(13 de
julio de 2012)
Pastos marinos
Con los ojos en la conservación
Orfilio
Peláez
pelaez@granma.cip.cu
Quizás menos valorados que otros ecosistemas como
los arrecifes coralinos y manglares, los pastos marinos ocupan más
del 50 % de los fondos de la plataforma insular cubana y tienen
vital importancia para la ecología y el medio ambiente.
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Desde hace más de dos décadas, la
doctora Beatriz Martínez Daranas estudia tan importante
ecosistema. |
Los pastos marinos constituyen una
importante reserva ecológica y atenúan el impacto del oleaje
sobre la línea costera. |
Compuestos por plantas con hojas, flores y raíces
ancladas al lecho marino, están adaptados a vivir de forma
permanente en agua salada, y suelen habitar en las cercanías de la
franja costera, a profundidades donde pueda llegar suficiente luz
solar.
Generalmente crecen en fondos blandos, fangosos y
arenosos. En el caso particular de las playas muchas personas se
quejan de su presencia, sobre todo a la hora de caminar, nadar o
bucear entre tan "molestas hierbas".
Ello pudiera explicar por qué en no pocos lugares
del mundo los pastos marinos son ignorados de manera frecuente en
los planes de conservación. Durante los últimos años las pérdidas
rondan entre el 1 % y el 2 % de su superficie a nivel internacional.
Tal tendencia parece acelerarse en el futuro
inmediato, debido a la combinación de factores de origen natural y
la actividad humana. Hoy aparecen en la relación de los ecosistemas
más vulnerables del planeta.
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Para la doctora en Ciencias Biológicas, Beatriz Rosa
Martínez Daranas, del Grupo de Ecología y Conservación, del Centro
de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana, los
pastos marinos son los equivalentes a los bosques terrestres y
brindan numerosos servicios y bienes al hombre.
En primer lugar, explica, sirven de hábitat
fundamental, zona de refugio y alimentación para muchas especies,
como peces, langostas, camarones, diferentes tipos de moluscos, y
otras amenazadas, entre ellas el manatí y determinados quelonios.
La mayor parte de las pesquerías en la plataforma
cubana tienen su principal sustento en el aporte de los pastos
marinos, los cuales también amortiguan el impacto del oleaje sobre
la línea costera, protegiendo a esta de la erosión, y a los
arrecifes coralinos de la sedimentación, aseveró.
Asimismo, constituyen potenciales productores de
sustancias bioactivas para la industria médico-farmacéutica y de
cosméticos.
Estudios recientes sugieren que por su capacidad
para retener el dióxido de carbono en los sedimentos y producir
oxígeno, pueden contribuir a atenuar el proceso de calentamiento
global. Incluso, se plantea que si mantienen una biomasa
determinada, son capaces de atrapar mayor cantidad de CO 2
que los propios bosques no perturbados de la Amazonia.
Según el criterio compartido por la doctora Martínez
Daranas, y el licenciado Luis Manuel Reyes de Armas, del Centro de
Investigaciones del Medio Ambiente de Camagüey, los principales
daños a los pastos marinos a nivel mundial son provocados por el
hombre.
Ambos especialistas plantean que, de manera
particular, en Cuba las mayores afectaciones a ese ecosistema se
derivan del arribo de contaminantes orgánicos a la zona costera y
ribera de los ríos, el incremento de la temperatura, la pesca con
chinchorros de arrastre, el uso de anclas, la construcción de obras
ingenieras, y la turbulencia generada por los motores de
embarcaciones pequeñas.
En el IV Informe Nacional al Convenio sobre la
Diversidad Biológica de la República de Cuba, editado por el
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), se
reconoce a los pastos dentro de la relación de los ecosistemas
marinos más importantes del país.
Tomando en cuenta la prioridad otorgada al tema, en
las últimas décadas fueron ejecutados varios proyectos de
investigación, dirigidos a estudiar las características de los
pastos marinos cubanos, la biodiversidad que albergan y los
problemas ambientales que los perjudican, a fin de proponer acciones
para su cuidado y conservación.
Sin embargo, y como plantea la doctora Beatriz
Martínez, en años recientes algunos gerentes y turoperadores se
pronunciaron por quitarlos de las áreas de baño de las playas de
Santa Lucía, en Camagüey, y Guardalavaca, en Holguín, mediante
diferentes procedimientos, que van desde arrancarlos de raíz
utilizando tridentes y arados, hasta echarles encima notables
volúmenes de arena, para que mueran por falta de luz y oxígeno.
"Ellos alegan que así las aguas quedan más limpias y
pueden ofrecer un producto de mayor calidad, capaz de satisfacer al
más exigente de los clientes, cuando en realidad sucede lo
contrario: la playa pierde arena y las aguas se enturbian más".
Desconocen también que en las playas del
Mediterráneo, donde existen pastos marinos, estos son respetados por
los turistas, a quienes se les explica la importancia ecológica que
tienen.
Lo conveniente es buscar alternativas dirigidas a
conciliar el fomento del turismo de playa con la preservación de
cada uno de los ecosistemas del entorno. Eliminarlos de forma
abrupta sería equivalente a talar una zona de manglar o destruir un
bosque virgen.
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