(12
de diciembre de 2002)
Sorpresa en el Chorro
de Maíta
Alexis Rojas Aguilera
HOLGUÍN.—
Frente a la opinión más extendida en los últimos diez años entre los
arqueólogos aproximados al tema, sobre el carácter tardío y de corta
duración del cementerio aborigen de mayor dimensión y diversidad en
cuanto a prácticas funerarias en la región caribeña, el Chorro de
Maíta, con más de un centenar de osamentas demuestra que la realidad
es bien distinta.
Esa novedad la comunicó
el antropólogo César Rodríguez, del departamento Centro-Oriental de
Arqueología del CITMA, tras el análisis realizado a tres muestras
escogidas, en el laboratorio Veta Analytic Inc., de Estados Unidos,
revelador de que la antigüedad del sitio se extiende por lo menos
500 años antes de la llegada de Colón.
Los estudios, aplicados
a restos mortales o materiales de diferentes áreas del cementerio y
localizados en distintas profundidades para permitir un adecuado
comportamiento por su disposición espacial, certificaron tres
momentos: siglos XI, XIII y XVI de nuestra era.
Uno de ellos se aplicó
al esqueleto número 25, encontrado a 88 centímetros de profundidad,
en posición fetal o fuertemente flexionado, que es una forma de
enterrar muy difundida entre los pueblos antiguos; creían que el
hombre debía ser devuelto a la tierra de similar forma a como vino
al mundo, para reiniciar un nuevo ciclo de vida o ritos telúricos.
Ese enterramiento arrojó
el año de 1080 más-menos 70, es decir, siglo XI y por tanto aparece
entre los fechados más tempranos que registra el poblamiento
aborigen de la región de Banes, donde se ubica el Chorro de Maíta.
El otro esqueleto
estudiado fue el número 39, encontrado a 79 centímetros de
profundidad y en el extremo contrario. Apareció extendido con los
brazos sobre el pecho, aparentemente la norma cristiana de
enterramiento. Ese cadáver alteró otros anteriores y siempre se
consideró tardío en el contexto de Maíta. El fechado confirmó una
antigüedad de 360 años más-menos 80 AP y sitúa su defunción en el
año 1590.
La tercera muestra
escogida fue de carbón vegetal de un posible fogón, en ángulo con
las dos anteriores y valida una fecha alrededor del año 1220, siglo
XIII.
Por tanto, el cementerio
de Chorro de Maíta, un verdadero tesoro de la arqueología cubana y
caribeña, tiene larga duración, y el hecho de que los pobladores de
ese sitio del cerro de Yaguajay escogieran un punto para sepultar a
sus muertos, evidencia que poseían nivel de desarrollo periurbano.
César Rodríguez precisó
que los estudios a los que se había podido acceder hasta ahora, por
su cronología relativa, arrojaron homogeneidad y temporalidad
tardía, lo cual provocó una inadecuada apreciación inicial.
Reveló que también
profundizan, sin aún arribar a conclusiones, en la casi total
ausencia de fracturas de huesos en los cadáveres localizados en el
Chorro de Maíta. |