(30 de
noviembre de 2013)
Arqueología
en La Habana Vieja
Ventana al pasado citadino
Un grupo multidisciplinario de
especialistas realiza importantes hallazgos que ayudan a conocer la
vida de los habaneros del siglo XVI
Orfilio Peláez
Desde su surgimiento en noviembre de 1987, el
Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad
centra buena parte de sus investigaciones en la búsqueda de los más
singulares detalles que permitan reconstruir las diferentes etapas
del desarrollo urbano, y revelar las costumbres imperantes en la
antigua Villa de San Cristóbal de La Habana.
Inmueble
de la calle Mercaderes 162, esquina a Lamparilla, donde radicó la
antigua Ferretería de Isasi, sitio de las excavaciones.
Tal práctica involucra a un grupo multidisciplinario
de especialistas y constituye un vital apoyo a las obras de
restauración de edificios, casas, plazas y otras estructuras
coloniales de apreciable valor patrimonial, las cuales muchas veces
no disponen de planos fundacionales que faciliten ese complejo
trabajo.
Parte esencial de la labor de la mencionada entidad
lo constituyen las excavaciones arqueológicas dirigidas a obtener
información, avanzar en el conocimiento e intentar comprender los
modos de vida de las sociedades precedentes.
Así durante los últimos cinco lustros sus
integrantes las ejecutaron en diferentes espacios de la parte más
añeja de la urbe, como fueron las realizadas en el Convento de San
Francisco de Asís, en el de Santa Teresa de Jesús, y la casa del
Conde de Villanueva, por citar algunos ejemplos.
NOTABLE DESCUBRIMIENTO
Uno de los hallazgos más notables reportados en la
presente centuria ocurrió en la calle Mercaderes no. 162, esquina a
Lamparilla, cuando en medio de las faenas de restauración del
inmueble apareció de manera fortuita un hueco con basura del siglo
XVI.
Parte
de las piezas encontradas durante las excavaciones.
Como señala a Granma el arqueólogo Roger
Arrazcaeta Delgado, director del Gabinete de Arqueología, al
principio hubo duda acerca del uso primario que pudo tener, pues
podría ser un hoyo abierto para verter basuras domésticas o una
cantera de extracción de roca caliza y tierra, rellenada luego con
desechos de la actividad humana.
Ambas prácticas eran comunes en aquella época entre
los habitantes de San Cristóbal de La Habana.
Luego de analizar la estratigrafía del terreno y el
contenido de los elementos encontrados, los especialistas llegaron a
la conclusión de que se correspondía con la segunda hipótesis
planteada.
Confirmado el dato, empezaron las excavaciones que
duraron más de dos años. Por la variedad y el buen estado de
conservación de la mayoría de los objetos encontrados allí, el lugar
devino en el sitio arqueológico más importante del siglo XVI
descubierto hasta el momento en La Habana Vieja.
Según precisó Arrazcaeta, el listado incluyó huesos
pertenecientes a varias especies de palomas, patos, flamencos,
grullas, gallinas, carnero, cerdos, vacas, esqueletos de peces,
mejillones, ostras y carapachos de tortugas, que dan fe de los
alimentos consumidos por los pobladores del inmueble y zonas
aledañas.
"Dentro de las novedades más llamativas sobresalió
el primer reporte para toda el área del Caribe de restos del pato
doméstico, la elevada talla del ganado vacuno introducido desde
España, y la localización de un cuerno casi completo de un ejemplar
de venado macho adulto, que constituyó la evidencia más temprana de
la presencia de ese animal en nuestra región".
También aparecieron dados de hueso para juegos,
botones, monedas españolas de los reinados de Carlos II y Juana, y
de Felipe II, así como amuletos y pendientes de azabache utilizados
en su época contra "el mal de ojo" y las enfermedades, botijas,
porcelana de la dinastía Ming, y más de 30 tipos de cerámica, que
datan del periodo de 1519 a 1600.
Entre ellas figuran mayólicas italianas y españolas
del tipo Montelupo Azul sobre Blanco, y Santo Domingo Azul sobre
Blanco, respectivamente.
Significativo resultó, además, el hallazgo de un
amplio número de las llamadas cerámicas de Tradición Aborigen,
empleadas al parecer con fines culinarios y supuestamente hechas por
indios asentados en las inmediaciones del poblado de Guanabacoa.
Más reciente, especialistas del Gabinete de
Arqueología de la Oficina del Historiador efectuaron excavaciones en
inmuebles circundados por las calles Tacón, Empedrado, O’ Reilly y
Mercaderes.
En el caso del situado en Tacón no. 8 resulta
llamativo el descubrimiento de un pavimento de lozas de cerámica del
siglo XIX, dispuesto gran parte en su posición original y en un
estado de conservación aceptable, y la localización en el interior
de las ruinas de un pozo de varias pipas de caolín inglesas y
holandesas, mayólicas francesas, porcelanas chinas, cuchillos con
cabos de huesos y gran cantidad de restos óseos de dieta, que
presuntamente debieron pertenecer a la familia que ocupó la casa en
la segunda mitad del siglo XVIII.
Para Roger Arrazcaeta, cada investigación que hacen
contribuye a comprender cómo se asentó y expandió la ciudad, en qué
lugar fueron establecidos los primeros núcleos de habitantes, cuáles
eran sus hábitos alimentarios, dónde obtenían los materiales para la
construcción de las casas, y de qué forma interactuaban con el
entorno.
Buscamos obtener un retrato de la vida citadina del
pasado a través de la arqueología, resaltó. |
|