AMBIENTE             

(20 de agosto de 2008)

 En Holguín

Nuevos estudios sobre comunidad aborigen

Froilán Parra Suárez

CHORRO DE MAÍTA, Banes. — Si estuviésemos en El Cairo, probablemente hubieran sido tildados de profanadores de tumbas, y seguro no faltaría Indiana Jones en su hollywoodesco afán por salvar la historia.

Los investigadores cubanos y norteamericanos profundizan en el estudio de las comunidades agroalfareras que habitaron la región nororiental de la Isla.

Pero no es el antiguo Egipto, ni son ellos buscadores de tesoros; sino arqueólogos cubanos y norteamericanos que realizaron, durante casi un mes, excavaciones en esta zona del Cerro de Yaguajay, con el objetivo de profundizar en la cultura de los grupos agroalfareros o Taínos, asentados en el territorio donde se encuentra actualmente uno de los cementerios aborígenes mejor conservado del Caribe.

La delimitación de áreas de residuales y una zona de fogón, con restos de una pequeña vasija que presupone el empleo de sustancias para rituales, se encuentran entre los significativos hallazgos de la segunda expedición arqueológica en Chorro de Maíta.

Los investigadores buscan enriquecer la información sobre el conocido asentamiento de agricultores y ceramistas, próximo al polo turístico de Guardalavaca, con el fin de conocer más sobre las costumbres alimenticias y la vinculación con el ambiente, entre otros aspectos.

Roberto Valcárcel, director de ese proyecto del departamento de arqueología, adscrito al Centro de Investigación y Servicios Ambientales y Tecnológicos (CISAT), explicó que el primer estudio investigativo, realizado durante el pasado año, permitió establecer la extensión del sitio en 21 000 metros cuadrados.

En aquella ocasión se hicieron alrededor de 260 calas, o pequeñas excavaciones exploratorias, en todo el sitio. Toda la información de esas calas se llevó a un sistema computarizado de información geográfica, explica Valcárcel.

Este trabajo no es tradicional en la arqueología cubana —amplía el arqueólogo—, que generalmente trabaja sobre excavaciones pequeñas que permiten definir cultura y conocer si estamos ante un sitio de agricultores o de pescadores recolectores. El proyecto, iniciado en el 2007 y que continuará hasta el 2010, permite la interacción de científicos holguineros con homólogos de la Universidad de Alabama, Estados Unidos.

Realizamos grandes excavaciones horizontales para poder determinar qué había realmente en el sitio. Si había casas, espacios sociales, plazas, estructuras de tránsito, caminos; para reconocer dónde se confeccionaban instrumentos de trabajo o adornos, explica Valcárcel.

En el sitio aparecen miles de cuentas para collares hechas de piedra, y todavía no se conoce dónde las hacían, de dónde sacaban la materia prima, dónde las elaboraban, es decir, todas esas actividades que en algún momento se hicieron alrededor del cementerio.

Se incluyen, por primera vez, estudios de paleontobotánica del lugar, dirigidos a ampliar el conocimiento sobre las prácticas económicas y el entorno vegetal de esta comunidad que habitó la región durante casi 400 años, desde 1 220 hasta aproximadamente 1 595.

Los arqueólogos cifran sus esperanzas en resultados prometedores acerca de la cultura de esta comunidad de agroceramistas, cuyos primeros indicios surgieron a raíz de las investigaciones dirigidas por el doctor en Ciencias Históricas José Manuel Guarch del Monte, destacado científico holguinero, ya fallecido.

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