ROBERT TORRES BARBÁN y CAMILA ACOSTA RODRÍGUEZ
La aplastante llegada de los finiseculares 90, también mostró su
señal de PARE a la producción nacional de turbocombustibles para la
aviación. La caída del campo socialista, la deprimida producción de
crudo cubano y el acrecentado bloqueo, entre otros factores, serían
los causantes del vacío en la fabricación de combustibles para la
aviación en el país, desde 1993 y hasta el 2005.
Para
concretar el proyecto se adquirieron en el país varios equipos de
medición y análisis.
En un resumen sobre el tema —publicado por la Oficina Nacional de
Estadísticas e Información (ONEI)— se evidencia este apagón en la
obtención de combustibles de turbinas.
Este imprescindible derivado del petróleo para el transporte
aéreo resalta entre sus similares porque a pesar de ser el de menor
costo de producción y distribución, destaca entre los de más alto
precio en el mercado mundial; por ello la necesidad de retomar
producciones que durante 12 calendarios engrosaron la abultada lista
de productos a importar.
El nuevo Programa Energético implantado en el país durante el
primer lustro del siglo XXI también favoreció el proyecto, pues
buena parte del queroseno se pudo entonces transformar en
turbocombustibles, recuerda Antonio Rodríguez Moltó, especialista
principal en el Ministerio de la Industria Básica.
No hacen falta alas...
Fue entonces cuando el reto de concretar una tecnología que
retomara la producción de combustibles para la aviación reactiva
tocó a las puertas del Centro de Investigaciones del Petróleo (CEINPET).
Desafío multiplicado al conocerse que se imponían nuevas
formulaciones que tuvieran en cuenta la posible utilización de
crudos cubanos.
Y aunque para el primer lustro de la pasada década ya se contaba
con esa materia prima, todavía no estaban instaladas las capacidades
tecnológicas necesarias, no existían compuestos químicos
imprescindibles, y la línea tecnológica requerida había envejecido.
Tampoco se contaba con algunos componentes auxiliares necesarios en
el proceso de depuración del combustible, comenta a Granma el
máster Alberto Cavado, líder del equipo que dio vida al proyecto.
"Para dar respuesta a esta necesidad hizo falta renovar el parque
analítico del CEINPET y de las tres refinerías del país convocadas a
elaborar el producto, capacitar al personal que pondría manos a la
obra y mucho empeño por parte de los investigadores."
Con tal propósito fueron adquiridos e instalados algunos equipos
industriales, novedosos sistemas de filtración y tanques
especializados de gran capacidad. El país también invirtió en una
moderna base analítica que certifica el producto desde su respuesta
energética ante cualquier circunstancia, hasta la sincronización de
la combustión en las turbinas. Equipamiento que también fue
instalado en los centros productivos y en las terminales
distribuidoras de CUPET en todo el país.
Para retomar las producciones de combustibles de aviación se
utilizaron las refinerías de La Habana, Santiago de Cuba y
Cienfuegos. Instituciones hasta las que llegaron especialistas del
CEINPET y de la Unión Cubapetróleo, con el objetivo de capacitar a
los trabajadores que luego se encargarían de producir, preparar,
operar, almacenar, transportar y manejar estos turbocombustibles. "CUPET
también preparó a los profesionales escogidos para promover acciones
de medición y control de calidad entre los analistas de laboratorio
y operadores de bases de almacenamiento y turboductos", acotó.
Rodríguez Moltó destacó que el equipo de investigadores del
proyecto introdujo en el proceso de investigación una arcilla
nacional para la filtración y depuración final del turbocombustible,
lo que evitó la importación de nuevos aditivos.
...Basta con las manos y el empeño
Estas investigaciones se realizaron con la perspectiva de
determinar la proporción óptima en caso de necesitar el uso de
crudos de la Franja noroccidental de la Isla, en mezclas con otros
de importación, los que de conjunto serían refinados a partir de las
capacidades industriales instaladas.
Los resultados de la investigación pudieron concretarse varios
meses después de asumido el reto, aunque no fue hasta el 2011 que
sus resultados fueron reconocidos por los ministerios de la
Industria Básica (MINBAS) y el de Ciencia, Tecnología y
Medioambiente (CITMA) entre los más importantes del país.
Sin dudas, el mayor premio no lo recibió la comunidad científica
cubana, o los investigadores que participaron en el proyecto, sino
la propia economía de la nación.
La producción nacional de turbocombustibles, certificada y
avalada por autoridades internacionales, se erige en una
contribución a la disminución de la demanda de importaciones y un
significativo logro científico-técnico.
Razones suficientes, que sustentan los lauros otorgados por el
CITMA y el MINBAS a este proyecto concretado. Premios de la ciencia
que no solo se otorgan por los méritos del programa, sino por su
aporte concreto en estos tiempos, cuando la economía apremia.