Apenas un año después del triunfo de la Revolución, el 15 de
enero de 1960 el Comandante en Jefe Fidel Castro afirmó que el
futuro de Cuba tendría que ser necesariamente de hombres de ciencia,
de hombres de pensamiento.
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La ciencia en Cuba ha dado pasos
agigantados tras el triunfo de la Revolución. El Centro de
Inmunología molecular es un ejemplo de las múltiples
instalaciones de investigación abiertas.
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Pronunciada en medio de una coyuntura caracterizada por la
creciente agresividad del gobierno de los Estados Unidos, el
terrorismo de la contrarrevolución interna y la puesta en práctica
de un grupo de acciones dirigidas a resolver los graves problemas
económicos y sociales heredados del régimen anterior, la
premonitoria frase puso de manifiesto la firme voluntad política de
los nuevos líderes de la nación de impulsar el desarrollo científico
como premisa indispensable para crear riquezas con nuestros propios
esfuerzos y alcanzar la plena soberanía.
Testigo de esta colosal e inédita obra que es el haber partido
prácticamente de cero y construir un sólido andamiaje de hacer
ciencia, en un país pobre con escasos recursos en el breve lapso
histórico de poco más de cinco décadas, el Doctor Ismael Clark Arxer
(La Habana, 1944), presidente de la Academia de Ciencias de Cuba por
más de tres lustros, ofrece a Granma sus valoraciones sobre
el significado de aquellas palabras expresadas por Fidel, los
principales aportes de estos 55 años, y los retos que plantea al
sector el proceso de actualización de nuestro modelo económico.
"A mi manera de ver, esta visionaria percepción por parte de
Fidel del papel impulsor de la ciencia hacia un desarrollo futuro
determinó que se abriera todo un nuevo período de la historia social
de la ciencia en Cuba, que hace unos años me atreví a denominar, y
no por simple mimetismo verbal, como período revolucionario. Hasta
entonces en el país hubo científicos, algunos muy notables, pero no
ciencia en el sentido social.
"Es bueno recordar que por ciencia puede entenderse en primer
lugar la forma rigurosa de obtener y comprobar nuevos conocimientos,
incluyendo dentro de ciertos límites la predicción de hechos futuros
(el método científico). También puede verse como la parte de la
actividad social a la que se dedican los investigadores, técnicos,
innovadores y todos aquellos que en general aplican ese conocimiento
en la vida práctica, la cual encuentra reflejo en instituciones y
procesos sociales definidos (hoy hablamos con mayor propiedad, de
ciencia, tecnología e innovación); y el bagaje de conocimientos y
procedimientos de efectividad probada para comprender el mundo que
nos rodea e interactuar con él (el saber científico).
"En Cuba existieron precursores que utilizaron y desarrollaron la
primera acepción, como Finlay y Poey, sin embargo, las otras dos
facetas eran prácticamente imperceptibles en la sociedad anterior a
la Revolución.
"Cuando valoro lo sucedido en el país en la década de los 60 en
esta esfera, prefiero hablar de fundación y expansión. Para
expresarlo en forma muy apretada, en esos años se dieron saltos de
gigante en la formación y entrenamiento de personal que habría de
dedicarse profesionalmente a la investigación científica a tiempo
completo o en conjunción con la educación superior.
"También hubo avances notables en el fomento de la práctica
científica en la vida universitaria y en la creación de
instituciones dotadas de los recursos informativos y materiales
necesarios.
"En lo personal durante esos años me sentí ‘reclutado’ siendo
todavía un estudiante. Ya en un plano más profesional, considero que
los hechos posteriores en Cuba y en el resto de la región han
confirmado lo correcto de la visión consistente en apostarle a la
ciencia para cosechar de ella instrumentos de transformación social
y bienestar humano.
—¿En su opinión cuáles han sido los resultados más apreciables de
la ciencia cubana desde 1959 a la fecha?
—"Tratar de consignar un listado de elementos particulares puede
resultar engañoso y siempre susceptible de discrepancias puntuales.
Mas, si se piensa en segmentos de la vida social como tal, pueden
apreciarse influencias innegables de signo positivo. Así por ejemplo
los logros cubanos en materia de salud serían impensables de no
estar sustentados sobre una base firme de personal calificado,
incluyendo sistemas tecnológicos propios, que hacen posible
aprovechar lo más avanzado del conocimiento mundial aplicable a esa
esfera".
Si el bloqueo norteamericano no ha dañado más la salud de los
cubanos es en virtud de nuestra ciencia, enfatizó.
"La inserción a tiempo del país en la llamada ‘revolución de la
biología’ nos ha colocado en la situación de contar con un rubro
productivo de alto valor agregado. Me refiero a las producciones del
sector biotecnológico y farmacéutico cubano, que muchos califican
como el caso de progreso industrial de esa esfera más exitoso fuera
de los países desarrollados.
"No menos importante ha sido la contribución de los científicos
cubanos a la descripción, caracterización e inventario de las
riquezas naturales del país. Nuestro territorio es pequeño, frágil y
muy vulnerable a eventos adversos de origen natural o antrópico.
Justipreciar el valor de lo que tenemos es condición indispensable
para hacer un uso racional de esos recursos, proteger los más
valiosos y vulnerables, además de preservar el bienestar de los
ciudadanos a través de servicios científicos muy avanzados, como los
sistemas de alerta temprana.
"El actual reto de afrontar el cambio climático y sus impactos
sería mucho más difícil y con menores posibilidades de éxito de no
existir la base de conocimientos acumulados en estos años acerca de
nuestro medio natural.
"No temo mencionar también entre los resultados el paso de una
agricultura totalmente empírica a una aplicación cada vez más
consecuente de conocimientos indispensables para el correcto manejo
del suelo, de los cada vez más escasos recursos hídricos disponibles
y todo ello a partir de variedades productivas y paquetes
tecnológicos obtenidos gracias a los esfuerzos científicos de muchos
años.
"Es conveniente anotar, además, que en estas décadas y sobre la
base de las investigaciones sociales, hemos multiplicado el
conocimiento y la comprensión de componentes, procesos y
características de nuestra propia identidad como nación, su
historia, rasgos distintivos y devenir histórico, incluyendo sus
contradicciones principales.
—¿Qué repercusión tuvo el período especial en la esfera de la
ciencia y la tecnología?
—"Creo que el impacto adverso del período especial se dejó sentir
en todo el sector científico, si bien con matices diferentes en las
distintas ramas. No puede olvidarse que la práctica de la ciencia
demanda en sí misma el consumo y la inversión de recursos de diverso
carácter.
"Sin duda fue un hecho muy notable que ningún centro científico
resultara cerrado a pesar de las importantes limitaciones, pero no
es menos cierto que ha habido afectaciones en la base instrumental
para la investigación, por ejemplo, o en el nivel de actualización
de las bases de datos referentes al país, debido a dificultades para
realizar expediciones, muestreos y otras actividades de campo, lo
que habrá que procurar revertir cuanto antes en todo lo posible en
dependencia de las disponibilidades del país.
—¿Cómo valora la situación actual de la ciencia en Cuba y de qué
manera puede insertarse en el proceso de actualización del modelo
económico?
—"Durante varias décadas el esfuerzo científico de Cuba superaba
ampliamente a la media de los países de la región y eso explica el
nivel en que nos encontramos. Sin embargo, en los últimos años
varios indicadores específicos de la actividad de ciencia y
tecnología en América Latina y el Caribe tienden a irse por encima
de los nuestros.
En el país hay acreditados 232 entidades de ciencia, tecnología e
innovación, de los cuales 132 son centros de investigación
propiamente. "Actualmente hay un proceso de reordenamiento de estos
con énfasis en el logro de una mayor racionalidad en el
aprovechamiento de los recursos humanos y materiales disponibles y
la maximización de los resultados de la actividad.
"De hecho el mayor desafío actual estriba, a mi modo de ver, en
preservar al máximo, en medio de las actuales dificultades
económicas, el potencial humano todavía disponible y lograr su
permanencia, motivación y renovado compromiso con la actividad.
"A su vez, se hacen indispensables formas renovadas de
intervinculación de ese potencial científico con la práctica social
y muy en particular con los procesos productivos, en correspondencia
con las transformaciones que se derivan de la actualización del
modelo económico.
"Creo importante anotar que un mayor y más efectivo impacto de la
ciencia sobre la producción material y espiritual del país no solo
depende de los trabajadores del sector o de las universidades y
centros de investigación. La esfera productiva necesita también
incorporar con urgencia formas de gestión y utilización del
conocimiento a la altura de la producción contemporánea, así como
fortalecer y profundizar sus relaciones con el sector científico,
incluyendo su participación en el financiamiento de investigaciones
y servicios encaminados a elevar la productividad y asegurar la
calidad competitiva de sus producciones.
"Del ritmo y del resultado de ese complejo y apasionante proceso
me parece que dependerá, en buena medida, la rapidez con que el país
logrará avanzar por la senda del desarrollo. Sin duda, la ciencia
puede contribuir mucho más al bienestar de la sociedad".