CUBA                 

(23 de junio de 2005)

Una crítica necesaria

Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu

Nunca antes en la historia de la humanidad el progreso humano estuvo tan condicionado por los avances científicos y tecnológicos, como sucede en el mundo de hoy.

Desde el incremento de la producción de alimentos, hasta la búsqueda y desarrollo de fármacos y equipos médicos cada vez más certeros; materiales para la industria, las telecomunicaciones y la informática; el uso de las fuentes renovables de energía y la protección del medio ambiente, por citar algunos ejemplos, todo depende de la generación de nuevos conocimientos, aunque los beneficios estén muy lejos de ser repartidos de manera equitativa.

Foto: Raúl López En opinión del doctor Ernesto Estévez, director del IMRE, la falta de una cultura científica en amplios sectores de la sociedad incide en la no generalización de los resultados científicos.

En el caso particular de Cuba, las transformaciones en marcha para garantizar la sostenibilidad económica de nuestro proyecto social, demandan que la ciencia, la tecnología y la innovación sean protagonistas de ese inaplazable proceso.

DESECHAR CRITERIOS ESTRECHOS

Salvo fundamentalmente en las entidades del Polo Científico, regidas por el concepto de trabajo a ciclo completo (investigación-desarrollo-producción a escala industrial y comercialización), en el resto de la actividad científica nacional se carece de un esquema que facilite aplicar con las debidas celeridad y eficacia el enorme cúmulo de resultados logrados en el transcurso de años, muchos de los cuales podrían contribuir a suplir carencias de la población, sustituir importaciones, modernizar la industria y potenciar el desarrollo de las fuerzas productivas.

Un ejemplo cercano lo tenemos en la Universidad de La Habana (UH), donde sus centros de investigación tributan cada año como promedio entre un 25% y un 30% de los premios nacionales otorgados anualmente por la Academia de Ciencias de Cuba (ACC).

Sin embargo, una parte considerable de esos aportes validados por expertos altamente calificados no se generalizan o simplemente son aplicados en lugares puntuales, sin tributar los beneficios esperados a la sociedad.

Para el doctor en Ciencias Ernesto Estévez Rams, director del Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales (IMRE), entidad que mantiene una producción científica de primer nivel expresada en el registro de numerosas patentes, centenas de artículos publicados en prestigiosas revistas extranjeras y la obtención en los últimos diez años de 39 Premios Nacionales de la ACC, la no aplicación de los resultados obedece a diferentes causas.

"En mi opinión, hay una falta de cultura científica en amplios sectores de la sociedad, incluyendo la economía, que suele condicionar cierto menosprecio a los logros obtenidos fuera del área de la biofarmacéutica, y esto hace pensar que no reúnen los requisitos para resolver nuestros problemas. Por eso en sentido general, se prefiere acudir al mercado internacional para adquirir cosas que realmente pudieran hacerse en Cuba."

La inmediatez de una compra frente a la no inmediatez y el riesgo asociado a introducir un resultado son otros factores importantes. A lo anterior, agregó, se suma que los investigadores en las universidades tampoco favorecen la comunicación de sus resultados más allá del ámbito académico por considerarlo ajeno a sus funciones.

Esto refleja la ausencia de un "diálogo" efectivo entre los centros de investigación y las empresas, sin olvidar en ningún momento los problemas asociados al financiamiento requerido para desarrollar e introducir un producto.

También ocurre que algunos resultados son reseñados con criterios triunfalistas en los medios de comunicación y esa falta de rigor, sin contrastar con otras fuentes la información recibida, hace que los empresarios pongan en duda sus reales beneficios, enfatizó.

"En el IMRE hicimos las investigaciones y desarrollamos varios resultados a partir de las zeolitas. A pesar de que hoy somos más escuchados, el ministerio encargado de realizar los estudios de factibilidad para llevarlos a la práctica no ha dado respuesta al asunto, aun cuando existen clientes extranjeros con intereses concretos, y que los mismos tienen un potencial uso en áreas como la agricultura y la potabilización del agua".

Según señaló el doctor Estévez, no pocas veces en la Feria de La Habana se hacen licitaciones por parte de diferentes ministerios con el fin de adquirir determinados renglones, y casi nunca es solicitada la asesoría de especialistas y científicos cubanos antes de cerrar el contrato.

Así, y pueden citarse ejemplos concretos, compran cosas que después no sirven. Incluso, ni siquiera averiguan si hay posibilidad de obtenerlo en Cuba, ni consultan las patentes e invenciones registradas en la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, indicó.

"Otras veces alguien vende una idea de hacer un proyecto, que puede ir desde concebir una investigación específica, hasta una inversión o la creación de un centro, y se llega a lograr su aprobación por parte de los tomadores de decisiones, sin haber sido sometido al análisis crítico de un comité de expertos que no formen parte de la propuesta."

Tampoco existe la cultura del ejercicio de oposición como mecanismo sano para lograr una mejor evaluación de las cosas, indicó.

El director del IMRE recordó que hace unos años todo el esquema económico del Ministerio de Educación Superior (MES) relacionado con el apoyo a la innovación fue desmantelado y ese error pesa hasta el día de hoy.

Más allá de este panorama, los centros de investigación de la UH enfrentan un proceso de descapitalización de los recursos humanos, y marcado deterioro de las instalaciones, problema que la dirección actual del MES comprende y tiene la voluntad de revertir dentro de las posibilidades del complejo momento que vive el país, acotó.

Dijo que la ciencia no debe verse con el criterio estrecho de que su función es exclusivamente potenciar las fuerzas productivas y generar ingreso de inmediato.

"Aún en las peores condiciones económicas, hay que priorizar el desarrollo de las ciencias en general, incluyendo las básicas por su carácter estratégico. Son ellas las que tributan las innovaciones y los avances tecnológicos del mañana."

Asimismo, no podemos olvidar el carácter cultural de la ciencia. Una sociedad que no sea capaz de crear y socializar conocimiento nuevo es una sociedad intelectualmente colonizada por lo creado en otras latitudes, aseveró.

Hace más de una década, comentó, el IMRE recibió presiones para que no priorizara los estudios básicos y aplicados, dirigidos a la búsqueda de nuevos materiales, en aras de concentrar los esfuerzos en áreas que entonces eran consideradas más importantes.

"De haber desistido de nuestro objetivo, no hubiéramos tenido hoy los conocimientos esenciales y la docena de doctores formados en esa temática como base para montarnos junto a otras instituciones, en el desarrollo de la nanotecnología y los nanomateriales en el país, disciplinas que marcan sin duda el nacimiento de una nueva revolución en la ciencia".

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