(30 de
marzo de 2013)
Cambio Climático en Cuba
Visionar el futuro
Orfilio Peláez
pelaez@granma.cip.cu
A partir del siglo XIX y asociado básicamente a la
quema masiva de petróleo y carbón, el planeta experimentó un
crecimiento gradual de las concentraciones de gases como el dióxido
de carbono, metano y óxido nitroso en la atmósfera, compuestos
capaces de absorber la mayor parte de la radiación emitida por la
superficie después de ser calentada por el Sol.
El
ascenso gradual del nivel medio del mar constituye la principal
amenaza a largo plazo del cambio climático en la zona costera de
Cuba.
Con el decursar de los años, tal tendencia se
agudizó mucho más y condujo a reforzar el llamado efecto
invernadero, con el consiguiente aumento de la temperatura media de
la tierra.
En busca de respuestas a las interrogantes referidas
a la probable influencia de la actividad humana sobre el clima
mundial, en 1988 fue creado el Panel Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático, conocido por sus siglas en inglés IPCC.
Bajo el auspicio del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica
Mundial, el IPCC ratificó en su último informe que el calentamiento
del sistema climático del planeta es inequívoco, tomando en cuenta
el incremento observado en la temperatura media mundial, el aumento
del nivel del mar y la pérdida notable de las capas de hielo.
Lo preocupante de este cambio climático inducido por
la actividad humana es que desde el punto de vista histórico, ocurre
en un plazo de tiempo tan breve que hará muy difícil la adaptación
de los ecosistemas naturales.
CIENCIA EN PRIMER PLANO
En la década de los noventa del siglo XX, Cuba
inició las primeras investigaciones dirigidas a conocer con
suficiente antelación las probables implicaciones del cambio
climático en los diferentes sectores de la vida nacional y las
medidas de adaptación.
Aquel estudio involucró a unos cien profesionales y
técnicos de 13 centros científicos y organismos del Estado, y su
autor principal fue el doctor Tomás Gutiérrez Pérez, actual director
general del Instituto de Meteorología.
Por sus resultados, el trabajo mereció en 1999 uno
de los Premios Nacionales otorgados por la Academia de Ciencias de
Cuba, y el Premio Especial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y
Medio Ambiente.
De acuerdo con las evaluaciones recientes hechas por
especialistas del Centro del Clima de la citada entidad, entre 1951
y el 2010 la temperatura media en nuestro país subió en 0,9 grados
Celsius como promedio, indicador favorecido por la elevación de la
mínima en alrededor de 1,9 grados.
Asimismo, hay un incremento en la frecuencia de
sequías más intensas y prolongadas, en cuya relación figura la
reportada desde mayo del 2003 hasta igual mes del 2005, considerada
una de las peores de todos los tiempos debido a su magnitud y
extensión territorial.
La reiteración de esos fenómenos, unida a las altas
tasas de evaporación, contribuye al deterioro de los suelos y a la
disminución de las reservas de agua, lo cual repercute de manera
desfavorable en la producción agrícola.
Otro hecho llamativo es que para Cuba la primera
década del presente siglo resultó la más activa desde 1800 a la
fecha en lo concerniente al azote de huracanes de gran intensidad,
con un total de siete. Luego de finalizar la última temporada
ciclónica, Sandy fue elevado a ese rango y sería el octavo en menos
de 12 años.
Acerca del comportamiento del nivel medio del mar,
el procesamiento estadístico de los registros mareográficos permitió
calcular que, de manera general, durante las últimas cuatro décadas
del siglo XX ascendió a una velocidad promedio de 1,43 milímetros
por año, mostrando un máximo de 2,14 mm en la estación de Siboney,
en La Habana, y un mínimo de 0,05 en la de Casilda, provincia de
Sancti Spíritus.
Como señala el licenciado Abel Centella,
investigador del Instituto de Meteorología, las proyecciones apuntan
a que el clima cubano será más cálido y más seco, con posibles
incrementos en la temperatura media de dos a tres grados para
finales de la actual centuria.
MITIGACIÓN Y ADAPTACIÓN
Más allá de modelar los escenarios futuros, el país
concede máxima prioridad a las acciones de mitigación y adaptación
al cambio climático, elementos fundamentales en la preparación de la
sociedad para enfrentar el más grande desafío ambiental del
presente.
Prueba de ello es el programa Cambio climático en
Cuba: Impacto, mitigación y adaptación, puesto en marcha en el
actual 2013, bajo la dirección del Doctor en Ciencias Eduardo Planos
Gutiérrez, especialista del Centro del Clima.
Según explicó a Granma el científico, en una
primera etapa comprende 16 proyectos en ejecución donde intervienen
27 instituciones nacionales y cerca de 150 investigadores, dirigidos
a encontrar soluciones viables a los problemas planteados por el
calentamiento global en sectores priorizados, como son la
agricultura, los recursos hídricos, suelos, bosques, asentamientos y
ecosistemas costeros, diversidad biológica, salud humana y
veterinaria.
En lo inmediato, manifestó, ya existen 35 propuestas
de opciones de mitigación que incluyen, por ejemplo, el uso de
tecnologías más eficientes para reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero, en tanto se implementan medidas de adaptación en
el cultivo de la papa, arroz y tabaco, con énfasis en el empleo de
variedades más resistentes a las tensiones ambientales, el manejo
sostenible de la tierra y mejorar la eficiencia en el uso del agua
para riego. |
|