Es un colectivo creador de obras que,
afortunadamente, lejos de "morir" engavetadas, se aplican en mayor o
menor escala, solucionan problemas y contribuyen a mejorar la
economía empresarial y del país.
Los estrechos y permanentes vínculos entre autores y
productores sostienen los resultados científicos y tecnológicos
salidos de sus plantas pilotos y semicomerciales.
Ya desde 1963 el Comandante Ernesto Che Guevara, entonces
ministro de Industria, confió en las bondades y potenciales de la
caña de azúcar para desarrollar otras producciones, también de gran
valor. Esto permitiría no depender solo del azúcar como fuente
exportable, renglón sometido a condiciones y vaivenes del mercado y
precios muy desfavorables.
Al darle vida al nuevo Instituto, algunos defendían la idea de
establecer una organización para la tecnología azucarera e
incorporarle, como elemento adicional, las investigaciones de los
derivados. En cambio prevalecieron los criterios defendidos por el
Che y surge esa institución oficializada el 23 de mayo de 1963.
En julio del propio año, ya adscrita al recién creado Ministerio
de la industria Azucarera, el Comandante en Jefe Fidel Castro, en
visita a las instalaciones del centro, en el municipio de San Miguel
del Padrón, convoca a promover y ampliar conocimientos sobre la
Química Orgánica. Hoy el Instituto forma parte del Polo Científico
del Oeste de La Habana.
Los investigadores muestran complacidos cómo la tecnología de
producción de miel proteica, destinada a la alimentación de cerdos,
y de bagacillo predigerido para el ganado, ganan vigencia y se
utilizan en unidades de ceba, dado el indetenible incremento de los
precios de alimentos y piensos en el mercado internacional.
No menos ventajosos son los diseños e ingeniería básica de
sistemas que tratan efluentes de la producción de azúcar y sus
derivados, y de levadura destinada al consumo humano.
Explicó a Granma el doctor Luis Gálvez, director general
del ICIDCA, que de sus laboratorios han salido en estos 45 años
variados sistemas tecnológicos —todos en aplicación— como el que
elabora ferridextrana para combatir la anemia en los cerdos, otro
dedicado a la producción de cemento y recubrimientos a partir del
furfural del bagazo (se usan en mantenimiento de equipos y piezas de
la industria azucarera), y rones con el método de añejamiento
acelerado.
También supervisan las cláusulas de garantía y la puesta en
marcha de las plantas de derivados, de torula y de tableros y las
conocidas piloto Cuba 9 y Cuba 10. En estas últimas, además de
adquirir el equipamiento, su personal asumió el inicio de las
operaciones. A ello se suman programas automatizados para los
procesos en fábricas de azúcar y derivados, y decenas de logros más.
Los agricultores cañeros destacan la reacción positiva en el
desarrollo de las cepas al aplicárseles el estimulante de
crecimiento FITOMAS, una de las más novedosas creaciones del
Instituto, extensiva a otros cultivos. La ventaja es significativa
al evaluarse el rendimiento por hectárea.
Luis Gálvez anunció que, después de una larga etapa de pruebas y
reiteradas evaluaciones y demostrarse su eficacia, se monta en áreas
de la institución una planta para producir FITOMAS en escala
comercial y dar respuesta a las demandas.
Mediante cuatro divisiones técnicas, seis plantas
pilotos y 28 laboratorios y tener en su expediente 56 patentes
concedidas y 26 marcas registradas, el Instituto labora con un
enfoque actual y moderno. Prevalecen los conceptos del uso de las
plantas demostrativas que facilitan, de manera práctica, profundizar
en las investigaciones. Estas permiten acercar, de manera
definitiva, el fruto de su constancia a las demandas y necesidades
actuales.
La experiencia del ICIDCA demuestra algo esencial:
que la alianza entre productores e investigadores es de mutuo
beneficio al aparecer soluciones y alternativas que únicamente se
alcanzan mediante esos intercambios.