
Junto con marcar el inicio del periodo lluvioso,
mayo es uno de los meses pertenecientes a la etapa del año que
registra el mayor número de las llamadas Tormentas Locales Severas (TLS)
en Cuba, cuya forma de manifestación más destructiva y peligrosa son
los tornados.
Este sistema meteorológico consiste en un violento
torbellino de aire y vapor de agua, que surgido a partir de una nube
de tormenta de gran desarrollo vertical, hace contacto con la
superficie. Casi siempre toma el aspecto de un enorme embudo
producido por el polvo, tierra, piedras y otros objetos arrastrados
por el viento.
Como plantean los especialistas, se trata de una
suerte de ciclón en pequeña escala, donde debido a la dinámica de su
formación la presión atmosférica es muy baja en el centro y el radio
de giro del viento sumamente pequeño, de ahí que puedan presentar en
casos extremos velocidades superiores a los 500 kilómetros por hora.
Si el "embudo" no toca el suelo y queda suspendido
en el aire, se le llama rabo de nube, término que suelen darle
nuestros campesinos, unido al de manga de viento.
Tienen un promedio de vida entre 10 y 15 minutos,
generalmente no recorren más de cinco kilómetros en su periplo, y
aun en los tornados más grandes, el radio de afectación alcanza solo
cientos de metros.
Lo anterior explica que estructuras poco resistentes
cercanas al borde exterior de la trayectoria del torbellino
permanezcan casi intactas, mientras que otras mucho más sólidas
afectadas directamente por la zona central resulten totalmente
destrozadas.
Suelen originarse cuando imperan condiciones de gran
inestabilidad atmosférica, como es la existencia de un flujo de aire
muy cálido y húmedo en la superficie, y el predominio de
temperaturas muy frías a cinco y seis kilómetros de altura.
También pueden aparecer asociados a líneas de
tormentas precedentes a la entrada de frentes fríos moderados a
fuertes en el invierno, o inmersos en la circulación de los
huracanes. Cuando surgen allí son capaces de ocasionar daños
superiores a los provocados por el viento máximo sostenido de tales
fenómenos naturales.
A nivel mundial una de las regiones geográficas más
castigadas por tornados devastadores son las grandes llanuras centro
oeste de los Estados Unidos. Vale recordar el de mayo de 1999 en
Oklahoma, que ocasionó la muerte de más de medio centenar de
personas y destruyó miles de viviendas y edificios. Los vientos
estimados superaron los 480 kilómetros por hora.
Para clasificarlos existe la escala Fujita-Pearson,
que los agrupa de acuerdo a la magnitud de los daños causados por
orden ascendente en las categorías de F0, F1, F2, F3, F4, F5 y F6.
Contrario a lo que piensan muchas personas, Cuba
tiene una elevada incidencia de tornados, siendo mayo y junio los
meses donde con más frecuencia ocurren.
Según los estudios desarrollados por la Doctora
Gisell Aguilar Oro, investigadora del Centro de Pronósticos del
Instituto de Meteorología, la mayoría tiene lugar entre el mediodía
y el atardecer, con el pico máximo de cuatro a cinco de la tarde.
Usualmente han predominado los F0, F1 o F2, pero el
territorio nacional no ha escapado a la furia de algunos de fuerza
superior. Dentro del grupo de los más notables, aparece el célebre
del 26 de diciembre de 1940, en el poblado de Bejucal, provincia de
Mayabeque, que tuvo vientos estimados de 350 kilómetros por hora, y
provocó la muerte de 20 personas, heridas a más de cien, y la
destrucción total de numerosas casas.
Llama la atención otros dos casos de tornados F4,
registrados con apenas 24 horas de diferencia en las localidades de
Pedroso, Matanzas, y Cruces, Cienfuegos, en mayo de 1999. En opinión
de la doctora Aguilar, eso constituye un hecho sin precedente en
Cuba, y de una baja frecuencia en las estadísticas internacionales.
Resulta interesante mencionar, además, el brote de
siete reportados el 16 de marzo de 1983 en zonas de Pinar del Río y
la actual provincia de Artemisa, tres de ellos de intensidad F3, y
el que afectó a Campechuela, Granma, el 13 de mayo del 2012, dañando
decenas de viviendas.
Si bien son difíciles de predecir debido a su
pequeña escala y rapidez de todo el proceso que lo generan, existen
condiciones generales en la atmósfera capaces de indicar la probable
ocurrencia de Tormentas Locales Severas, dentro de las cuales pueden
originarse los tornados.
La introducción el pasado año de un radar con
tecnología Doppler, diseñado y construido en Cuba por ingenieros del
Centro de Radares del Instituto de Meteorología, ubicado en
Camagüey, puede contribuir a su pronóstico más inmediato.