CLIMA                 

(17 de marzo de 2005)

Veinte mil años de cambios climáticos

ORFILIO PELÁEZ

Bien alejada de la notoriedad que reciben otras disciplinas de punta como la nanotecnología y la genética, la paleoclimatología estudia el clima del pasado a partir de indicadores geológicos naturales y revela cómo han evolucionado las temperaturas y otras variables en los diferentes periodos históricos de la Tierra.

El licenciado Jesús. M. Pajón es el autor principal de este estudio que mereció Premio Nacional de la Academia de Ciencias en el 2002.

Al margen de los comprensibles espacios en blanco existentes aún en el tema, las investigaciones desarrolladas permiten afirmar que el clima del planeta nunca ha sido estable, ha variado en todas las escalas del tiempo y continuará haciéndolo así en el futuro, más allá de cuánto pueda afectarlo la actividad humana.

Las estalagmitas contienen una detallada información sobre cambios climáticos globales ocurridos en el pasado.

Ello fundamenta la importancia de conocer cuáles han sido sus tendencias naturales en el pasado, pues así los científicos pueden evaluar con objetividad el impacto real de las acciones del hombre sobre las condiciones medioambientales del presente, y diseñar modelos predictivos climáticos para el futuro.

Durante las últimas décadas surgieron diferentes teorías que tratan de explicar los orígenes de los cambios climáticos sufridos por la Tierra, algunos de los cuales ocurrieron con lentitud, mientras otros lo hicieron de manera abrupta.

Una hipótesis basada en los conocimientos astronómicos asocia tales fluctuaciones con las variaciones de la órbita terrestre, mientras otras los relacionan con los cambios en la actividad del Sol. También existen recientes evidencias que vinculan el impacto de meteoritos, el vulcanismo y las variaciones en la composición atmosférica con los cambios globales en el pasado.

Cuba también ha incursionado en el fascinante campo de las investigaciones paleoclimáticas y paleoambientales, y mediante un singular proyecto científico ejecutado en varias etapas entre 1996 y el 2002, se estudió la variabilidad climática de una zona del occidente del archipiélago durante los últimos 20 000 años.

Dicho proyecto se nombra Reconstrucción Paleoclimática y Paleoambiental del Pleistoceno Tardío-Holoceno para Cuba Occidental, y está incluido dentro del Programa Nacional de Cambios Globales y la Evolución del Medio Ambiente Cubano.

Bajo la dirección del Instituto de Geofísica y Astronomía, en el estudio participaron, además, el Centro de Antropología, el Instituto de Geografía Tropical, el Archivo Nacional de la República de Cuba, el Instituto de Geología y Paleontología, Instituto de Oceanología, y el grupo Martel, de la Sociedad Espeleológica de Cuba, entre otras entidades.

Estas investigaciones contaron con el apoyo del Instituto de Meteorología, cliente principal de sus resultados.

UN ARCHIVO NATURAL

Para el licenciado Jesús M. Pajón Morejón, coordinador del proyecto y jefe del Departamento de Arqueología del Centro de Antropología del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), varias razones fundamentan la importancia de desarrollar estos trabajos en el país.

En primer lugar, explicó, Cuba está ubicada entre Norteamérica y el trópico, sometida a la interconexión atmósfera- tierra- océano del hemisferio Norte con el Sur, y tal localización geográfica ofrece una oportunidad excepcional para estudiar la influencia de los períodos glaciales e interglaciales sobre los territorios tropicales y subtropicales.

Por eso toda información paleoclimática que se pueda recopilar en la Mayor de las Antillas tiene un interés regional y global, a lo cual habría que sumarle la abundancia de formas y complejos geológicos y geomorfológicos de suma utilidad para hacer estos estudios.

Entre ellos figuran la existencia de miles de kilómetros de costas con terrazas marinas de calizas a diferentes niveles, una plataforma marina poco profunda y cubierta por diferentes generaciones de fósiles y arrecifes coralinos, así como gran número de antiguas cavernas subterráneas con espeleotemas o depósitos minerales formados por procesos químico-físicos de interacción agua roca, que incluyen las conocidas estalagmitas y estalactitas, precisa el especialista.

Según afirmó el investigador, las espeleotemas, y en particular las estalagmitas, son una suerte de archivo natural de excepcional valor para el estudio de los cambios climáticos globales y medioambientales en el pasado, pues en sus anillos o bandas de crecimiento anual quedan registradas variaciones en la composición o actividad de los isótopos de oxígeno, que se producen si han ocurrido variaciones en el clima, de ahí que sean indicadores paleoclimáticos de extraordinaria utilidad.

Precisamente, mediante la aplicación de métodos y técnicas de geoquímica de isótopos estables de oxígeno y dataciones isotópicas por carbono 14 y uranio-torio a una estalagmita, extraída con el autorizo correspondiente de la cueva Dos Anas, perteneciente al sistema cavernario Majaguas-Cantera, Sierra de San Carlos, en Pinar del Río, se pudo determinar que desde el último Máximo Glacial (hace 18 000 años) hasta nuestros días, hay una tendencia general al calentamiento del clima en nuestro archipiélago, lo cual coincide con los reportes internacionales más recientes.

Uno de los resultados más importantes del proyecto, indicó Pajón, es la obtención por primera vez para Cuba de curvas de paleotemperaturas desde hace 15 330 años, que muestran ese manifiesto comportamiento.

Baste decir que desde aquella época hasta la actual el valor medio de la temperatura se ha incrementado de 8 a 10 grados Celsius para esa área de montaña de la Sierra de los Órganos en el occidente de Cuba.

De particular interés resulta la detección de un cambio climático muy abrupto con un aumento de la temperatura promedio de 6 a 8 grados en apenas dos milenios, que ocurrió aproximadamente entre 11 520 y 9 220 años antes del presente, dato coincidente con los registros obtenidos en estalagmitas de la cueva Soreq, en Israel, y en núcleos de hielo estudiados en Groenlandia por la estación Gisp-2.

Vale la pena entonces formular la siguiente interrogante. Si de manera natural en los últimos 20 000 años el clima global evoluciona hacia un calentamiento, cuál será el destino final de la Tierra si ese proceso se acelera y agudiza aún más por la acción irracional del propio hombre.

En la actualidad, el Centro de Antropología (Consejo de Ciencias Sociales-CITMA) en coordinación con otras instituciones, trabaja en el diseño de nuevos proyectos de investigación, dirigidos a aplicar los resultados mencionados en la solución de diferentes problemas de la arqueología cubana, como son los estudios de sitios arqueológicos, poblamiento y los posibles colapsos de culturas aborígenes.

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