(12
de diciembre de 2002)
Se buscan genes en la
ganadería
¿Qué problemas
origina la globalización en la genética animal?
RAISA PAGÉS
En los seres humanos,
emparentarse con familiares cercanos, origina defectos genéticos en
la descendencia. En los animales sucede algo similar. La
globalización en la ganadería vacuna promovió progresos, pero
también dificultades.
Los
ganaderos de todo el mundo están constatando el fenómeno con la
aparición de defectos genéticos y disminución de la producción de
leche en la raza Holstein.
Desde que surgió la
inseminación artificial y luego el trasplante de embriones de buenas
vacas lecheras, los centros de reproducción artificial del mundo
centraron su atención en la búsqueda de los toros elites y los
embriones de las hembras altamente productoras.
Pero ese intercambio de
información genética a nivel mundial, trajo aparejado problemas:
pérdida de diversidad genética y la consanguinidad en los bovinos.
Un toro puede tener hijos en múltiples países al igual que una vaca,
aun después de desaparecidos físicamente, mediante el semen o los
embriones conservados.
La disminución de la
producción de leche, de la fertilidad y la aparición de genes
recesivos son el lado complicado de la globalización genética,
aseguró el experto español Jordi S. Farré Rebull, de la compañía
española Aberekin, quien viajó a La Habana para participar,
recientemente, en el II Congreso de Mejoramiento Animal.
Existe preocupación
sobre el problema en los ganaderos europeos, norteamericanos y
japoneses, el llamado mundo occidental, por los inconvenientes
advertidos en el intercambio genético masivo, esencialmente en la
raza lechera Holstein, la más utilizada a escala internacional,
apuntó el doctor Farré Rebull.
Explicó que la
consanguinidad en la genética animal origina disminución de la
fertilidad de las hembras lecheras, porque significa emparentar
igual información genética, lo cual a su vez causa menor
adaptabilidad de los animales en diferentes ambientes. "Otras de las
consecuencias son la reducción en la productividad lechera y la
aparición de defectos genéticos", añadió.
Para contrarrestar esos
problemas sugirió buscar toros de pedrigee abierto (que sus
ascendentes, padre y madre, no se hayan utilizado masivamente en la
inseminación artificial o en el trasplante de embriones), para que
aporten genes nuevos. Así se encontrarían toros mejoradores, pero es
costoso hacerlo, advirtió.
"Por ejemplo, en la
compañía en que trabajo, se prueban 35 toros Holstein anualmente y
luego se seleccionan los mejores. De esos 35 solo quedan tres y los
demás se desechan para la comercialización del semen." Tales
criterios conducen a la reducción de las familias genéticas,
reconoció.
El experto español
consideró que la solución a corto plazo tiene mayores posibilidades
en los institutos científicos gubernamentales, con la designación de
un presupuesto para recuperar familias genéticas y conservarlas, lo
cual contrarrestaría la disminución de la diversidad. Así se
dispondría de genes nuevos que aporten nueva información a la
familia ganadera mundial.
Esa solución es más
difícil de imponer en un centro de inseminación artificial privado,
pues aumentarían mucho los costos, sin ganancias inmediatas, pero
aconsejó que tener en cuenta ahora este problema ahorrará dinero a
largo plazo, por las consecuencias negativas que ya se constatan en
la ganadería mundial. |