"Ya Fidel había proclamado el 15 de enero de 1960 que el futuro
de Cuba tenía que ser necesariamente un futuro de hombres de
ciencia. Aquella célebre frase, unida a la posterior Reforma
Universitaria, y el énfasis otorgado a la importancia de la
actividad científica para el desarrollo del país, calaron muy hondo
entre quienes estábamos a punto de acceder a la enseñanza superior".
Cautivado por ese entusiasmo y la admiración hacia un profesor
que impartía la asignatura de Química en el Instituto
Preuniversitario de La Habana, matricula esa carrera en la
Universidad de La Habana (UH), graduándose con excelentes notas en
1968.
Desde entonces lleva más de 45 años vinculado de manera
ininterrumpida a la enseñanza y a la investigación en la casa de
altos estudios capitalina, aun cuando se desempeñó como asesor de
los ministerios de Educación y Educación Superior durante más de una
década.
Doctor en Ciencias, Luis Alberto Montero preside en la actualidad
el Consejo Científico de la UH y la Sociedad Cubana de Química. Es
el Coordinador de la Sección de Ciencias Naturales y Exactas de la
Academia de Ciencias de Cuba y también dirige el Laboratorio de
Química Computacional y Teórica, perteneciente a esa propia
institución docente.
Ha impartido conferencias por invitación en prestigiosas
universidades y centros científicos de Rusia, China, Francia,
Italia, España, Portugal, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá,
Alemania, Suecia, México, y Colombia, entre otras naciones.
Más allá de los numerosos reconocimientos docentes y académicos
recibidos, que incluyen cinco Premios Nacionales de la ACC en
condición de autor principal o coautor, el profesor Montero expresa
que una de sus mayores satisfacciones ha sido contribuir a crear una
suerte de escuela de química computacional al ser el tutor de
diecinueve doctores en tan promisoria disciplina.
"Se trata de trabajar la química adelantándonos a las
aplicaciones prácticas, es decir los experimentos son modelados en
computadoras y no en el laboratorio. En ellas diseñamos nuevas
sustancias y calculamos sus propiedades más importantes, a fin de
determinar en qué procesos pueden ser útiles y probarlas después".
Aparte de tributar aportes teóricos sumamente valiosos para la
investigación, otra de las ventajas de esta pujante rama viene dada
por la posibilidad de reemplazar algunas pruebas de laboratorio que
suelen ser bien caras con modelos informáticos más baratos, precisó.
EL MAYOR REGALO
Recientemente, el doctor Montero mereció el Premio Especial del
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente al resultado de
Mayor Relevancia Científica del 2012, por el trabajo Modelación
computacional de absorción de luz por sistemas nanoscópicos.
"Fue algo muy reconfortante, pues es el tema donde he trabajado
por más tiempo en mi carrera profesional. Sin embargo lo que más me
enorgullece del premio es compartir su autoría con la segunda de mis
hijas, Ana Lilian Montero Alejo. Ella siguió los pasos de papá en la
Química, ya hizo su doctorado, y hoy labora conmigo en el propio
Laboratorio de Química Computacional".
Para ser más singular esta historia, en la relación de los
Premios Nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba del 2012
aparece el nombre de Vivian Montero Alejo, como una de las autoras
principales del resultado Fisiología Digestiva de la langosta
espinosa Panulirus argus. Estudios básicos orientados al
desarrollo de dietas para una nueva especie acuícola.
Vivian es la mayor de las "niñas" del profesor Luis Alberto, hizo
la Licenciatura en Ciencias Farmacéuticas, y actualmente radica en
el Centro de Investigación y Desarrollo de Medicamentos (CIDEM),
perteneciente a la nueva Organización Superior de Dirección
Empresarial BioCubaFarma.
Ambas muchachas manifestaron a Granma que crecieron en un
entorno "científico", donde el padre fue un verdadero molde y
ejerció notable influencia sobre las dos a la hora de elegir la ruta
a seguir, pero sin imposiciones.
Coinciden que meterse dentro de la ciencia es como vivir un
apasionado romance por todo lo que implica en cuanto a entrega sin
límites, perseverancia, sacrificio, tener muchas ilusiones. Sin
embargo, también se corre el riesgo de fracasar, desgastarse, sufrir
desencantos y reproches cuando las cosas no salen de la manera
esperada.
Piensan que todavía existen ataduras para desarrollar a plenitud
las ciencias básicas, promover el intercambio científico
internacional, y motivar el interés de los jóvenes hacia el sector,
algo que consideran crucial teniendo en cuenta el alto número de
profesionales altamente calificados en edad de retiro, y la
emigración de otros hacia el exterior o a sectores de la economía
mejor retribuidos.
Ver a dos de sus hijas convertidas en investigadoras y aportar
conocimientos al país es de los regalos más preciados que tiene el
doctor Luis Alberto Montero. La tercera y más joven comienza ahora
un prometedor camino en las ciencias sociales. En su caso y
cambiando el género de la primera palabra, sí se cumple lo plasmado
en aquella célebre frase de Hijas de gato, cazan ratón.