(12 de junio de 2010)
¿Se humedecerá la sequía?
ORFILIO PELÁEZ
pelaez@granma.cip.cu
Silenciosa y progresiva, la sequía es considerada
hoy uno de los mayores desastres naturales, dada su acrecentada
influencia negativa para la producción agropecuaria y la
disponibilidad del recurso agua en amplias regiones del orbe.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) la
define como un periodo de condiciones anormalmente secas y
suficientemente prolongadas, donde la falta de precipitación pueda
causar un grave desequilibrio hidrológico.
Según
el criterio de los especialistas del Centro del Clima del Instituto
de Meteorología, en los próximos meses deben imperar condiciones más
favorables para los procesos de lluvia.
En Cuba, explican los especialistas Braulio Lapinel,
Virgen Cutié y Cecilia Fonseca, del Centro del Clima del Instituto
de Meteorología, estos episodios han ocasionado significativos
perjuicios en diferentes actividades productivas, y en la propia
conservación de nuestros suelos, que en zonas costeras y semiáridas
experimentan notables indicios de salinidad y desertificación.
VARIACIONES EN EL CLIMA
A partir de las investigaciones desarrolladas por
expertos de esa dependencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y
Medio Ambiente, pudo observarse que desde finales de la década de
los 70 del pasado siglo el clima cubano registra cambios
importantes, como son el aumento de la temperatura media del aire en
0,6 grados Celsius, acompañado de una elevación del valor promedio
de la mínima cercana a los 1,4 grados.
El
recién finalizado mes de mayo resultó el más cálido ocurrido en Cuba
desde 1951.
Tales variaciones coinciden de manera plena con las
apreciables modificaciones de carácter global que han ocurrido en
las temperaturas del aire y del mar en superficie.
En el caso particular de la sequía, un estudio
comparativo del comportamiento de las precipitaciones en los
periodos de 1931-1960, y 1961-1990 corroboró que los acumulados
anuales disminuyeron en el orden de un 10% durante la segunda etapa,
concentrándose básicamente esa reducción en los meses del denominado
periodo húmedo (mayo-octubre).
Como señala el doctor Braulio Lapinel, pudo
apreciarse, además, que la frecuencia de años donde hubo sequías
moderadas o severas se duplicó en el segundo trienio, con respecto
al primero, y abarcaron mayor extensión superficial. Esos propios
eventos registraron también un considerable aumento en el número de
casos extremos, incluyendo el intenso episodio que se expandió
progresivamente a casi todo el archipiélago en el trienio 2003-2005.
La causa principal de tan recurrente fenómeno está
relacionada al persistente reforzamiento de la influencia de
marcadas condiciones anticiclónicas sobre Cuba y zonas adyacentes,
una tendencia cada vez más recurrente.
El actual evento de sequía iniciado en noviembre del
2008 se mantuvo durante el recién finalizado mes de mayo, al
terminar el mes con el 44% del territorio nacional perjudicado con
déficits en los acumulados de lluvia de moderados a severos. De esa
cifra, un 26% corresponde a déficits moderados, 12% de severos, y un
6% de extremos.
Asimismo, resulta oportuno mencionar que este mayo
fue el más CÁLIDO en el país desde 1951 a la fecha, al estar la
temperatura media mensual un grado por encima de lo normal.
Según los datos ofrecidos por el Centro del Clima
del Instituto de Meteorología, el análisis de los totales de
precipitación registrados entre junio del 2009 y mayo del 2010,
muestra que el 60% del territorio cubano sufre déficits catalogados
de moderados a severos.
LOS PRONÓSTICOS PUDIERAN FAVORECERNOS
Las condiciones de la circulación atmosférica en la
región parecen evolucionar hacia patrones más favorables para el
desarrollo de los procesos de lluvias a partir del actual mes de
junio, indica el doctor Ramón Pérez Suárez.
El evento ENOS (El Niño-Oscilación del Sur), precisa
Ramón, acaba de disiparse en el océano Pacífico, y durante el verano
deben prevalecer condiciones neutras en esa parte del globo
terráqueo.
Incluso, cada vez son más los modelos que indican la
posibilidad de la aparición de La Niña (enfriamiento de la
temperatura superficial del mar en esa región), lo que unido al
intenso calentamiento de esa variable en la cuenca del Atlántico
tropical y el mar Caribe, donde los valores registrados en los
últimos tres meses son similares o superiores a los de los años 1998
y el 2005, debe propiciar en términos generales un buen
comportamiento de las precipitaciones en lo que resta del periodo
húmedo, sentenció.
Los modelos sugieren que en el trimestre
agosto-octubre pueden ocurrir lluvias cercanas o por encima de lo
habitual en las tres regiones del país.
No obstante esas previsiones más halagüeñas, los
déficits arrastrados son importantes y habría que ver si los
aguaceros previstos llegan a ser lo suficientemente intensos y
frecuentes, como para compensar las adversas condiciones actuales.
Mientras esperamos por el veredicto final de la
madre naturaleza, lo racional es reforzar el control sobre el gasto
de agua, velando por su empleo óptimo y racional en todo momento.
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