Pero no es el antiguo Egipto, ni son ellos
buscadores de tesoros; sino arqueólogos cubanos y norteamericanos
que realizaron, durante casi un mes, excavaciones en esta zona del
Cerro de Yaguajay, con el objetivo de profundizar en la cultura de
los grupos agroalfareros o Taínos, asentados en el territorio donde
se encuentra actualmente uno de los cementerios aborígenes mejor
conservado del Caribe.
La delimitación de áreas de residuales y una zona de
fogón, con restos de una pequeña vasija que presupone el empleo de
sustancias para rituales, se encuentran entre los significativos
hallazgos de la segunda expedición arqueológica en Chorro de Maíta.
Los investigadores buscan enriquecer la información
sobre el conocido asentamiento de agricultores y ceramistas, próximo
al polo turístico de Guardalavaca, con el fin de conocer más sobre
las costumbres alimenticias y la vinculación con el ambiente, entre
otros aspectos.
Roberto Valcárcel, director de ese proyecto del
departamento de arqueología, adscrito al Centro de Investigación y
Servicios Ambientales y Tecnológicos (CISAT), explicó que el primer
estudio investigativo, realizado durante el pasado año, permitió
establecer la extensión del sitio en 21 000 metros cuadrados.
En aquella ocasión se hicieron alrededor de 260
calas, o pequeñas excavaciones exploratorias, en todo el sitio. Toda
la información de esas calas se llevó a un sistema computarizado de
información geográfica, explica Valcárcel.
Este trabajo no es tradicional en la arqueología
cubana —amplía el arqueólogo—, que generalmente trabaja sobre
excavaciones pequeñas que permiten definir cultura y conocer si
estamos ante un sitio de agricultores o de pescadores recolectores.
El proyecto, iniciado en el 2007 y que continuará hasta el 2010,
permite la interacción de científicos holguineros con homólogos de
la Universidad de Alabama, Estados Unidos.
Realizamos grandes excavaciones horizontales para
poder determinar qué había realmente en el sitio. Si había casas,
espacios sociales, plazas, estructuras de tránsito, caminos; para
reconocer dónde se confeccionaban instrumentos de trabajo o adornos,
explica Valcárcel.
En el sitio aparecen miles de cuentas para collares
hechas de piedra, y todavía no se conoce dónde las hacían, de dónde
sacaban la materia prima, dónde las elaboraban, es decir, todas esas
actividades que en algún momento se hicieron alrededor del
cementerio.
Se incluyen, por primera vez, estudios de
paleontobotánica del lugar, dirigidos a ampliar el conocimiento
sobre las prácticas económicas y el entorno vegetal de esta
comunidad que habitó la región durante casi 400 años, desde 1 220
hasta aproximadamente 1 595.
Los arqueólogos cifran sus esperanzas en resultados
prometedores acerca de la cultura de esta comunidad de
agroceramistas, cuyos primeros indicios surgieron a raíz de las
investigaciones dirigidas por el doctor en Ciencias Históricas José
Manuel Guarch del Monte, destacado científico holguinero, ya
fallecido.