INVESTIGACIONES     

(12 de junio de 2008)

Logros no engavetados

Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu

Si algo caracteriza al Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA), es que sus logros científicos e investigaciones responden a necesidades y exigencias de cada momento.

La institución dispone de modernos laboratorios y plantas para evaluar y probar sus investigaciones antes de llevarlas a los centros que las aplicarán.

Es un colectivo creador de obras que, afortunadamente, lejos de "morir" engavetadas, se aplican en mayor o menor escala, solucionan problemas y contribuyen a mejorar la economía empresarial y del país.

Los estrechos y permanentes vínculos entre autores y productores sostienen los resultados científicos y tecnológicos salidos de sus plantas pilotos y semicomerciales.

Las instalaciones del Instituto se han ido adaptando a las exigencias y necesidades de cada una de las etapas de trabajo.

Ya desde 1963 el Comandante Ernesto Che Guevara, entonces ministro de Industria, confió en las bondades y potenciales de la caña de azúcar para desarrollar otras producciones, también de gran valor. Esto permitiría no depender solo del azúcar como fuente exportable, renglón sometido a condiciones y vaivenes del mercado y precios muy desfavorables.

Al darle vida al nuevo Instituto, algunos defendían la idea de establecer una organización para la tecnología azucarera e incorporarle, como elemento adicional, las investigaciones de los derivados. En cambio prevalecieron los criterios defendidos por el Che y surge esa institución oficializada el 23 de mayo de 1963.

En julio del propio año, ya adscrita al recién creado Ministerio de la industria Azucarera, el Comandante en Jefe Fidel Castro, en visita a las instalaciones del centro, en el municipio de San Miguel del Padrón, convoca a promover y ampliar conocimientos sobre la Química Orgánica. Hoy el Instituto forma parte del Polo Científico del Oeste de La Habana.

Los investigadores muestran complacidos cómo la tecnología de producción de miel proteica, destinada a la alimentación de cerdos, y de bagacillo predigerido para el ganado, ganan vigencia y se utilizan en unidades de ceba, dado el indetenible incremento de los precios de alimentos y piensos en el mercado internacional.

No menos ventajosos son los diseños e ingeniería básica de sistemas que tratan efluentes de la producción de azúcar y sus derivados, y de levadura destinada al consumo humano.

Explicó a Granma el doctor Luis Gálvez, director general del ICIDCA, que de sus laboratorios han salido en estos 45 años variados sistemas tecnológicos —todos en aplicación— como el que elabora ferridextrana para combatir la anemia en los cerdos, otro dedicado a la producción de cemento y recubrimientos a partir del furfural del bagazo (se usan en mantenimiento de equipos y piezas de la industria azucarera), y rones con el método de añejamiento acelerado.

También supervisan las cláusulas de garantía y la puesta en marcha de las plantas de derivados, de torula y de tableros y las conocidas piloto Cuba 9 y Cuba 10. En estas últimas, además de adquirir el equipamiento, su personal asumió el inicio de las operaciones. A ello se suman programas automatizados para los procesos en fábricas de azúcar y derivados, y decenas de logros más.

Los agricultores cañeros destacan la reacción positiva en el desarrollo de las cepas al aplicárseles el estimulante de crecimiento FITOMAS, una de las más novedosas creaciones del Instituto, extensiva a otros cultivos. La ventaja es significativa al evaluarse el rendimiento por hectárea.

Luis Gálvez anunció que, después de una larga etapa de pruebas y reiteradas evaluaciones y demostrarse su eficacia, se monta en áreas de la institución una planta para producir FITOMAS en escala comercial y dar respuesta a las demandas.

Mediante cuatro divisiones técnicas, seis plantas pilotos y 28 laboratorios y tener en su expediente 56 patentes concedidas y 26 marcas registradas, el Instituto labora con un enfoque actual y moderno. Prevalecen los conceptos del uso de las plantas demostrativas que facilitan, de manera práctica, profundizar en las investigaciones. Estas permiten acercar, de manera definitiva, el fruto de su constancia a las demandas y necesidades actuales.

La experiencia del ICIDCA demuestra algo esencial: que la alianza entre productores e investigadores es de mutuo beneficio al aparecer soluciones y alternativas que únicamente se alcanzan mediante esos intercambios.

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