(8 de
febrero de 2014)
Cementerio
chino de Mariel Sitio
arqueológico para preservar
Orfilio
Peláez
Aunque el Museo Municipal de Mariel lo tenía registrado desde
hace años en la lista de sus lugares patrimoniales (pero sin
precisar su ubicación exacta), la supuesta presencia de un
cementerio chino allí tenía más de leyenda que de realidad, pues no
aparecía mencionado en ningún documento referido a la historia de la
hoy localidad artemiseña. Solo había trascendido por la tradición
oral.

Especialistas de
diferentes instituciones participaron en la primera campaña de
excavaciones realizadas durante el pasado mes
de diciembre en el cementerio chino de Mariel,
el más antiguo de América.
Luego de encontrarse varios indicios acerca de su posible
existencia, como lo fue en 1992 el hallazgo de una pieza fundida con
caracteres chinos tallados, que al traducirse revelaron que
correspondía a la inscripción de una tarja mortuoria, por fin en
julio del 2012 integrantes de los grupos espeleológicos Marién y
Guamuhaya lograron finalmente localizarlo oculto bajo una espesa
vegetación, en la península de Aguada.
De esta forma el mencionado sitio dejó de ser una ficción para
despertar el interés de los arqueólogos y demás especialistas
vinculados al tema.

Muestra de las tumbas
y atributos de identificación que dan fe de
los entierros de chinos culíes practicados en el lugar.
fotos: Edgar Brielo Maranillo Sierra
Pero una lógica interrogante surgió entre los pobladores cercanos
al conocer la noticia: ¿Por qué hubo un cementerio chino en Mariel?
RECUENTO NECESARIO
Como han planteado los historiadores, con la finalidad de suplir
la falta de mano de obra provocada por la prohibición del comercio
internacional de esclavos, en junio de 1847 llegaron a Cuba los dos
primeros embarques de chinos culíes contratados para trabajar en la
mayor de las Antillas, convirtiéndonos en el primer destino de la
migración de ese país asiático hacia América.
Estos arribaban fundamentalmente por el puerto de La Habana, pero
según aparece en una investigación realizada en diciembre del 2012
por el ingeniero Carlos A. Borrego, del Grupo Espeleológico
Guamuhaya, y el licenciado Edel Mayol, director del Museo Municipal
de Mariel, en 1861 las autoridades coloniales españolas dictaron una
disposición sanitaria que obligaba a desviar la llegada de
embarcaciones con culíes a bordo en dirección a la bahía de Mariel,
donde ya se había construido el Lazareto o Estación de Cuarentena.
Allí permanecían recluidos un tiempo para evaluar su estado de
salud y evitar la introducción de enfermedades a la Isla.
Se ha podido documentar hasta el momento casi un centenar de
registros de entrada a cuarentena entre 1861 y 1872, lo que supone
el arribo de unos 29 mil chinos como mínimo.
Vale apuntar que la reconocida periodista y escritora cubana
Marta Rojas en su novela El equipaje amarillo, hace alusión a
la llegada de esos inmigrantes por el puerto de Mariel en esa época.
Dada las condiciones de hacinamiento, poca agua y malas
condiciones higiénicas en que hacían tan larga travesía desde el sur
de China, durante el periodo de aislamiento no pocos culíes morían a
causa de diversos padecimientos, fundamentalmente infecciosos, lo
cual motivó la habilitación de una zona aledaña al Lazareto para que
sirviera de lugar de enterramiento a las víctimas.
Así surgió el ya citado cementerio chino de Mariel, en el que de
acuerdo con estimados conservadores fueron sepultados alrededor de 290
culíes.
EXCAVACIONES RECIENTES
Bajo la dirección del arqueólogo y Máster en Ciencias Jorge
Garcell Domínguez, de la vicepresidencia de Monumentos del Consejo
Nacional de Patrimonio Cultural, del 2 al 14 de diciembre pasado se
hicieron excavaciones en diferentes tramos del otrora cementerio,
que lamentablemente muestra condiciones de conservación muy
deplorables provocadas por el olvido de tantos años.
En ellas intervinieron especialistas del Consejo Nacional de
Patrimonio, el Instituto Cubano de Antropología, el Gabinete de
Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana,
de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba y la
Oficina del Historiador de Camagüey, la Dirección Provincial de
Cultura de Artemisa, los Museos Municipales de Mariel y San José de
las Lajas, y de los grupos espeleológicos Marién y Guamuhaya, entre
otras instituciones.
Precisa Garcell que el propósito de esta primera etapa de trabajo
consistió en delimitar los elementos perimetrales del espacio físico
de la antigua necrópolis correspondiente al siglo XX, así como a
interpretar su uso en la segunda mitad de la anterior centuria.
Uno de los aportes más significativo de la campaña fue el lograr
visualizar el espacio funerario en su contexto y composición
general, determinado por un área cerrada de unos 350 metros
cuadrados, limitada por 15 columnas colocadas en su perímetro.
Igualmente, se identificó la posible zona de entrada o puerta que
debió tener una reja de cierre, mientras hacia la orilla del mar
apareció un corte tallado en la roca que parece responder a la
probable presencia de un antiguo espigón o muelle de madera, lo cual
hace pensar en un acceso por mar de los entierros y visitantes.
Hasta el presente, indicó, han sido identificados tres apellidos
de origen chino, una de cuyas tumbas hace referencia al sitio del
que presumiblemente procedía la familia del difunto.
Los resultados de las investigaciones corroboran que se trata del
cementerio chino más antiguo de Cuba y de América, un sitio
arqueológico que por sus notables valores patrimoniales e
históricos, estamos comprometidos a rescatar y preservar, aseveró
Jorge Garcell. |
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