CLIMA                 

(14 de abril de 2005)

La cólera de los océanos

ORFILIO PELÁEZ

Al margen de las encendidas polémicas sobre el futuro ambiental del planeta, la sostenida tendencia al incremento del nivel medio del mar es uno de los problemas que más inquieta hoy a la comunidad científica internacional.

Según el Máster en Ciencias Marcelino Hernández, las imágenes tomadas por los satélites son de suma utilidad en los estudios sobre el aumento del nivel medio del mar.

Desde el último glacial ocurrido hace unos 20 000 años, la altura de los océanos subió más de 120 centímetros, mientras estimados recientes sugieren que solo en el periodo 1990 - 2100 el aumento de ese indicador oscilará entre 11 y 77 centímetros, para alcanzar una tasa media de dos a cuatro veces mayor que la registrada en el transcurso de la pasada centuria.

El Máster en Ciencias Marcelino Hernández González, jefe del Departamento de Oceanografía del Instituto de Oceanología y una autoridad en el tema, comparte esas preocupaciones, pues todos los modelos coinciden en que la elevación del nivel medio del mar continuará durante varios cientos de años más, aun cuando cesaran las emisiones de gases de efecto invernadero.

Tal proceso es ocasionado en lo fundamental por la expansión térmica de los océanos, el deshielo de los glaciares, casquetes polares y capas de hielo, asociados al aumento de la temperatura media global de la Tierra.

Los mayores impactos del ascenso del nivel del mar se manifestarían en la inundación de las zonas bajas, salinización del manto freático, retroceso de la línea costera y reducción de las tierras cultivables, así como en la ocurrencia de cambios en la configuración geográfica del litoral, corrientes marinas, mareas y oleaje, que amenazarían los asentamientos humanos y la supervivencia de muchos ecosistemas.

APORTES DE UN ESTUDIO

Cuba, por su condición de país insular, necesita conocer cuáles zonas del archipiélago podrían estar más expuestas en un futuro a la inundación del mar, y los impactos que a largo plazo ese fenómeno traería sobre los núcleos urbanos, instalaciones industriales, turísticas y de otro tipo, localizadas en las proximidades de la línea de costa.

Uno de los proyectos científicos ejecutados al respecto es el estudio Estimaciones de la tasa de incremento del nivel medio del mar a partir de mediciones directas y evaluación de su impacto en el Golfo de Batabanó y en la península de Zapata, desarrollado con la participación de la Empresa Geocuba-Geodesia, y los institutos de Geología y Paleontología y de Geografía Tropical, y con la colaboración de la Oficina Nacional de Hidrografía y Geodesia del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y la Unidad de Medio Ambiente de Matanzas.

Según explicó a este diario el máster Marcelino Hernández, autor principal del trabajo, para hacer la investigación se utilizaron las series de mediciones registradas a lo largo de más de 35 años por la estación mareográfica de Siboney, ubicada en la propia sede del Instituto de Oceanología; además de los valores medios anuales registrados por diferentes estaciones del país, los datos sobre las características geográficas y geológicas de esos dos lugares, la información aportada por los satélites y otros elementos de interés.

Los resultados muestran que en las últimas dos décadas la tasa de aumento del nivel del mar en Cuba ha sido de 0,10 centímetros por año como promedio, con un máximo en Siboney de 0,19 centímetros.

Dichas fluctuaciones estarían determinadas por factores climáticos y geológicos específicos de cada zona, entre ellos la magnitud de los movimientos verticales de la corteza terrestre.

También pudo estimarse que en el Golfo de Batabanó las principales afectaciones consistirán en un aumento progresivo de su profundidad, lo cual provocará una mayor influencia de las aguas oceánicas al disminuir el papel que ejercen las cadenas de cayos e islotes como limitantes de esa circulación.

En el caso de la península de Zapata, precisa Marcelino, de cumplirse los posibles escenarios estimados por organismos internacionales, alrededor del 60% de su área actual quedaría inundada para el año 2100.

Además de repercutir negativamente en los ecosistemas terrestres, las poblaciones y la agricultura de las zonas aledañas a la zona inundada, y en los ecosistemas marinos del Golfo de Batabanó al incrementar el aporte de sedimentos desde la tierra, el avance del mar sobre sectores de la Ciénaga provocaría la posible desaparición de especies locales, y aumentarían las amenazadas o en peligro de extinción.

El conocimiento de lo que pueda ocurrir dentro de casi 100 años es de suma utilidad para el manejo y planificación física de las costas cubanas; de ahí la importancia de continuar los estudios multidisciplinarios sobre el tema.

Pero al menos por ahora, la conservación y fomento de los bosques de manglares se plantea como una alternativa viable para enfrentar la cólera de los océanos.

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