El regreso del tema a los titulares de los medios
masivos de comunicación estuvo condicionado por el anuncio del
presidente norteamericano Barack Obama, de comprometer más de cien
millones de dólares en el desarrollo de nuevas herramientas
neurotecnológicas y nanotecnológicas para obtener neuroimágenes
celulares de cada parte de tan vital órgano.
Hace solo unos meses, los países europeos habían
lanzado la iniciativa denominada Cerebro Azul, cuyo propósito es
simular el cerebro humano en supercomputadoras, detallando la
actividad de cada neurona, además de obtener un modelo sobre su
funcionamiento pleno, lo que pudiera lograrse en un plazo de diez
años.
Igualmente es oportuno mencionar el proyecto
Brainnettome, de China, que ha recibido ochenta millones de
euros con la finalidad de hacer un mapa de circuitos del cerebro y
buscar las alteraciones producidas por enfermedades psiquiátricas.
Para el manejo de tal avalancha de datos surgió una
nueva disciplina: la Neuroinformática, fusión de las ciencias de la
computación, la matemática, la física y las neurociencias.
Los gobiernos que han lanzado las investigaciones
mencionadas sostienen que su prioridad obedece al envejecimiento
poblacional, lo cual eleva de forma alarmante la incidencia de
enfermedades cerebrales, en particular los accidentes
cerebrovasculares, el Alzheimer y varios trastornos cognitivos.
Si bien estos son los más recientes, desde la década
de los noventa del pasado siglo surgieron un conjunto de proyectos
de Mapeo Cerebral, como el del consorcio internacional ICBM,
encabezado por los prestigiosos científicos Arthur Toga y Alan Evans.
De manera general, todos pretenden estudiar en
detalle la estructura y funciones del cerebro humano a través de
avanzados equipos de neuroimágenes (resonancia magnética nuclear,
tomografía axial computarizada y otros), con la finalidad de crear
una base de datos internacional que contenga ese valioso
conocimiento y lograr la simulación en computadoras de partes o la
totalidad del cerebro en animales y personas.
También aspiran al desarrollo de nuevos métodos de
diagnóstico temprano de las enfermedades neurológicas y
psiquiátricas, mediante la localización de alteraciones específicas
vinculadas a la aparición de diferentes trastornos y al diseño de
tratamientos más efectivos para las diferentes disfunciones.
El mapeo cerebral y la neuroinformática sustentan un
nuevo tipo de industria conocida como neurotecnología, rama
emergente de la economía mundial que se propone, por ejemplo, crear
prótesis que ayuden a recuperar funciones perdidas en el ser humano
(audición, movimientos del cuerpo y visión), o posibiliten aliviar
el dolor, la incontinencia urinaria y otros problemas de salud.
La Organización Mundial para el Mapeo Cerebral
Humano (OHBM), es la principal sociedad profesional vinculada a los
proyectos, y sus congresos anuales convocan a más de tres mil
científicos.
Dentro de su agenda ha debatido cuál sería el uso
final de tales desarrollos. Al respecto no han faltado voces de
alerta referidas al interés de la industria bélica por estas
avanzadas tecnologías, sobre todo en cuanto a su potencial empleo en
el control mental y las interfaces directas cerebro-armamento.
Detener esas pretensiones es un desafío impostergable para la
comunidad científica.
Hace una década, el Ministerio de Salud Pública
encargó al Centro de Neurociencias de Cuba (CNEURO), organizar el
Proyecto Cubano de Mapeo Cerebral, el cual sostiene fuertes vínculos
de intercambio y colaboración con los restantes que se llevan a cabo
en el mundo.
El Doctor en Ciencias Pedro Valdés Sosa,
vicedirector de la institución, precisó a Granma que "hemos
incorporado a las investigaciones imágenes de la estructura del
cerebro, junto a imágenes funcionales obtenidas por
electroencefalograma".
Mencionó como uno de los principales resultados el
haber caracterizado, para un rango de edades de 15 a 60 años, el
grosor cortical y las conexiones cerebrales del cubano típico, datos
que serán de suma utilidad práctica en el estudio de pacientes con
epilepsia, conductas violentas, trastornos del lenguaje,
esquizofrenia y otras enfermedades neuropsiquiátricas.
En opinión del reconocido investigador, el progreso
acelerado de las neuroimágenes y la neuroinformática abre
promisorios senderos para comprender cuál es el papel que desempeña
cada región del cerebro en los procesos mentales, por qué unos
individuos aprenden más rápido que otros, qué determina el actuar de
una determinada forma, los cambios estructurales que avizoran el
padecer trastornos específicos, y la búsqueda de las probables
influencias de factores genético-ambientales sobre su
funcionamiento.
A tono con lo planteado en el lineamiento 223 de la
Política Económica y Social aprobada en el Sexto Congreso del
Partido, la institución se propone alcanzar la soberanía tecnológica
en Neurotecnología.
Dotado de un sólido capital humano con reconocido
prestigio internacional, el Centro de Neurociencias de Cuba aspira a
poner esa disciplina en función del bienestar del hombre y mantener
su condición de vanguardia a nivel mundial en el campo de las
imágenes electrofisiológicas.
Asimismo, se propone fortalecer su infraestructura
informática para asumir en mejores condiciones el reto de seguir
desentrañando los enigmas del cerebro.