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(24 de
noviembre de 2012)
Grupo Pedro
Borrás ¿Viajar
en la máquina del tiempo?
ORFILIO PELÁEZ
pelaez@granma.cip.cu
Unidos por el interés de explorar cuevas y desandar
montes, varios estudiantes de preuniversitario del capitalino
municipio de Marianao crearon el Grupo Pedro Borrás, en el mes de
septiembre de 1977.
Las
pinturas rupestres son parte del patrimonio natural del país.
Como recuerda el hoy doctor en Ciencias Geográficas
y director fundador de la agrupación, Efrén Jaimez Salgado, la
expedición inicial la emprendieron entre el 14 y el 16 de agosto de
1979 a la Sierra de los Órganos, en Pinar del Río y, apenas seis
semanas más tarde, encontraron en el fondo de la Furnia del Mambí,
en Bejucal, los restos de un quelonio fósil del periodo Mioceno, en
perfecto estado de conservación.
Aquel fue el primer hallazgo paleontológico hecho
por los integrantes del Borrás, interesados desde el principio de su
labor por esa ciencia, la cual mediante el estudio de los fósiles de
animales y plantas, permite deducir la evolución de tales formas de
vida a lo largo de decenas de miles de años, las probables causas de
extinción de muchas especies y hasta los cambios ocurridos en el
clima y la geología del planeta.
Cráneo
de una especie de primate extinto descubierto por el grupo Pedro
Borrás en 1987.
En el verano siguiente acapararon cintillos en los
medios de prensa nacionales, al ser los primeros en avanzar más de
350 metros a lo largo del cauce subterráneo del río Ariguanabo.
Por sus resultados, en diciembre de 1982 el Grupo
Pedro Borrás es aceptado de manera oficial para integrar la Sociedad
Espeleológica de Cuba (SEC).
RASTREADORES DE LA EVOLUCIÓN
Uno de los aportes más notables del colectivo,
ocurrió el 23 de agosto de 1987, cuando el arqueólogo Rolando Crespo
Díaz descubrió el cráneo de un mono fósil muy bien conservado,
localizado en un pozo interior de una pequeña cueva del Sistema
Cavernario de río Constantino, Sierra de Galeras, Pinar del Río.
Según la opinión autorizada de los desaparecidos
científicos cubanos Manuel Rivero de La Calle y Oscar Arredondo de
la Mata, se trataba de un nuevo género y especie de primate extinto
endémico de Cuba, al cual nombraron Paraloatta varonai.
Para Arredondo de la Mata resultó el hallazgo
paleontológico más importante del pasado siglo en el país, pues
demostró ante la comunidad científica internacional que sí
existieron, vivieron y se extinguieron en nuestro archipiélago monos
nativos precolombinos.
Expediciones posteriores posibilitaron encontrar a
poca distancia del citado sitio más de un centenar de huesos y
piezas de primates, entre ellas numerosos dientes, fragmentos de
cráneos, tibia, fémur, falanges y una mandíbula casi completa.
Así, este lugar posee el récord de más evidencias de
monos fósiles descubiertos en una misma caverna para toda el área de
las Antillas.
Devenidos implacables buscadores de cualquier
indicio que permitiera identificar ejemplares de la fauna que habitó
el archipiélago cubano en épocas pasadas, en julio de 1991 los
miembros del Grupo Borrás, conjuntamente con paleontólogos del Museo
Americano de Historia Natural de Nueva York, detectaron en ese
propio sitio de la geografía pinareña restos de un ave rapaz de gran
tamaño, considerada como nuevo género y especie para Cuba y toda el
área antillana, denominada posteriormente con el nombre científico
de Bubo osvaldoi.
La relación de aportes comprende, además, el
descubrimiento de diferentes especies de perezosos extintos (resalta
un cráneo completo de la especie Acratocnus antillensis),
búhos gigantes, almiquíes, jutías y reptiles.
Más reciente, a finales de la segunda decena del
pasado agosto, una expedición encabezada por el espeleólogo Mario
Hernández Ríos, actual vicepresidente de la agrupación, halló un
esqueleto casi entero de un perezoso perteneciente al género
Parocnus, en un sector de la Gran Caverna de Santo Tomás.
Lo más significativo es que fue localizado en el
interior de la llamada Cueva de los Cristales, donde en la
actualidad no hay boca de acceso por ninguna de las faldas de la
Sierra de Quemados, de ahí la incertidumbre para explicar cómo llegó
hasta allí.
Efrén Jaimez Salgado, presidente del Grupo e
investigador auxiliar del Instituto de Geofísica y Astronomía, del
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), refiere
que la historia de estos 35 años de trabajo no puede contarse sin
mencionar al fallecido doctor Antonio Nuñez Jiménez, su principal
inspirador.
"De él aprendimos mucho y por fortuna, varias veces
los miembros del Borrás tuvimos el privilegio de acompañarlo en
expediciones hechas a distintas cuevas del sistema de la Gran
Caverna de Santo Tomás, de la cual era un profundo conocedor".
Verdaderos artífices en la búsqueda de restos
fósiles, esta agrupación ha contribuido a enriquecer el patrimonio
natural del país y comprender mejor cómo evolucionaron determinadas
especies extintas. Su impronta aún no dice la última palabra.
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El Grupo Pedro Borrás tiene
en su lista de resultados el hallazgo de nuevas estaciones
de arte rupestre, como son las tres encontradas en la zona
semidesértica del sureste de Guantánamo en febrero del 2011,
con predominio del color rojo en las pictografías y
presencia del bicromado (rojo y negro combinados), hecho
reportado por primera vez para la región oriental de Cuba, y
el descubrimiento en 1988 de ocho petroglifos y siete
pictografías dibujadas en negro en un sistema de galerías
superiores del sistema cavernario de río Constatino, donde
aparecen juntas las cuatro técnicas conocidas de arte
rupestre: pintura, pintura por ahumado, rayado y rayado
sobre previo ahumado. También sobresale la localización
casual de un meteorito de hierro (siderolito), en febrero de
1996. |
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