La Almendares-Vento es una de las diez principales cuencas
hidrográficas del país, y ocupa un área aproximada de 402 kilómetros
cuadrados, los cuales comparte entre ocho municipios de la ciudad, y
dos de la vecina provincia habanera, donde vive más de medio millón
de personas.
Alrededor del 47% del agua potable que consume la población
citadina proviene de sus fuentes subterráneas. En ella se asientan
también grandes parques científicos recreativos, como el Zoológico
Nacional, el Jardín Botánico, el Parque Lenin, EXPOCUBA, y el Parque
Metropolitano, concebidos por la Revolución y que contribuyen a
proteger la cuenca.
En opinión del doctor Roberto Castellanos Pérez, delegado del
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en la capital, el
saneamiento de la Almendares-Vento es un asunto bien complejo, pues
se trata de problemas creados hace muchos años cuando aún no existía
el concepto de dimensión ambiental, y cuya solución definitiva
demanda costosas inversiones.
Según precisa Castellanos, no puede olvidarse que las presentes
generaciones de cubanos heredamos una ciudad donde la
infraestructura de abasto de agua es débil, el sistema de
alcantarillado data de principios del siglo pasado y es obsoleto
para una población muy superior a la cual se concibió en su diseño
original; existen viejas industrias contaminantes; sufrió una
apreciable reducción de la cobertura boscosa, y donde la población
carecía de una cultura referida al cuidado de la naturaleza.
Hoy, indica, tenemos identificados 50 importantes focos
contaminadores de la cuenca, entre los cuales aparecen industrias,
almacenes, talleres, unidades de salud, vaquerías, y entidades del
comercio y la gastronomía, por mencionar algunos ejemplos.
"Como es imposible aspirar a que podamos eliminarlos todos a
corto o mediano plazo, el objetivo fundamental de los trabajos para
recuperar tan valioso ecosistema, incluido el río Almendares, es
revertir el deterioro ambiental paulatinamente, logrando que la
situación mejore cada año con respecto al anterior."
El delegado del CITMA en la capital mencionó entre las
principales acciones ejecutadas la introducción de mejoras
tecnológicas, el cierre de determinadas industrias altamente
contaminantes, la reubicación de otras, y el cambio de funciones
hacia objetivos productivos menos agresivos al medio ambiente.
Así por ejemplo, fueron desactivadas las fábricas de cerveza La
Tropical y La Polar, (dejaron de verter residuales de levadura y
mosto al Almendares), dos papeleras, entre ellas la Cubana,
convertida hoy en un almacén de droguería, y una empresa de la goma.
También vale mencionar los cambios de tecnología aplicados en la
Planta de Gas Mario Fortuny, de Marianao, y en la fábrica de Helados
Coppelia, además del retiro de varias instalaciones dedicadas a
producir materiales de la construcción.
La especialista Odalys Goicochea Cardoso, jefa de la Unidad de
Medio Ambiente de la delegación provincial del CITMA, precisó que se
trabaja fuerte en la reforestación de la faja hidrorreguladora del
Almendares, y áreas aledañas, mientras también existen varios
proyectos comunitarios dirigidos a promover la activa participación
de los vecinos y residentes cercanos en el cuidado del entorno.
Datos recientes dan cuenta de que el daño ecológico causado al
emblemático río comienza a retroceder. En algunos tramos mejora el
contenido de oxígeno disuelto y otros indicadores físico-químicos.
Nuevamente empiezan a verse carpas, tilapias, varios tipos de
guajacones, y hasta cangrejos y jicoteas.
Sin embargo, las concentraciones de coliformes totales y fecales
se mantienen altas. Lo anterior imposibilita hacer allí actividades
en las que el ser humano tenga contacto directo con el agua.
Descontaminar en su totalidad la principal cuenca hidrográfica de la
capital es un sueño distante aún de alcanzar.