En el transcurso de estas dos décadas, la entidad
obtuvo una amplia gama de medicamentos genéricos, productos
naturales, suplementos nutricionales, medios diagnósticos y otros
compuestos, que garantizaron en gran medida las necesidades de la
población y propiciaron un significativo ahorro en divisas a la
economía nacional.
Más reciente en el tiempo, el CIDEM comenzó a
incorporar la nanotecnología y las nanociencias al diseño de
promisorios fármacos de acción sostenida, cuya finalidad es lograr
productos capaces de mantener en la sangre de forma permanente la
dosis requerida por el paciente.
También labora en la búsqueda de los llamados
medicamentos dianas, los cuales al ser introducidos en el organismo
actuarían exclusivamente en el lugar donde exista la lesión.
Ello no solo haría más efectiva la acción
terapéutica, sino que reduce también las dosis a suministrar y los
efectos secundarios, por tanto, son considerados ideales para el
tratamiento del cáncer.
Como explica el doctor en Ciencias Técnicas Orestes
Darío López Hernández, investigador del CIDEM, otra de las aristas
de trabajo de la institución es el empleo o desarrollo propio de
avanzados procedimientos para la elaboración de fármacos, capaces de
facilitar el más rápido tránsito del laboratorio al escalado
industrial, logrando un resultado final de mayor efectividad y
económicamente factible.
Hace apenas unos meses, el joven ingeniero químico
mereció uno de los Premios Nacionales de la Academia de Ciencias de
Cuba correspondientes al 2011, por ser el autor principal de una
novedosa tecnología para sustituir las cápsulas blandas en la
fabricación de compuestos orales que contengan algún tipo de aceite,
como son los casos de la vitamina E y determinados antinflamatorios
no esteroideos.
Así un grupo de especialistas y técnicos de la
institución, encabezados por el doctor López Hernández, concibieron
lo que científicamente se denomina Tecnología de microencapsulación
mediante secado por aspersión, en cuya validación emplearon los
lípidos extraídos de la semilla de calabaza (Cucurbita pepo L),
utilizada desde hace algún tiempo en varios países del orbe para
tratar la hiperplasia benigna de la próstata.
Entre sus principales ventajas aparece el poder
llevar ese proceso al escalado industrial a un costo factible de
aplicar y generalizar, incorporar los aceites a formas de
microcápsulas sólidas, con una estabilidad superior a los 18 meses;
además de propiciar el máximo aprovechamiento de la semilla de
calabaza, al incrementarse de manera notable la efectividad de la
sustancia activa.
Según afirma el experto, la tecnología está avalada
con la patente otorgada en el 2011 por la Oficina Cubana de la
Propiedad Industrial (OCPI), y el CIDEM presentó el expediente al
Centro para el Control Estatal de los Medicamentos (CECMED), para
iniciar los ensayos clínicos del promisorio medicamento.
Entregado con vehemencia a la investigación, el
doctor Orestes se plantea nuevos objetivos y ya trabaja en varios
proyectos dirigidos a encapsular con esta tecnología vitaminas A, E
y C, otros aceites como el Omega 3, y un importante fármaco
inmunosupresor (Ciclosporina), empleado en los pacientes sometidos a
trasplantes de órganos.
Está convencido de que la ciencia debe aportar mucho
más a la economía nacional y al bienestar de los ciudadanos. Para él
y sus colegas del CIDEM, cada nuevo estudio a emprender es una
oportunidad para ir saldando tan impostergable deuda.