INVESTIGACIONES     

(5 de febrero de 2003)

Palabra cotidiana

ORFILIO PELÁEZ

Han transcurrido 43 años y aquella célebre frase de Fidel pronunciada el 15 de enero de 1960 es hoy una palpable realidad: "El futuro de nuestro país tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, un futuro de hombres de pensamiento".

Y es que el colosal esfuerzo desplegado a lo largo de cuatro décadas por sentar primero las bases para materializar aquella estrategia y luego convertir a la ciencia en una real fuerza productiva al servicio del progreso de la nación y el bienestar del pueblo, cobra hoy plena cotidianidad.

Para comprender la magnitud de lo alcanzado, baste un breve pase de revista a varios de los principales impactos de la biotecnología y del programa nacional de medicamentos, expuestos en el reciente XIV Fórum Nacional de Ciencia y Técnica por directores de reconocidos centros de investigación del Polo Científico del Oeste de la capital.

Así la doctora Marlene Porto, del Centro de Investigación y Desarrollo de Medicamentos (CIDEM), informó que entre 1992 y el 2002 se han introducido en el país 333 medicamentos de factura nacional, desde los llamados retrovirales para la terapia de pacientes con SIDA (se reporta una mejoría en la calidad de vida), hasta antibióticos de tercera generación, cardiovasculares y vasodilatadores, ejemplo el Captopril, e inmunodepresores, que al producirse en el país, van camino de estabilizar su disponibilidad en el sistema nacional de salud.

Una moderna planta de citostáticos garantizará los principales sueros necesarios en el tratamiento de los enfermos de cáncer.

Como prueba irrefutable del desarrollo de Cuba en este campo, el doctor Agustín Lage, al frente del Centro de Inmunología Molecular, dijo que de los diez productos biotecnológicos más vendidos en el mundo, ocho se hacen en nuestros laboratorios.

Pero no solo se cuenta con una gama de resultados registrados y reconocidos a nivel internacional, ya se trate de la vacuna contra la hepatitis B, que protege a toda la población cubana menor de 22 años contra esa enfermedad muy asociada al desarrollo del cáncer de hígado, o la antimeningocóccica BC, validada por la OMS y considerada la única realmente efectiva en el orbe.

Se trabaja también en un conjunto de productos a punto de aplicarse en nuestros programas de Salud, entre ellos la vacuna de la Haemophilus influenzae, y de una combinada cuádruple, que inmuniza frente a la difteria, tétanos, tosferina y hepatitis B, y en otros totalmente novedosos, donde figuran varias proyectos de vacunas contra el cáncer.

Gracias al desarrollo de la tecnología SUMA por el Centro de Inmunoensayo, el país ha impulsado importantes programas de pesquisaje masivo en favor del bienestar del pueblo.

Hasta el cierre del pasado año la prueba de detección de la alfafetoproteína en sangre se les había realizado a 2 millones 606 217 embarazadas, lo cual evitó el nacimiento de 5 mil 559 niños con malformaciones congénitas.

De igual manera, el programa de hipotiroidismo congénito se ha traducido en el diagnóstico precoz de 658 infantes con ese mal, a los que se les puso tratamiento oportuno, evitándoles un progresivo retraso mental.

La propia tecnología SUMA ha impedido la transmisión por sangre de al menos 352 casos de SIDA, 75 523 de hepatitis B y 44 053 de hepatitis C. En resumen, este sistema, junto con su incalculable aporte social, ha reportado a lo largo de 20 años un ahorro superior a los 120 millones de dólares, pues todos los elementos de sus 27 estuches de diagnóstico para 15 patologías diferentes se hacen en el país.

Entonces, nadie puede ignorar que Cuba es hoy un país de investigadores, de técnicos y obreros altamente calificados, de innovadores y racionalizadores, una nación donde para bien de todos ciencia es palabra cotidiana.

Ir al inicio

Subir