniero José Antonio Alonso, del
Centro de Investigaciones y Proyectos de la Industria Básica,
mostraron que estaba conformado básicamente por mineral perryta, el
cual no existe de manera natural en las rocas terrestres.
Otro cuerpo muy similar al anteriormente descrito, pero de apenas
solo 3,5 gramos de peso, fue hallado en el Balcón de La Lisa en el
2001, por un integrante del Grupo Cosmos vinculado a la Astronomía.
Como señala el doctor Efrén, el sexto verificado lo detectó ese
propio año en el municipio artemiseño de Güira de Melena, un joven
aficionado con el auxilio de un buscador de metales. El meteorito
estaba enterrado a pocos centímetros de profundidad dentro de un
campo arado.
De acuerdo con el investigador del IGA, el restante candidato,
cuyos análisis aún no son conclusivos, se descubrió en la zona de
Boyeros en el 2006 y comprende un conjunto de varios pequeños
fragmentos metálicos muy magnéticos, con un peso total aproximado de
200 gramos.
Con respecto a la explosión sentida en el mes de febrero del
pasado año en Rodas, Cienfuegos, vinculada al avistamiento de un
bólido, ratificó que hasta el momento no existe en tierra ningún
indicio para pensar en la caída de un meteorito. |