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(4 de
diciembre de 2010)
Los derivados al rescate de su
corona
Juan Varela Pérez
Considerados como verdaderos reyes de la caña de azúcar, los
derivados perdieron la corona en los años noventa. Después de una
etapa de esplendor e impresionante auge productivo, esa industria
tuvo un brusco retroceso en su desarrollo.
El
bagazo de la caña de azúcar es una poderosa fuente energética que
debe aprovecharse mejor incluso industrialmente.
El periodo 1970-80 del pasado siglo se recuerda en Cuba como la
época de oro de los derivados al ejecutarse un proceso inversionista
que rebasó las 100 plantas.
La caña, como materia prima renovable de energía, puede
insuflarle vida y dinamismo a más de un centenar de derivados y
convertirse en matriz de no pocos fondos exportables.
Por varias razones la tendencia mundial al aumento de los
derivados está dada por el elevado precio de los combustibles
fósiles, los vaivenes del precio del azúcar que, por lo general no
cubren los costos y por una mayor conciencia favorable a los
ecosistemas y el desarrollo sustentable.
La desintegración de la URSS y del campo socialista provocó una
situación financiera que impidió adquirir insumos, piezas y equipos
de recambio para mantener unas plantas y reproducir otras.
A lo anterior se suman violaciones organizativas, poca
motivación, falta de exigencia y de rigor en preservar los medios
instalados. En ese sombrío panorama muchas plantas quedaron
paralizadas, estatus que hoy continúa en mayor o menor medida.
Revertir la situación de hoy
No obstante, existe la voluntad de revertir la situación
recuperar esas producciones, sustituir, importaciones, fabricar
bienes para el pueblo y elevar el valor agregado y la competitividad
del sector.
La experiencia de los técnicos y especialistas que se han
mantenido fieles a su centro, es la principal arma para poner en
alta las instalaciones, operarlas bien y convertir en realidad lo
señalado en el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y
Social sobre el tema cuando apunta que "es preciso avanzar en la
creación y recuperación de las plantas de derivados y subproductos
de la industria azucarera y priorizar las destinadas a la obtención
de alcohol, alimento animal y bioproductos".
Pese a todas las dificultades y transitar por un periodo
sumamente difícil, a partir de un modesto programa de
reestructuración y escasos recursos, se han logrado diferentes tipos
de azúcares, incluida la ecológica certificada; más de 500 000
toneladas de mieles para alimento animal, alcohol y otros destinos;
subir la generación eléctrica por tonelada de caña molida de 10,0 a
33 kwh; interconectar todos los centrales al Sistema
Electroenergético Nacional (SEN).
También se realizó la inversión del bioestimulante FITOMAS E de
notable aceptación en el mercado agrícola y un volumen anual
superior a los dos millones de litros. Y lo más importante: está en
marcha la recuperación de las plantas que elaboran alimento animal y
trabajan en proyectos para la producción de carne y leche de manera
eficiente.
No se trata de evaluar el monto de la zafra y la sensible
disminución de esta. El objetivo es traer a la actualidad la
urgencia de aprovechar al máximo la caña que se tiene, poca o mucha
y revivir en los derivados sus mejores días pero ahora con más
eficiencia económica y sentido del ahorro.
La caña de azúcar posee incontables virtudes y cualidades.
Enumerarlas seria interminable. Pero es imprescindible destacar
algunas ilustrativas: por cada tonelada cosechada es posible obtener
120 kilogramos (kg) de azúcar crudo o 38 kg de miel final o 1,1
metros cúbicos de mostos si se transforma en alcohol, 260 kg de
bagazo, 580 de hojas y paja y más de 100 kilogramos de cogollo.
Son tantas las bondades, que en una hectárea con rendimientos
eficientes pueden obtenerse 100 toneladas de materia verde por año,
el doble sobre otras plantaciones. Llevado a energía total equivale
a más de 1 000 toneladas de petróleo.
Expertos nacionales como el ingeniero Nelson Labrada y el doctor
Tirso Sáenz Coopat coinciden en que el uso integral de la caña está
vinculado a los fenómenos generales que constituyen foco de atención
de la humanidad como los alimentos, la energía y el medio ambiente
que son, a la vez, las grandes preocupaciones del tercer milenio.
Por una energía convencional
De ella es posible conseguir energía convencional y alimentos en
una cierta competencia conciliable, mientras que los residuos de la
industria también aportan energía al tiempo que evitan la
degradación del medio ambiente.
Los cubanos trabajan con inteligencia y sentido de
responsabilidad en busca de respuestas satisfactorias y explotar
mucho mejor las áreas cañeras, las fábricas de azúcar, ron, levadura
torula, tableros, sorbitol, glucosa (vía sacarosa), bioestimulantes
de alimento animal y las destilerías. Aunque este es un mundo
infinito en esta etapa se comenzará por las que estén en alta y
puedan operar.
En este amplio universo existen otras producciones y servicios
vinculados a la Agroindustria Azucarera hoy casi desconocidos:
medicamentos para uso humano y animal tales como el PPG, la celulosa
microcristalina, resinas furánicas y soldaduras metálicas en frío;
bioestimulantes para el crecimiento vegetal; sorbitol: geles de
alcoholes; pinturas y otros muchos.
La aseveración del Comandante Ernesto Che Guevara de que "¼
llegará el día en que los derivados de la caña de azúcar tengan
tanta importancia para la economía nacional como la tiene hoy el
azúcar", motivó la creación del Instituto Cubano de los Derivados de
la Caña de Azúcar (ICIDCA) en 1963.
Esto, unido a la política económica de la Revolución y las
relaciones de entonces, hicieron posible crear una industria de los
derivados e infraestructura que respondiera a los diferentes planes
y compromisos.
La recuperación absoluta de aquella inversión original necesita
un rendimiento cañero nacional de 54 toneladas por hectárea (el
actual es muy inferior) para enfrentar los nuevos planes y
compromisos.
Tal rendimiento haría posible, por ejemplo, dedicar a las
producciones de carne y leche 33 500 toneladas de levaduras y 434
000 de mieles para piensos y consumo animal directo; 40 000 metros
cúbicos de tableros para la industria del mueble y Servicios
Comunales; 6 850 000 litros de rones, licores y aguardiente para la
red de tiendas e instalaciones turísticas y 1 500 toneladas de
sorbitol.
Para esto y mucho más existen posibilidades. Y el reto está
planteado. |