(22 de
marzo de 2008)
Una orquídea llamada Juan
Hernández
Ana Lidia
García y Joel Mayor Lorán
H a
nacido una nueva orquídea. Como esta solo existe una en todo el
orbe. Hija de Cattleyopsis y Cattleytonia, y a la vez
distinta de sus padres. Un reconocido hibridador mundial logró la
hermosa flor tras varios años de empeño. Pero al singular suceso se
une otro también extraordinario: su creador le dio el nombre de un
botánico cubano.
Vejvarutara Juan Hernández, así se llama. ¿El
motivo? La admiración por el trabajo de este especialista del Centro
Nacional de Áreas Protegidas (CNAP). Recién llegó la noticia por
correo electrónico.
¿QUIÉN ES JUANITO?
Pequeño de estatura, sencillo, casi tímido. Sin
embargo, laborioso, en eso coinciden sus compañeros de trabajo.
Desde niño le gustaban las plantas, tanto que cuando vio la primera
orquídea quiso tener una y eso lo obligó a aprender cómo sembrarla,
cuidarla, e incluso reproducirla.
"Visité el orquideario de Soroa, donde pude apreciar
toda la diversidad; la flora orquideológica de Cuba cuenta con 305
especies, de ellas 88 son endémicas. E inicié mi colección. No he
podido lograr que sea grande a causa del espacio, aunque tengo seis
o siete especies."
Un
reconocido hibridador mundial logró una nueva orquídea (en la parte
superior de la foto), y la nombró Juan Hernández, en honor a este
botánico cubano.
Las suyas son plantas exóticas, finas, difíciles de
cultivar, exigen una dedicación especial, explica María Antonia
Castañeira, quien comparte hace más de 20 años la afición de Juanito
por la naturaleza, también como especialista del Centro Nacional de
Áreas Protegidas.
Zapatillas de la reina. Es como suele nombrarse a
esas orquídeas peculiares. Muy pocos coleccionistas cubanos las
poseen. No obstante, él ha aprovechado los escasos centímetros del
patio de su casa para armar un jardín sobre un estante, con varios
pisos poblados de macetas y especies de diversas formas y colores,
tanto las comunes como estas otras, más raras y delicadas.
Con igual afán por la aventura y el saber ha
desandado el archipiélago. En uno de sus viajes al parque Desembarco
del Granma descubrió la Tetramicra Malpighiarum, una especie
nueva para la ciencia y endémica de Cuba. La halló, aunque al mismo
tiempo supo que estaba amenazada, en peligro crítico, por su pequeña
población.
Otra expedición, esta vez a Cayo Guajaba, Camagüey,
le permitió localizar una gramínea ya conocida, pero que hacía
muchos años no se colectaba. Y otra vez la tenacidad premió su
espíritu científico: encontró en Jatibonico una especie de palma que
no estaba clasificada.
Además, ha contribuido con el inventario de las
especies de nuestro medio ambiente. Y las áreas protegidas, sitios
donde la naturaleza torna pequeño al hombre ante tanta
majestuosidad, también le deben a este botánico apasionado: atiende
de forma integral las que se hallan en las dos provincias habaneras;
a la par, ejerce su cuidado a lo largo de todo el país, en cuansto a
flora y vegetación.
UN RITO CIENTÍFICO
Este no es un centro en el que nos dedicamos
puramente a la investigación, sino a la gestión, manejo y
conservación de los recursos naturales. Sin embargo, tiene gran
valor el que se haya dedicado un nuevo híbrido a un biólogo con 30
años de trabajo en las áreas protegidas. Eso demuestra el prestigio
internacional de Juanito, expresó Maritza García, directora del CNAP.
Tal vez ese honor haya motivado al pertinaz
naturalista a emprender un reto inusitado: ¡está cruzando sus
propias orquídeas! Tiene esperanza de lograr una diferente. Ciertos
punticos verdes dentro del pomo lo alientan a pensar que pudiera
tener éxito. De cualquier modo, sabe que en las condiciones de un
patio resulta difícil.
Para alguien como él, ese proceso es todo un rito
científico: tomar el polen de una flor y llevarlo a la parte
femenina de otra de una especie diferente, luego la fecundación, las
semillas (entre las más pequeñas del mundo), las planticas. A
continuación añadirles los nutrientes que deben tomar de un medio
preparado para ello y bajo luz fluorescente.
Más tarde, cuando alcanzan el desarrollo necesario,
pasan sucesivamente a otros recipientes (esta vez abiertos, más
semejantes al medio natural). Al final, ya en una maceta, la planta
adulta florece.
La naturaleza agradecerá que le ensanchen su reino.
Bien vale la dedicación. No importa que quizá habrán transcurrido
siete años cuando este tenaz botánico lo consiga, como ocurrió con
la Vejvarutara, la orquídea que merecidamente han llamado
Juan Hernández.
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