El propósito de lo acordado en la capital austriaca era alentar
las investigaciones y la cooperación internacional sobre tan
importante tema, a fin de aunar los esfuerzos de la comunidad
científica mundial en la preservación de esa suerte de escudo
natural de la Tierra.
Resulta conveniente puntualizar que el ozono es un gas que está
presente de forma natural en la atmósfera y constituye una forma
inestable del oxígeno. Se le nombra capa a la zona de la
estratosfera (entre los 12 y 50 kilómetros de altura) donde su
concentración es mayor.
Tiene la función de absorber las radiaciones ultravioletas
emitidas por el Sol, que en dosis elevadas y acumulativas, pueden
ser muy perjudiciales para la salud del hombre, los animales y las
plantas. Incluso, si llegaran con toda su magnitud a la superficie
harían imposible cualquier forma de vida en el planeta.
Dos años y medio después de lo ocurrido en Viena, el 16 de
septiembre de 1987 los gobiernos de 46 naciones firmaron en Canadá
el Protocolo de Montreal, dirigido a la eliminación gradual de las
Sustancias Agotadoras de la Capa de Ozono (SAO), en particular los
clorofluorocarbonos (CFC) y halones.
Entró en vigor en enero de 1989 y estableció compromisos para
reducirlas y erradicarlas en diferentes plazos de tiempo,
básicamente mediante la introducción de nuevas tecnologías.
Hoy constituye el acuerdo multilateral en materia ambiental más
respaldado del orbe, al ser ratificado por unos 195 Estados, y el
más exitoso en su ejecución, pues hasta el presente ha logrado
eliminar más del 90 % de las sustancias químicas comprendidas en la
mencionada clasificación.
Como la mayoría de las SAO son asimismo potentes gases de efecto
invernadero, el Protocolo de Montreal figura entre los principales
contribuyentes a la lucha contra el cambio climático.
Signataria de ambos instrumentos internacionales, Cuba cumple de
forma estricta los compromisos asumidos en esa dirección, y bajo la
guía de la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ), implementa desde hace
más de tres lustros un programa nacional para dejar de usar
paulatinamente las sustancias agotadoras de la capa de ozono en
diferentes sectores productivos y de servicios, labor reconocida por
organismos del Sistema de Naciones Unidas.
El doctor en Ciencias Nelson Espinosa, director fundador de esa
entidad creada en 1995 y subordinada a la Agencia de Medio Ambiente,
del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, explicó a
Granma que entre los principales aportes de los últimos
dieciocho años aparece el prescindir definitivamente del empleo del
bromuro de metilo en la agricultura, tanto en los cultivos
protegidos, como para la fumigación en almacenes y silos.
También se eliminaron completamente los CFC en la fabricación de
aerosoles industriales y farmacéuticos, a través de la reconversión
tecnológica de las plantas encargadas de producirlos, que pasaron a
elaborarlos con propelentes ecológicos, y el consumo de halones y
tetracloruro de carbono.
Dentro de los esfuerzos nacionales encaminados a proteger la capa
de ozono y mejorar la salud ambiental del planeta, constituye un
verdadero hito haber suprimido los clorofluorocarbonos en la
refrigeración doméstica, algo no logrado hasta ahora por ningún país
en el mundo.
Lo anterior, manifestó el doctor Espinosa, tuvo lugar durante la
Revolución Energética emprendida en la primera década del actual
siglo, y propició un significativo ahorro anual de combustible
debido al menor gasto de electricidad de los nuevos equipos
distribuidos a la población, y la disminución notable de las
emisiones de gases de efecto invernadero.
Asimismo se fortaleció el marco legal dirigido a garantizar el
cronograma nacional de erradicación de las SAO, y el sistema de
licencias y exportaciones.
Uno de los proyectos inmediatos más importantes es el referido a
recuperar las sustancias dañinas a la capa de ozono contenidas en
los refrigeradores y aires acondicionados del sector comercial, para
reciclarlas o destruirlas.
Se trata de la puesta a punto de un sistema en el cual
participarán todas las entidades que trabajan el tema de la
refrigeración en Cuba, incluidos los cuentapropistas, cuya
aplicación conlleva la capacitación y entrenamiento de unos seis mil
técnicos y mecánicos.
El doctor Espinosa manifestó que cada provincia dispondrá de un
centro especializado donde los gases trasladados hasta allí serán
valorados para determinar si pueden aprovecharse quitándole los
compuestos nocivos contenidos en ellos (al usarse de nuevo se
sustituyen importaciones), o si el destino final consistirá en
destruirlos.
Para la última variante se trabaja en el acondicionamiento de una
planta en la fábrica de cemento de Siguaney, en Sancti Spíritus, la
cual debe estar lista en el venidero año 2014.
Si el cronograma no sufre atrasos, para esa fecha Cuba será el
primer país de Latinoamérica en acometer tal labor. Ambas acciones
eliminan el riesgo de que las SAO acumuladas puedan emitirse a la
atmósfera.
Otra de las líneas priorizadas es la eliminación progresiva de
los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), compuestos muy extendidos en la
climatización y refrigeración doméstica e industrial; reto que
demanda la búsqueda de gases refrigerantes alternativos amigables
con el medio ambiente, y la introducción de nuevas tecnologías.
El director de la Oficina Técnica del Ozono resaltó que cuando se
escucha hablar de toneladas consumidas de determinado gas
refrigerante, es porque realmente ello obedece a la presencia de
escapes que no fueron detectados a tiempo por la falta de revisión y
mantenimiento periódico.
Vale entonces fomentar una cultura de la sistematicidad en ese
tipo de trabajo, que evite "botar" al entorno productos altamente
costosos de adquirir para el país, y destructores del bien llamado
escudo de la vida.