(6
de enero de 2005)
Hacia el XV Fórum
de Ciencia y Técnica
A la doctora del
Ozono le falta algo
ALEXIS SCHLACHTER
La doctora Olga Zenaida
Iglesias Leno, especialista en Pediatría de primer grado, es una
habanera que tiene muchos motivos para sentirse contenta. Innovadora
destacada, ha sido galardonada seis años como Vanguardia de la ANIR,
mientras el Sindicato de la Salud la eligió también, Vanguardia
Nacional del sector en dos ocasiones consecutivas y otras seis veces
fue Destacada Nacional de la Asociación Nacional de Economistas de
Cuba por el ahorro financiero de sus innovaciones.
El
Certificado de Autor de Invención número 22 664 a nombre de la
doctora Olga Iglesias por tratamiento con Ozonoterapia de dos
enfermedades, no deja dudas sobre la seriedad de esta innovación
todavía no generalizada en el país.
Por si fuera poco,
ostenta con orgullo el Certificado de Autor de Invención número 22
664, emitido por la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial en el
año 2000 a su nombre bajo el título: "Método de tratamiento de
pacientes con Ozonoterapia en asma bronquial y adenoiditis". O sea,
la doctora Olga —la del Ozono como la llaman con cariño sus
pacientes, amigos y colaboradores— es toda una creadora en el plano
científico dedicada durante años, a la atención de niños con
enfermedades tan molestas y peligrosas como el asma.
Momento oportuno para
subrayar que gracias a su innovación con el derivado del oxígeno
llamado ozono, la doctora en 14 años ha atendido 10 613 niños con
éxito clínico en un 90%. Estos pequeños, de haber sido tratados por
los métodos tradicionales (fármacos como la Prednisona o la
Aminofilina), habrían requerido una erogación de casi 4 millones de
pesos mientras que ella logró mejorías y curas comprobadas con la
inversión de menos de medio millón de pesos.
El primer caso que trató
con Ozonoterapia fue el del niño Alejandro García quien padecía
fuerte asma bronquial con cada cambio de tiempo. Así vivió durante
años hasta que se decidió aplicarle el método de introducir el gas
en 30 sesiones y en cantidades precisas para el caso particular.
Hoy, el pequeño enfermo de entonces tiene 17 años y los cambios
climáticos no le provocan ya la temida falta de aire. Ejemplos
similares sobran en centros hospitalarios y policlínicos de la
capital donde la doctora realiza consultas de Ozonoterapia a cientos
de pacientes, todos niños.
Olga ha sabido
aprovechar las características bactericidas, antinfecciosas y
fungicidas o antihongos del ozono, gas utilizado inicialmente
durante la Primera Guerra Mundial para desinfectar heridas. Aquí
pudiera concluir el trabajo periodístico clásico con todo lo bueno
que encierra una innovación con categoría de invento reconocido
legalmente. Pero a la doctora del ozono le falta algo.
Todos sus pacientes, en
casi tres lustros, han sido de la capital, salvo contadas
excepciones de niños traídos aquí por sus padres. Los
agradecimientos y la felicidad de las madres capitalinas de los
pequeños vueltos a la normalidad apenas han tocado otros puntos del
país. Pruebas de la eficacia del tratamiento de Ozonoterapia en
niños existen, al igual que análisis de los costos menores que trae
aparejada la innovación y reconocimientos oficiales sobre el tema
hay bastantes. ¿No habrá llegado la hora de la generalización de
este tratamiento cubano que también ya se utiliza exitosamente en
enfermedades no solo bronquiales sino del oído... pero solo en la
capital? Valdría la pena reflexionar serenamente asunto de tan vital
importancia para la salud plena de la niñez de todo el archipiélago. |